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La fragmentación de la conciencia
E

l poliedro que es una sociedad puede empezar a examinarse por cualquiera de sus caras. Acerquémonos a la negra, para el caso mexicano, en algunos de sus aspectos. Todo parece indicar que esta cara se modificará hasta las calendas griegas. Esta locución latina –como es sabido– significa que un algo no se realizará nunca, ya que en Grecia no existían las calendas, esto es, esa denominación referida al primer día de cada mes, según el antiguo cómputo romano y el eclesiástico.

El poliedro al que me refiero es la conciencia individual y colectiva cuya complejidad, históricamente, no ha hecho sino crecer sin freno. Leo que en 1935 Carl Jung escribió: La llamada unidad de la conciencia es una ilusión ... nos gusta pensar que somos uno pero no somos. La literatura sobre la fragmentación de la conciencia es abundante, mientras la autoconciencia de esa misma fragmentación es muy distinta en su alcance, y está asociada al grado de cultura –en sentido fuerte– de las personas y su reflexión sobre este tema tan profundo en los humanos.

La captura de El Chapo puede ser un caso para la reflexión. Fue un hecho simbólico, ideal para ser explotado mediáticamente. El gobierno supo cómo acrecer dicha explotación, al festejarlo con cierta dosis de austeridad. Una parte de la sociedad mexicana debió alegrarse por la captura de un individuo que, entre muchos otros crímenes, dijo haber mandado a asesinar entre 3 mil y 4 mil personas. Pero en Sinaloa, una parte de la sociedad –que incluía a muchos jóvenes de la sociedad bonita– desfiló con mantas confeccionadas por profesionales que decían: “Queremos libre al Chapo”. Y las manifestaciones siguen. Por supuesto, en la Cámara de Diputados y fuera de ella, tal expresión pública ha sido categóricamente reprobada. Reporteros de Culiacán explicaron a Carmen Aristegui que diversos manifestantes entrevistados tuvieron expresiones como estas: El Chapo nos trajo bienestar, nos dio trabajo, reparte.

Estos manifestantes atienden sólo a su necesidad y conveniencia, apagando toda consideración de cualquier otra índole; trasiego de estupefacientes, asesinatos masivos, crueldad sin contemplaciones, reducidas a cero. La conciencia dividida. Unos se alegran en general porque concuerda con su supuesta tabla de valores, otros porque se sienten vengados, y unos más (sinaloenses) han activado la cara de la conciencia que concuerda con sus intereses. Esto no es una descomposición de la sociedad; los manifestantes sinaloenses no son distintos del resto de los mortales. Menos aún cuando han sido formados –como todos– en la aspiración insaciable por el consumismo y el entretenimiento.

Decía que fue una aprehensión principalmente simbólica porque –como se ha dicho hasta el cansancio– el despido del CEO ( chief executive officer) visible de esa poderosa multinacional de las drogas no cambiará a esa empresa y su estructura organizativa. Se designará a uno nuevo. Más aún si se trata de una multinacional peculiar que mantiene visibles a los operadores que en su gran mayor parte son carne de cañón para cometer los crímenes que le son necesarios, y mantiene en el más recio secreto la organización de la parte política y militar multinacional que son parte integral de la misma empresa. La conciencia dividida. Ahí están los criminales que activan su conciencia de modo de acallar cualquier sentimiento que les impida matar y matar, igual que El Chapo. Ahí está también la parte del ejército político y militar que desde la oscuridad activa la conciencia a modo que su complicidad y participación en la multinacional sólo les deje el regalo del gran consumismo. Son también criminales, pero su conveniencia e intereses es lo único que para ellos cuenta.

Leo en La Jornada del pasado sábado la entrevista al que aparece como un héroe popular, el doctor Mireles. Relata con cierto tono de envanecimiento el diálogo con un teniente. “Regresaba a los tres o cuatro días. ‘¿Cómo le fue?’, le preguntaba. Y él nomás decía: ‘Ni me pregunte’. Pero al rato veíamos la zopilotera por todos lados”: un reguero de muertos que no le provocan problema de conciencia alguno al médico. Son muertes justas. ¿Cuántos han sido liquidados por las autodefensas? No sabemos, pero son homicidios buenos porque se ha dado muerte a los malos, que lo son porque sus condiciones de vida y la pedagogía política e ideológica necesarias esta sociedad se las confirió. La división de la conciencia. Las autodefensas son homicidas en tierra sin ley, pero por buenas causas. Los militares pueden aliárseles de manera ilegal, pero la causa es justa. La división de la conciencia en los hombres de gobierno.

Leo en el mismo número de La Jornada a Jorge Alberto Gudiño hablar de su novela Instrucciones para mudar un pueblo. De eso se trata, de la cara negra de la conciencia de un grupo de personajes, que reflejan vivamente la vida real de la sociedad. Pero como las personas comunes, esos personajes no sólo tienen esa cara negra en la conciencia. Son complejos porque poseen una conciencia dividida, fragmentada.

Feuerbach habla de la autoenajenación religiosa, del desdoblamiento del mundo en uno religioso, imaginario y otro real. Quiere reducir el mundo religioso a su base terrenal. Marx lo critica diciendo que el que la base terrenal se separe de sí misma y se plasme en las nubes como reino independiente se explica por el propio desgarramiento de la base terrenal. Es el punto de partida para comprender la fragmentación de la conciencia en esta sociedad.