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Fue el primer mandatario elegido en las urnas tras la muerte del dictador Franco

Muere Adolfo Suárez, figura esencial de la democracia española

Tuve en él un amigo leal y un colaborador excepcional, señala el rey Juan Carlos

El gobierno de Rajoy decreta tres días de duelo

Forjó el sistema de monarquía parlamentaria

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En imagen del 17 de junio de 1977, Adolfo Suárez González en las primeras elecciones democráticas, que le dieron el triunfo como presidente del gobierno español. A la derecha, el 8 de junio de 1998, flanqueado por Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González, en OviedoFoto Xinhua y Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 24 de marzo de 2014, p. 23

Madrid, 23 de marzo.

A los 81 años y aquejado de Al-zheimer, falleció hoy aquí el ex presidente del gobierno español Adolfo Suárez González, figura esencial de la historia reciente del país por su contribución a la transición a la democracia después de la larga dictadura fascista de Francisco Franco (1939-1975).

Suárez fue el primer mandatario elegido en las urnas después de la dictadura, y durante su gobierno (1976-1981) negoció y firmó los cruciales pactos de la Moncloa, la Constitución de 1978 y acordó con el resto de las fuerzas políticas la construcción de un sistema de monarquía parlamentaria para sustituir al régimen franquista.

Adolfo Suárez ha muerto, declaró Fermín Urbiola, portavoz de la familia. El ex presidente, aquejado de Alzheimer, estaba hospitalizado desde el pasado lunes.

Adolfo Suárez nació en Cebreros, Ávila, en 1932, pero prácticamente toda su carrera profesional y política la hizo en Madrid, donde desde joven se acercó a los círculos de poder.

Su figura como estadista se engrandeció con el paso del tiempo, después de que durante su etapa en el poder y en los años posteriores fue criticado y repudiado por sus propios correligionarios, los votantes más próximos a la derecha.

Pero su trayectoria política se inició en las postrimerías del franquismo, con su nombramiento, en 1969 y con tan sólo 37 años, de director general de Radio Televisión Española, donde logró cierta apertura en la información y contratar a periodistas que hasta entonces habían sido marginados por los censores y los más duros del régimen.

En 1975 fue nombrado vicesecretario general del Movimiento y, en el gobierno de Carlos Arias Navarro, ministro general del franquista Movimiento Nacional, una de las estructuras más influyentes del régimen franquista.

Tras la muerte del dictador y la dimisión del presidente de gobierno en turno, Carlos Arias Navarro, Suárez recibió la encomienda del rey Juan Carlos –nombrado por el propio dictador como su sucesor como jefe del Estado– de formar gobierno. Así asumió el cargo en 1976, al menos hasta que en 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas de la nueva etapa en libertad y obtuvo el respaldo mayoritario de la ciudadanía, al presentarse con las siglas UCD (Unión de Centro Democrática), nuevo partido político creado por él y sus aliados.

Con el respaldo de las urnas y en medio de una etapa de convulsión política por las transformaciones que sufría el país a un ritmo vertiginoso, Suárez acometió uno de los grandes hitos de la historia moderna de España: la legalización, de nuevo, del Partido Comunista, perseguido durante décadas por el franquismo, que convirtió a sus militantes en el principal objeto de su ira, a los que encarceló y ejecutó de forma masiva. También dispuso una primera amnistía para presos políticos y disolvió el Movimiento Nacional, el único partido permitido por Franco, y en el que se formó políticamente.

Los cambios, la violencia política tras numerosos atentados en aquella época –como el asesinato de un grupo de abogados laboralistas por adeptos del viejo régimen– y las conspiraciones palaciegas obligaron a Suárez a convocar de nuevo a elecciones en 1979, que volvió a ganar.

El 29 de enero de 1981 presentó su dimisión tras haber perdido el apoyo del jefe del Estado –el rey Juan Carlos– y tras la moción de censura presentada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Felipe González, que no contaba con los votos suficientes para obligarlo a dimitir, pero le restó fuerza.

En su calidad de presidente dimisionario asistió a la segunda y definitiva votación de investidura de su sucesor, Lepoldo Calvo Sotelo, el 23 de febrero de 1981, cuando el entonces teniente coronel Antonio Tejero asaltó el Congreso al frente de cientos de guardias civiles. Ahí, Suárez enfrentó a los golpistas.

Pero su estrella se fue apagando, y en 1991 se refugió en un discreto bufete de abogados. En 2003 comenzó a sufrir los síntomas de Alzheimer, y su padecimiento neurológico se hizo público en 2005.

La muerte de Suárez provocó un alud de reacciones. El gobierno del conservador Mariano Rajoy anunció tres días de duelo.

Uno de los primeros en reaccionar fue el rey Juan Carlos. Mi dolor es grande, expresó en un mensaje institucional emitido por televisión apenas 45 minutos después de la muerte del ex presidente.

Tuve en él un amigo leal y, como rey, a un colaborador excepcional, manifestó el monarca, emocionado y vestido de riguroso luto.

El paso de una dictadura a una democracia pluralista, tantas veces frustrada en nuestro país, se debe a su tarea, reconoció el socialista Felipe González (1982-1996), al lamentar la muerte de Suárez, que tuvo lugar en una clínica de Madrid a causa del Alzheimer, que borró en los últimos años todos sus recuerdos.

El también socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) destacó el ejemplo, la valentía y el legado del hombre que lideró el cambio de una vieja y desgarrada nación a un país democrático y reconciliado consigo mismo.

Para el conservador José María Aznar (1996-2004), Suárez tendrá siempre un puesto de honor en la democracia española.

A las puertas del Congreso de los Diputados, donde este lunes se instalará la capilla ardiente de Suárez, el presidente de la cámara baja, Jesús Posada, afirmó: Todos nos sentimos hoy un poco huérfanos.

El Partido Popular, de Rajoy, recordó que Suárez luchó por la reconciliación nacional y por los ideales de paz y de concordia (...) desde un profundo amor a España.

El líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que hoy se consolida el lugar esencial que el presidente ocupará para siempre en la historia de España.

La Unión General de Trabajadores describió al fallecido líder como una de las figuras claves en la construcción de nuestro sistema democrático.

El presidente del Banco Santander, Emilio Botín, ensalzó a Suárez como un político de gran altura, mientras el máximo responsable del banco BBVA, Francisco González, destacó su enorme responsabilidad, su capacidad para buscar el consenso y su gran sentido de Estado.

También el jefe de los obispos españoles, el recién elegido Ricardo Blázquez, destacó la contribución singular de Suárez a la democracia, a la reconciliación y a la recuperación de las libertades en España.