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Penultimátum

Irlanda: noche oscura

N

o tuvo el Óscar a la mejor película. Tampoco su protagonista, Judi Dench, el de mejor actriz. Pero Philomena llegó a los cines cuando Irlanda está lejos de cerrar una de sus más negras historias. El año pasado el gobierno expresó su sentida y oficial disculpa a las miles de mujeres que fueron encerradas, estigmatizadas y esclavizadas en las llamadas lavanderías de la Magdalena, negocios administrados por monjas católicas. Pero falta mucho más.

Esa disculpa la expresó el primer ministro, Enda Kenny, en una sesión solemne de la Cámara legislativa. Lo hizo a nombre del Estado y de la ciudadanía a las mujeres detenidas en esas instituciones entre 1922 y 1996. Estuvieron presentes decenas de ellas. Cabe recordar que un perdón que previamente había pedido el gobierno lo rechazaron las víctimas, que exigieron que el Estado irlandés asumiera toda su culpa y su responsabilidad en lo ocurrido.

Además del perdón por la oscura noche que vivieron las esclavas de las Magdalenas, el Estado inició el proceso para determinar qué tipo de compensaciones económicas y de apoyo recibirán las supervivientes. Destacadamente pensiones y servicio de salud y vivienda, habida cuenta que las víctimas salieron de su encierro sin medios para sobrevivir dignamente. Y que no pocas tienen ahora más de 50 años. Se procura que esa ayuda no quede en los costos administrativos o legales sino en las que requieren de ella en forma urgente. Esto para evitar demandas judiciales exigiendo compensación por la complicidad que el Estado irlandés tuvo en el funcionamiento de las Lavanderías de la Magdalena.

Además de ofrecer las disculpas oficiales, el primer ministro Kenny pidió a la sociedad examinarse a sí misma, pues contribuyó durante décadas a crear una Irlanda que se creía buena, temerosa de Dios, un retrato que era ficticio pues era una Irlanda cruel, despiadada, carente de misericordia.

Supervivientes de los abusos en La Magdalena, en una aparición pública. Reuters.

En las citadas lavanderías, denunciadas en la película Las hermanas de la Magdalena (2002), se recluía a mujeres que sufrían problemas de diferente índole bajo un régimen de semiesclavitud, sometidas a trabajos forzados no remunerados y a continuas humillaciones. Entre los motivos que llevaron a la reclusión a unas 10 mil mujeres figuran rechazo de padres adoptivos, orfandad, abusos familiares, deficiencias físicas o síquicas, pobreza y actitudes inmorales.

Las órdenes religiosas que explotaron para su beneficio las lavanderías son: las Hermanas de la Misericordia, las de Nuestra Señora de la Caridad, las de la Caridad y las del Buen Pastor. Ninguna de ellas ha pedido perdón por sus crímenes y menos apoyado económicamente a las víctimas de sus abusos.