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Comienzo a saldar una deuda con México y el revolucionario, dice Sándor González

Dibujante cubano plasma su fervor por Emiliano Zapata

Retrata al Caudillo del Sur, como una monumental construcción, en un terreno árido

Me siento comprometido por la justicia y la equidad en un mundo cada vez menos equilibrado

Ahora se aboga por lo tecnológico y el oficio, ¿a dónde va?, expresa a La Jornada

Foto
El titán del sur, obra al carbón de Sándor González Vilar (La Habana, 1977), empezó como un dibujo realista, académico y, luego, lo solidifiqué, explica a La Jornada. También ha participado en más de medio centenar de murales al lado de grandes figuras de las artes plásticas de CubaFoto Cortesía del artista
 
Periódico La Jornada
Jueves 27 de marzo de 2014, p. 3

Cautivado por el Caudillo del Sur, el dibujante cubano Sándor González Vilar (La Habana, 1977) decidió retratar a Emiliano Zapata como una monumental construcción inacabada.

De su sombrero, con figura de plataforma, salen varillas, al igual que tres pequeñas figuras que cargan escaleras orientadas hacia arriba. Representan la fe para cruzar los obstáculos de la vida y para subir espiritualmente. En otras partes del dibujo aparecen más de esos hombrecillos con su respectivo cargamento cuyos peldaños remiten a las hileras de balas en las cananas del general revolucionario.

Este Zapata delgado, de apariencia frágil, está envuelto en finos cables –¿o serán telarañas?–, que se confunden con las mismas líneas del dibujo.

A la vez que restringen, dan la impresión de algo a medio terminar. Este Zapata, como el Coloso de Rodas, se alza en un terreno más bien árido, cuyos únicos habitantes son un trío de tumbas, un árbol y un caballo. De su rifle, recargado en el suelo, sale lo que parece ser una bala perdida.

González Vilar, quien luego usa el sobrenombre de Siles una interpretación que le dan a mi firma desde hace 14 años–, hizo El titán del sur al carbón: Empezó como un dibujo realista, académico y, luego, lo solidifiqué, señala.

Cubano y zapatista

Al insistir sobre el tema, González Vilar dice conocer a Zapata desde hace años, pues, “tengo dos ‘hermanos de la vida’ mexicanos y zapatistas. Me cautivé cuando, al conversar con mi padre (el escritor y periodista Omar González) me comentaba la devoción de Carmen (Lira, directora general de La Jornada) por Zapata.

“Soy cubano y un eterno revolucionario, por tanto, soy zapatista también. Como artista y ser humano me siento comprometido por la justicia y la equidad en medio de un mundo cada vez menos equilibrado.

Mi obra siempre estará al lado de aquel que la merezca, sin distinciones. Sencillamente he comenzado a saldar una deuda que siempre he tenido con México y con el Caudillo del Sur.

Egresado de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en La Habana, donde se especializó en grabado, pues, es algo que no se aprende en casa, se considera dibujante más que nada. Y aunque en la actualidad trabaja videoarte e instalaciones con proyectores de 16 y 8 mm, reitera: El dibujo nunca lo abandono.

Sándor González Vilar ha incursionado en varios campos artísticos, desde la escenografía hasta el tatuaje, actividad que dejó como negocio en 1997.

“Desde entonces lo hago por placer. Tatúo lo que quiera, donde quiera y cuando quiera.

Me preocupa ver como cada vez más se aboga por lo tecnológico; las galerías, la inflación, la mercadotecnia imprescindible. Y el oficio, ¿a dónde va? ¿La tinta y el papel, es decir, la mano?.

También ha participado en más de medio centenar de murales junto con las principales figuras de las artes plásticas cubanas. Al respecto, comenta: He recorrido mi isla en compañía de maestros de la pintura, hemos trabajado y aprendido mucho. En el mundo contemporáneo el artista se vuelve más figura. En Cuba seguimos siendo cubanos.

Sándor González Vilar describe su obra como la de un arquitecto frustrado. Sin embargo, no es que le hubiera gustado estudiar arquitectura.

Soy un arquitecto frustrado porque no he logrado construir mucho más que mis pequeñas instalaciones, pero mi obra sí es posible.

Del artista cubano, Antonio Sallas –crítico español, fallecido– dijo sobre su obra en la Feria de Arte Contemporáneo Arco Madrid: La obra de Sándor es como el antídoto, está hecha con el veneno, pero para curar.