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De nuestras Jornadas

Iglesia y compromiso social

E

l duro discurso de un sector de la Iglesia católica, cuando denuncia el calvario que padecen los migrantes centroamericanos en suelo veracruzano, deja ver no sólo la fea cara de su terrible circunstancia; además valida la existencia de un movimiento interno en el cuerpo eclesial que le da el vigor, la frescura y habla de una institución que, si bien permanece anquilosada en la inmensa mayoría de su cúpula, en otra existe una corriente que sintoniza con los múltiples problemas que aquejan a la población.

En diversos aspectos relacionados con la circunstancia veracruzana, esa Iglesia, que tiene como una especie de vocero al padre Alejandro Solalinde, aborda pública y activamente el complejísimo tema de la migración con la ominosa vertiente de la presencia de la delincuencia organizada.

Con todos los riesgos personales que ello implica, el representante de la casa del migrante Hermanos del Camino, junto con fray Tomás González Castillo, del asilo La 72, de Tenosique, denuncia la pasividad de los tres niveles de gobierno ante los ataques a migrantes en las vías del ferrocarril, circunstancia que a su juicio convierte a la entidad en la ruta migratoria más violenta, incluso por arriba de Tamaulipas.

Lo novedoso en esa permanente situación de conflicto y crisis humanitaria es la denuncia penal del gobierno contra Ferrocarriles del Sur (Ferrosur) y Ferrocarriles del Istmo (FIT) por permitir que los vagones de carga sean utilizados como peligrosos vehículos de viaje.

Otro caso de una Iglesia puesta del lado de la gente es la del presbítero Julián Verónica González, quien ha recibido amenazas junto con grupos ambientalistas por su oposición a la construcción de la hidroeléctrica de El Naranjal, en la zona centro del estado.

Aunque en este caso –extrañamente no en el de los migrantes– los obispos de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social demandaron en fechas frecientes medidas de protección y seguridad para los involucrados en la defensa ambiental, la jerarquía católica les está quedando a deber a los veracruzanos un mayor nivel de compromiso ante su dura realidad.