Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 20 de abril de 2014 Num: 998

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Gracias, Doris Lessing
Esther Andradi

Helena Paz Garro,
in memoriam

Vilma Fuentes

La partida de Amiri
Baraka y Leroi Jones

Juan Manuel Roca

La puerta se cerró
detrás de ti

Diego Arturo Robles Barrios

Caída de ángeles
y demonios

Antonio Rodríguez Jiménez

El imposible adiós a Georges Brassens
Rodolfo Alonso

Dos poemas/canciones
Georges Brassens

Un reality show
marciano: misión
mars one

Norma Ávila Jiménez

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Arte degenerado: el ataque contra el arte moderno,
Alemania 1937 (I DE II)

El artista reprimido que llegó a canciller

Aunque parezca un chiste, el arte era una preocupación seria de Adolf Hitler, pintor de acuarelas fracasado (dos veces rechazado por la Academia de Bellas Artes de Viena) y Fürher und Reichskanzler alemán entre 1933 y 1945. Pero hay que señalar que sus pinturas no eran tan ridículas ni torpes como las de George W. Bush, otro genocida recientemente convertido al arte. Muchas veces se ha especulado sobre la forma en que la frustración artística de Hitler se relacionó con su antisemitismo rabioso, con su desprecio de la élite cultural, con su peligroso populismo conservador y con su obsesión por el diseño de la imagen nazi (desde la esvástica hasta la arquitectura, pasando por toda la parafernalia) y su clara visión de vincular un discurso estético con uno político. Hitler reivindicaba el culto a un neoclasicismo germánico y despreciaba el arte moderno por sus tendencias “extranjerizantes”, su estética decadente pequeño burguesa y paradójicamente su bolchevismo, comunista y cosmopolita (los bolcheviques a su vez censuraban a otros artistas por ser pequeños burgueses y cosmopolitas). Para Hitler, el modernismo era contrario a los valores nazis, por esta razón ordenó purgar el arte degenerado de las principales colecciones alemanas. Al final del proceso fueron confiscadas alrededor de 20 mil obras, entre las que se contaban pinturas de Paul Klee, Max Beckmann, Otto Dix y Oskar Kokoschka; algunas fueron almacenadas, otras destruidas y unas más vendidas (algunas de ellas a precios de risa debido a que inundaron el mercado del arte moderno, oportunidad que aprovecharon instituciones como el Museo de Arte Moderno de Nueva York para enriquecer sus ahora prodigiosas colecciones). La purificación artística anticipó la persecución, expulsión y eventualmente encarcelamiento y asesinato de numerosos artistas e intelectuales.

El gran show

Joseph Goebbels, el ministro del Reich para la iluminación del pueblo y la propaganda, creía en un expresionismo “nórdico”, como el que veía en Emil Nolde, un artista que siempre trataba de complacer al régimen. Goebbels quería que este estilo se volviera el arte oficial del Reich; sin embargo, en una visita a su casa, Hitler vio cuadros de Nolde y lo regañó por tener el gusto desviado. Inmediatamente Goebbels renegó de su modernismo, se deshizo de esas obras y destruyó la carrera de Nolde. Goebbels quiso demostrar que era el peor enemigo del arte moderno, por lo cual inauguró, el 19 de julio de 1937, una gran exposición en Munich llamada Entartete Kunst o Arte degenerado, que consistía de 650 cuadros y esculturas, algunas obras maestras y otras piezas menores de las corrientes dadaísta, expresionista, cubista, surrealista y abstraccionista. La idea venía de una exposición organizada para denunciar, ridiculizar y humillar al arte moderno que tuvo lugar en Dresde en 1933. Entartete Kunst era deliberadamente caótica, las obras se mostraban amontonadas en los muros de un museo de arqueología, acompañadas de textos irónicos y los supuestos precios pagados por ellas (“con los impuestos del pueblo alemán”). Este ataque recuerda a cierta crítica mexicana de arte contemporáneo que se dedica a lanzar ataques ad hominen, llamar al linchamiento literal de artistas e imaginar descabelladas teorías conspiratorias del poder gubernamental detrás del éxito o el fracaso de ciertos artistas.

Censura y genocidio

La Neue Gallery de Nueva York ha organizado una pequeña pero poderosa muestra de la esquizofrenia y confusión cultural nazi: Arte degenerado: el ataque al arte moderno en Alemania en 1937, en la cual se hace un recuento de las estrategias represoras seguidas por el Reich en contra del Bauhaus (la escuela de arte que creía en un arte total, y que dirigió Mies van der Rohe desde 1930 hasta su desaparición), del grupo Die Brücke (considerados como los padres del expresionismo) y más tarde contra todos los artistas considerados degenerados. Sin sutilezas, el curador Olaf Peters establece el vínculo entre la censura y el genocidio. En una pared se muestran las largas colas de asistentes al show y en otra las masas que son llevadas a Auschwitz. Entre todas las atrocidades cometidas por los nazis, podríamos decir que su ofensiva contra el arte moderno es un asunto menor; sin embargo, las obsesiones estéticas del nazismo jugaron un papel central en la seducción popular y prepararon el camino para la estetización del genocidio.

(Continuará)