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El deber del cineasta mexicano es aportar a la cultura y a la vida sociopolítica del país, dice

El Estado debe construir salas de cine populares, plantea Olhovich

Indica que las carreras ofrecidas en el Centro Bicultural de Cine y Actuación, que fundó, recibirán la validez de la SEP como licenciaturas

Afirma que la discusión de que si Gravedad de Cuarón es mexicana, resulta artificial, porque el cine es universal

Para dirigir hay que saber actuar, señala

 
Periódico La Jornada
Martes 18 de marzo de 2014, p. 9

El cineasta mexicano debe hacer un cine que aporte a la cultura, a la vida social y política del país, afirma el director de cine Sergio Olhovich, quien hace 13 años fundó el Centro Bicultural de Cine y Actuación, localizado en el centro de Coyoacán, donde se ofrecen esas dos carreras que en unas semanas recibirán el registro de la Secretaría de Educación Pública (SEP), lo que les dará la validez como licenciatura.

Sentado en su oficina, rodeado de los premios que ha recibido a lo largo de su carrera, y acompañado de dos de los profesores de la escuela –la coordinadora de la carrera de Cine, Ana Luna, y el responsable de prensa y difusión, Fabio Meltis–, Olhovich habla con La Jornada acerca de la enseñanza de cine, en general, y de esta escuela, en particular, además de lo que deben ser los objetivos de un cineasta mexicano, y la necesidad de que el Estado construya salas de cine populares para que las películas nacionales encuentren una alternativa de exhibición frente al duopolio Cinépolis/Cinemex.

Hay una responsabilidad

En México “hay mucho joven talentoso que está haciendo películas interesantes. Si están bien hechas tienen derecho a existir. El objetivo es hacer un cine que verdaderamente aporte a la cultura y a la vida socio-política del país. Independientemente que haga una película artística, bien dirigida y todo, hay esa responsabilidad, porque si no la tiene se la pasan haciendo cintas que a nadie le importan.

Hay que conectar con el público, saber qué es lo que está respirando nuestro pueblo y darles lo que ellos necesitan vía películas, documentales. ¿Por qué el documental ha tenido mayor auge ahora en el cine mexicano que el largometraje? Porque es más cercano a la problemática de la gente, habla del campo, de los niños, de migrantes, de muchas cosas, añade, aunque reconoce que cuesta trabajo que se exhiba este tipo de cine.

La alternativa es que el Estado mexicano fomente la construcción de nuevos complejos de salas cinematográficas en toda la República, no en las zonas de gente pudiente, sino donde no hay. En Iztapalapa, que son dos millones de habitantes, no hay nada, en Milpa Alta o Tláhuac, en todo el país. Vayas donde vayas no hay salas de cine. En Tabasco hay 16 municipios y solamente en el de Centro, que es la ciudad de Villahermosa, hay alrededor de 12 salas en dos complejos de seis y seis. Fuera de eso en ninguna localidad hay una sola.

Otro aspecto de la situación que vive hoy el cine mexicano “es que estamos viviendo la época de los fondos: Fidecine, Foprocine, el incentivo fiscal del 189 (que antes era el 226), y otras posibilidades que hay de conseguir dinero, por ejemplo la Cámara de Diputados, los gobiernos de los estados y eso permite que los muchachos piensen que por presentar un proyecto y conseguir dinero lo que falta es filmar, y no como decía Jean Renoir: ‘Ya terminé mi película, nada más me falta filmarla’. Ya la tenía tan planeada, tan vista, toma por toma, escena por escena, tenía todo en la cabeza, que lo único que tenía que hacer era filmarla, porque finalmente ¿qué es una filmación? Es juntar el material necesario para hacer una película: imágenes, música, dinero y vas armando el rompecabezas del montaje”.

Este vivir la época de los fondos lleva a que haya muchos jóvenes improvisados, añade el director de cine y teatro. “Por ejemplo, por conseguir dinero fácil en los fondos, especialmente del 189, dicen: ‘Mi tío tiene una gran empresa y me está dando dinero para los impuestos en lugar de pagar, ya tengo recursos, ya conseguí la cámara, voy a hacer la película’. Todo el mundo filma. Parece fácil, pero no, hay muchas películas mexicanas que no están bien hechas. Pero también hay varias de mucho talento joven y muchachos que están ganando premios en festivales, en el de Cannes ganó Heli, en San Sebastián se impuso Club Sándwich, bueno tenemos nuestro querido Alfonso Cuarón con Gravedad. Esa discusión de que si esta cinta es o no es mexicana es un poco artificial”, subraya Olhovich, por una simple razón: El cine es universal.

Foto
Sergio Olhovich, director de las películas La casa del sur, Evasión y Muñeca reina, en las instalaciones de su escuela de cine y actuación, durante la entrevista con La JornadaFoto José Antonio López

Otro problema del cine mexicano es que pocas veces se identifica con lo que pasa en la realidad. Esto ocurre “porque está hecho por muchachos muy jóvenes que todavía les falta experiencia de vida, madurez, estudiar para conocer el lenguaje a fondo, tener la conciencia social que debe tener un cineasta, el cual tiene una gran responsabilidad: va a presentar una obra que van a ver miles de personas, así que tiene que ofrecer algo que sea provechoso para la gente, no cualquier cosa, no lo que a mí se me ocurre, hay que pensar bien las películas. Y las cifras hablan muy vehementemente de 100 debuts, pero 95 no vuelven a filmar una segunda, cinco apenas logran realizar su segunda cinta y uno hace carrera, como el joven de Club Sándwich, Fernando Eimbcke, que ya se encarreró como cineasta.

Actualmente los chavos hablan de sus cosas inmediatas. No veo películas que hablen sobre las autodefensas en Michoacán, o los zapatistas en Chiapas. Los documentales sí.

Lenguaje cinematográfico

Sergio Olhovich, quien dirigió cintas como La casa del sur, Muñeca reina, Evasión, El encuentro de un hombre solo, Llovizna y Coronación, entre otras, subraya que el cine es un lenguaje único.

Así como el ballet, la literatura y el teatro tienen su lenguaje, el cine también, el cual es la síntesis de imagen y sonido para expresar sentimientos e ideas.

El cine es un lenguaje y en el Centro Bicultural de Cine y Actuación se enseña a hablarlo. Después de estudiar en Rusia y trabajar como maestro en escuelas mexicanas, y de dirigir teatro y películas “hace unos 15 años dije ‘vamos hacer una escuela’ porque yo tenía una idea muy precisa de lo que es la enseñanza cinematográfica y veía que las que había en México no iban con ella. No las critico, qué bien que existen el CUEC, el CCC y otras, pero mi idea de cómo se debe enseñar es diferente: ¿qué haría una película sin actores? No habría película.

“La tarea más importante de un director es la dirección de actores y por eso tenemos la carrera de actuación. Los alumnos cursan los ocho semestres de actuación también independientemente de las materias de cine, porque para dirigir actores tienes que ser actor, entender lo que es el laboratorio interno de un actor.

“No en vano en la cinematografía mundial grandes directores de cine también son grandes actores, como Emilio El Indio Fernández, Orson Wells o Woody Allen.

“Ninguna escuela de cine aquí en México le da importancia y eso es lo más importante que hay, esa es la escuela rusa que yo aprendí. No en vano las películas de ese país tienen una excelente actuación. La teoría del montaje que viene de Sergei Eisenstein, que fue desarrollada totalmente por él y el cine soviético ruso y que es el meollo de la construcción cinematográfica de una película. Es el montaje que empieza en la cabeza. Desde antes de escribir el guion ya tiene uno la película en la cabeza.

Esa disciplina académica no se da en otras escuelas, lo brindan por separado, guion acá, dirección acá, cuando es un todo tiene que ser un todo. En ese todo, quienes estudian actuación también llevan materias de cine para que entiendan lo que les está pidiendo el director.

“Aquí se enseña ballet, esgrima, combate cuerpo a cuerpo, dicción, movimiento escénico, pero también filosofía, sicología, literatura, historia del cine, del arte y de la música. A veces los salones quedan atrás para tomar la clase en el jardín o la cafetería.

Hasta el momento han egresado siete generaciones de alumnos, y ahora se prepara la octava con 60 alumnos. Salen de la escuela a un amplio mercado de trabajo, añade Olhovich. No sólo en la producción de largometrajes: tienen abiertas muchas posibilidades y no sólo como directores de cine, ya que al tener una enseñanza que abarca todos los rubros del hacer una película hay quienes deciden que serán fotógrafos, guionistas o directores de arte.

Para conocer más de las carreras, los talleres y la escuela.