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Juan García Ponce: antología
A

hora que se discute la pertinencia o impertinencia del término Ruptura acuñado y en uso a partir de la exposición de ese título en 1988 en el museo Carrillo Gil, entonces dirigido por Sylvia Pandolfi, empieza a circular un libro publicado por la Editorial Ficticia en su colección El gabinete de curiosidades de meister Floh.

Lo primero que me permito destacar al respecto es la moción de los jóvenes editores, semejante quizá a la que años atrás hizo despuntar a la ahora muy celebrada Editorial Sexto Piso. No son monopolios y vale la pena percatarse de lo que se haga en este orden de cosas.

La colección que menciono corresponde al título de un libro escrito por ETA Hoffmann hacia 1822, poco antes de su muerte, muy poco conocido aun entre quienes nos hemos fascinado con sus narraciones.

En dicha colección aparece la antología reunida por Francisco Castro Leñero con el título Juan García Ponce: de la pintura que el antologista empezó a reunir hace ya algún tiempo y que ahora sale a la luz en el gabinete, donde entre otros títulos ha aparecido un volumen con cuentos de Joseph Roth.

Se trata pues de una colección especializada, que al parecer va a reunir obra de pensadores o narradores cuya vigencia aunque es actual, se pone en relieve mediante una puesta al día y más en el caso de García Ponce respecto de sus incursiones en las artes plásticas. La llamada Ruptura históricamente no existiría tal cual sin él.

El libro, armado a partir de siete apartados, puede leerse de un tirón y funciona también como reflexión en torno a la historicidad del arte, más que en defensa de la pinura como medio a privilegiar. Hay un capítulo algunos de cuyos párrafos, pienso que explicarían la intención del antologista, se trata de el arte y lo sagrado. Allí García Ponce abreva principalmente en Georges Bataille en torno a la idea de la continuidad liberadora: “la muerte, siendo la continuidad de un ser discontinuo, no toca en nada la continuidad del ser, que existe generalmente fuera de nosotros… La continuidad del ser está en el origen de los seres”. Es decir, en palabras que se conectan con este trabajo publicado, Juan García Ponce continúa en Francisco Castro Leñero aunque ambos personajes sean seres por naturaleza discontinuos y aunque el mayor de ellos haya concluido desde 2003 su paso terrenal. En arte (la imagen) “encuentra su auténtica realidad en esa capacidad de trascendencia que ella misma genera…”

Cada capítulo resultaría susceptible de contener su respectivo comentario, en lo personal, uno de los que mayormente me provoca afán crítico está referido a arte y psicoanálisis, debido no sólo a mi afición por la temática, sino a que encuentro que pese a que Juan García Ponce, fue traductor de Marcuse, se fue por las ramas consabidas sin ahondar en lo que puede aportar el sicoanálisis como filosofía reflexiva, más que como terapia o reconstitución del sujeto. Lo digo porque el concepto sicológico de treib (pulsión) es accesible sólo a través de sus derivativos síquicos, nunca directamente, pues son sus efectos y sus distorsiones en el significado los que pueden detectarse, pues treib, el núcleo de las pulsiones, no equivale a incstint, propio de la naturaleza y no de la vida síquica. En sicoanálisis no se trata de fenómenos lingüísticos en sentido estricto. Suelen ocurrir a nivel de imagen o de gesto y no tanto como fonemas o articulaciones semánticas por parte del analizando. Y si no, que me corrija aquí mismo José Cueli.

De hecho habría una diferencia entre representaciones de cosa y representaciones de palabra. Por eso creo inexacto considerar que los descubrimientos sicoanalíticos podrían abrirle al artista un sistema de exploración del inconsciente como si se tratara de un buceo. En los procesos creativos los contenidos que pueden tener su fuente inconsciente están totalmente interpelados en el texto de los actos conscientes. Y más en la pintura quizá que en cualquier otra disciplina, de aquí que hasta los mismos surrealistas hayan terminado por encontrarle límites al tan traído y llevado automatismo psíquico, que nunca fue tal, ni siquiera en verso libre. En cambio está bien la mención a Klee, cuyos cuadros dice García Ponce tienden todavía a no liberar por completo las fuerzas inconscientes. Ni todavía ni nunca si de expresiones artísticas se trata.

Y me temo que Juan García Ponce se entusiasmó demasiado cuando creyó ver tal liberación en las obras de Pollock, pues él también controlaba su propia arena, su propia coreografía y aunque se diga que el arte contemporáneo ha buscado conscientemente la liberación de esas fuerzas instintivas, las ha procurado, pero siempre bajo una dosis de control que las transmite a la percepción bajo ciertos parámetros que son tanto expresivos como estéticos y temporales ya se trate de Klee que de Kandinsky o de Pollock. El término contemporáneo está usado por García Ponce no en el sentido que solemos otorgarle a partir de Arthur Danto, sino respecto de su propia contemporaneidad.