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Piden a coterráneos del este dejar la confrontación y desocupar edificios del gobierno

Diputados pro rusos votan por mayor autonomía, pero dentro de Ucrania

Seis vehículos del operativo antiterrorista lanzado por Kiev, en manos de los insurrectos en Slaviansk

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 17 de abril de 2014, p. 21

Moscú, 16 de abril.

Los diputados del Partido de las Regiones (PR) pro ruso del Donbass, como se conoce la cuenca minera y la zona industrial que agrupa las regiones de Donietsk, Jarkov y Lugansk en el este de Ucrania, reunidos este miércoles en congreso extraordinario, se pronunciaron por una mayor autonomía dentro de Ucrania.

El líder regional del PR, Nikolai Levchenko, abogó por mantener la integridad territorial de Ucrania ya que, dijo, los llamados a la secesión equivalen a tirarse por una ventana desde el décimo piso porque no nos gusta cómo trabaja el plomero o el electricista: mejor pongamos nosotros el orden que nos satisfaga.

En una resolución aprobada por mayoría absoluta de los diputados regionales, distritales, urbanos y rurales del PR, apoyan la iniciativa de celebrar un referendo que otorgue más derechos a las regiones del este, que reconozca el ruso como idioma oficial, que suprima la designación de gobernadores desde Kiev y permita elegirlos en votación directa, que les conceda pleno dominio en materia de política presupuestaria, educativa y social, entre otras demandas.

Son planteamientos coincidentes con los hechos antes por el Comité Patriótico de Donbass, que tiene millones de afiliados, pero los diputados reclaman ser reconocidos como único órgano de pleno derecho capaz de expresar la voluntad de los habitantes de Donbass.

Por ello, consideran fundamental poner fin a la confrontación. Pedimos a nuestros coterráneos que depongan las armas y desocupen los edificios administrativos, apuntan en su resolución.

Levchenko, en su discurso inaugural, subrayó que es necesario alejar de una (cada vez más probable) tragedia a la minoría radical de nuestros paisanos, enfriar sus ánimos exaltados, en alusión a quienes participan en las sublevaciones en el este de Ucrania.

La gente que protesta en las ciudades del este –no se diga los hombres armados que encabezan la toma de edificios– no escucha ni a los representantes del gobierno de Kiev que no reconocen ni a sus propios diputados.

Los politólogos ucranios coinciden en señalar que las consignas separatistas y la desestabilización en Ucrania oriental tienen como fin provocar la suspensión de las elecciones presidenciales del 25 de mayo.

Dicen que mientras Ucrania no tenga un presidente electo Moscú no se verá obligado a reconocer a ninguna autoridad, por lo cual podrá insistir en que primero hay que reformar la Constitución y establecer una federación, y sólo después elegir mandatario.

Curiosamente, el primer ministro Arseni Yatseniuk también es de la idea de que la nueva carta magna tiene que estar lista antes de las elecciones de mayo para que el nuevo presidente no trate de adaptarla en su beneficio, aunque difiere en cuanto a que es necesaria una federación y cree que bastaría con delimitar las facultades y aumentar los derechos de todas las regiones.

Quienes están interesados en forzar que los comicios se suspendan o pospongan –aseveran los expertos ucranios– tratan de crear un caos que sólo pueda detenerse decretando el estado de excepción, y que hace imposible llevar a cabo campañas electorales mientras se aplique, y esperan que se produzca un derramamiento de sangre que permita desplegar tropas rusas en el este.

Hasta ahora la operación antiterrorista, según la denomina el gobierno de Kiev, se ha limitado a la recaptura del aeródromo militar de Kramatorsk y a algunos movimientos de armamento y tropas que evitan enfrentamientos directos, cuando se interponen en su camino civiles desarmados.

Así sucedió hoy en Kramatorsk al salir numerosos habitantes locales, mujeres incluidas, al encuentro de un convoy de carros blindados. El resto de la información es muy contradictoria, según cual sea la fuente (el ejército ucranio o las milicias del este).

En resumen: seis vehículos están bajo control de los insurrectos en Slaviansk, a 15 kilómetros de Kramatorsk, sea porque los convencieron de cambiarse de bando o porque se negaron a abrir fuego contra los civiles desarmados que iban delante de los hombres armados, de acuerdo con las milicias, o porque forma parte de una operación encubierta para poder llegar a Slaviansk sin enfrentarse a nadie y hasta con banderas de Rusia, conforme a la extravagante versión de un vocero castrense.

Más tarde, las milicias informaron que otros cinco vehículos del ejército ucranio se encuentran estacionados en las afueras de Kramatorsk, y hay fotos de mujeres de la ciudad que les llevan comida, al tiempo que los militares difundieron la noticia de que cuatro carros blindados –no precisaron si se trata de los que estaban en las afueras, o de los seis retenidos, o son otros– rompieron el cerco humano después de que un oficial ucranio amenazó con hacer explotar una granada y se dirigieron sin problemas al aeródromo.

Por ahora, como en toda guerra informativa, prevalece la confusión. Y si esta guerra llega a perder el adjetivo, es inevitable que comiencen las bajas, es decir, los muertos y heridos. ¿Hasta dónde se puede tensar la cuerda de la confrontación sin que reviente en una contienda? Nadie sabe la respuesta.