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El placer en la red

Hombres y mujeres, hormonal y genéticamente predispuestos a ella

Sitios de Internet para la infidelidad sí impulsan esa práctica, opinan expertos

La monogamia parece más una construcción social y cultural ligada a la conciencia

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VictoriaMilan.comFoto : Tomada de la página de Internet
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de marzo de 2014, p. 3

Los sitios de Internet para la infidelidad sí alientan esa práctica, pues hay hombres y mujeres que hormonal y genéticamente están predispuestos a ella y las nuevas tecnologías les representan una oportunidad, además de que se viven tiempos de cambios culturales y roles de género. Sin embargo, la red no es la causa de la infidelidad, tan vieja como la humanidad.

Los biólogos Armando Ferreira Nuño y Adriana Morales Otal, y el sociólogo y antropólogo Rafael Montesinos, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), comparten algunas reflexiones.

Con el fin de generar diversidad y capacidad de adaptación de su especie a las adversidades ambientales, la mayoría de los mamíferos son polígamos por naturaleza, dice Ferreira, para quien la monogamia parece más una construcción social y cultural relacionada con la conciencia humana.

Coordinador con Morales del libro Avances científicos en sexualidad (UAM), que incluye el capítulo Bases biológicas de la fidelidad, se le pregunta a Ferreira acerca de que en dichos sitios electrónicos las mujeres suelen expresar sus emociones y necesidades sexuales más que los hombres.

La relación sexual en las hembras está muy vinculada con la protección de la cría y la necesidad de afecto. Mientras, en los machos predomina el impulso de aparearse con más hembras y fertilizarlas.

Pondera: En el ser humano está todavía a discusión qué tanto es realmente monógamo por naturaleza, puesto que la poligamia siempre se ha dado, aunque se ha demostrado que hay individuos que tienden a ser más monógamos que otros.

Respecto del estudio de la UNAM que destaca que 25 por ciento de mexicanos y 15 de mexicanas han sido infieles, coincide con Morales en que podría ser mayor. Agrega: Si se presentara una oportunidad, cualquier género podría dudar.

Ferreira considera que con la mayor liberación e independencia de las mujeres, éstas tienen más posibilidad de decidir ser infieles. Las mujeres son muy discretas y difícilmente dirán la verdad en una sociedad controlada por los hombres.

Morales recuerda que hay hormonas ligadas a la fidelidad, como la oxitocina, la vasopresina y la dopamina; que estudios señalan que los niños amamantados disfrutan de un vínculo y apego que al parecer los lleva a ser menos infieles de adultos, y que se ha detectado un gen relacionado con la infidelidad.

Habla del verdadero amor, propone experimentarlo de manera plena, sincera y honesta, y agrega: Se puede estar enamorado unas siete veces en la vida, pero si ese enamoramiento se trabaja día tras día podría convertirse en un amor que perdure.

Autor del libro El mito del amor y la crisis de la pareja (UAM), Montesinos plantea: Más que ver la infidelidad como pecado, habría que darle la importancia y constancia que tiene como práctica sexual en la sociedad moderna, cuando el matrimonio monógamo aún se impone como institución. Sin embargo, igual que la familia convencional, también muestra fracturas.

Dice que la sociedad designa espacios para cada uno de los géneros. El privado para la mujer, el público para el varón. La absoluta entrega de ella al hombre y la familia, y la doble moral de él. Por ello no es de extrañar la infidelidad masculina, sino la femenina.

La liberación sexual de la mujer, señala, le ha permitido reconocerse como sujeto que, según toma consciencia de su persona, decide la manera en que ha de ejercer su sexualidad, sobre todo ante la insatisfacción.

Los hombres, opina, todavía estamos impactados por ese cambio de conducta, ante el cual quedamos inhibidos.