Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Manierismos en San Carlos
E

l arte después de la perfección, subtítulo de esta muestra, se inspira en argumentaciones de Jorge Alberto Manrique en su breve libro publicado en 1993, Manierismo en México. Su mención en el cedulario Manrique me hizo recordar unos años en los que nos escribíamos cartas (antes de que se generalizara el uso del correo electrónico) en las que vertíamos sin preocupaciones sobre pureza académica nuestros pensamientos e inquietudes. Están publicadas en edición limitada y pudiera ser que reaparezcan tal cual, sin corrección alguna, en nueva edición. Cito a Manrique en el colofón de su libro sobre el manierismo: “Las cosas salidas de nuestra cabeza no las hacemos estrictamente nosotros, sino otros, aquellos que fuimos. Pero no dejan de ser nuestras y no dejamos de reconocernos en ellas…”

Mientras recordaba las cartas y echaba un primer ojo a la exposición de San Carlos, me sucedió que no encontraba el manierismo (es decir el que yo había introyectado como estilo estilizado). Me dije entonces: en su meollo principal se trata de una exposición sobre pintura europea de la segunda mitad del siglo XVI con alguna excepción.

Después del primer golpe de ojo me sobrevino inconformidad al advertir en la primera sala dos cuadros que me parecieron implausibles respecto de autorías consignadas en las cédulas; el primero el Parmigianino, uno de los pintores más prototípicamente manieristas que existen y el otro nada menos que Pontormo, el maestro del Bronzino. Ni una ni otra parecen ser de estos autores, una cosa es que haya excentricidad en muchos de sus productos así como violaciones a la norma y otra que los productos acusen drástica malhechura. Vino en mi auxilio el curador, Marco Silva Barón, persona a quien aprecio por múltiples razones y le manifesté mi inconformidad. Me dijo textualmente que esos dos cuadros, colección Museo de San Carlos INBA, así estaban asignados, no atribuidos, sino considerados plenamente como obras de autor, por los expertos extranjeros que vinieron a dirimir la autoría de estas colecciones hace décadas…

Todos podemos equivocarnos. Gracias a esta exposición puede al menos discutirse este hecho. En México existen personas que pueden reunirse con el fin de ayudar a discernir asignaciones y llegar al menos a la siguiente conclusión: tales y cuales especialistas en x fecha atribuyeron estas pinturas a x y a y. El Museo de San Carlos sí tiene joyas en su no muy rica ni nutrida colección europea y las piezas sobre las que no existe duda podrían menoscabarse con el tipo de asignaciones rotundas como las que menciono, ¿puedo estar equivocada? Claro que sí, a menos que Parmigianino y Pontormo hayan pintado no ya quebraduras de regole sino positivas aberraciones pictóricas. Podría argüirse: estaban medio locos y de algún modo eso es verídico, pero jamás los locos componen tan mal si es que en primer término fueron o son reconocidos como pintores.

Otra pintura que además ostenta un título chocante: Personificación de la escultura está asignada al Veronés. Me refiero a Paolo Caliari, no al veronés de nombre Bonifacio, autor de otro cuadro.

Lo que digo, en aras de posibles revisiones, añade interés al disfrute de una nutrida y grata exposición que además permite examinar ciertos rasgos iconográficos interesantísimos, tengan o no algo que ver con el manierismo, así como observar obras de distintas procedencias. Hay un Salviati que proviene del Metropolitan de Nueva York, que si bien no está entre lo más interesante que se exhibe, es un excelente retrato del XVI.

Al inicio de la muestra hay un acierto incontestable, alusivo a las vertientes manieristas que generaron los dueños de la perfeccion; Rafael, Leonardo y Miguel Ángel.

Descanso durante la huída a Egipto, ca. 1515, de Francesco Granacci evoca a Rafael. La alusión a Leonardo está entre los mas hermosos cuadros del conjunto, es un San Juan Baustista de Gianpietrino y conecta tanto al personaje, un tanto híbrido sexualmente, cuanto al dedo indicador de Leonardo que aquí señala la importancia del Redentor apuntando al cordero. Tal vez Giovanni Pietro Rizzoli Gianpietrino jamás vio la cabeza de un cordero u oveja, pues la cabecita es algo perruna y la verdad no importa. Estas obras provienen del Museo Ponce de Puerto Rico. Miguel Ángel queda evocado con unas hermosas tintas sobre papel con desnudos masculinos col, Museo de San Carlos probablemente del taller de Baccio Bandinelli (1493-1560)

La pieza novohispana más interesante de todas, a mi sentir es la bellísima Madonna de Actopan, un anónimo novohispano en el que el manejo de escalas y el inusitado hueco entre nubes que da lugar a la aparición, proyecta mayores rasgos manieristas que otras piezas, también valiosísimas. Ojalá esta nota suscite deseos de calibrar y discutir esta excepcional muestra.