Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 27 de abril de 2014 Num: 999

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Hasta siempre, Gabo
Mercedes López-Baralt

El coronel siempre
tendrá quien le escriba

Juan Manuel Roca

Tres huellas para volver
a García Márquez

Gustavo Ogarrio

Gabriel García Márquez:
la plenitud literaria

Xabier F. Coronado

La saga que
Latinoamérica
vivió para existir

Antonio Valle

García Márquez
y la sensualidad
de la lengua española

Antonio Rodríguez Jiménez

Situación de
estado de sitio

Yannis Dallas

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
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Luisa Josefina Hernández,
la vitalidad de Los grandes muertos

El conjunto de obras titulado Los grandes muertos, que dirige José Caballero, es un homenaje que la Compañía Nacional de Teatro le rinde a una de nuestras más grandes autoras mexicanas: Luisa Josefina Hernández, una de nuestras dramaturgas más importantes por la hondura de su obra, su pedagogía y su innovadora visión del teatro.

Sería políticamente correcto decir “aurtoras”, pero el mundo de Luisa Josefina no se rige por ese desafío que le tiene sin cuidado a la literatura de largo alcance, de largo aliento: ser hombre o mujer. La dimensión de la obra, del pensamiento y el saber hacer del teatro la sitúan como una de las grandes tradiciones de nuestro pensamiento literario.

La CNT ha puesto al alcance un material muy completo para entender uno de los trabajos dramatúrgicos más ambiciosos de la escritora. Es una obra de largo aliento que se ha escrito en el curso de una vida, como explica por escrito la dramaturga a la periodista Alegría Martínez. Aunque sabemos que se trata de Campeche, en realidad se dice: en un lugar del sureste.

El repertorio está conformado de la siguiente manera: El galán de ultramar, seguido por La amante; Fermento y sueño, seguido por Tres perros y un gato y La sota, seguido por Los médicos, y todas tienen que ver con un mundo en extinción fuera de la península, pero de tremenda actualidad en su interior. Es la historia de la familia Santander en el estado de Campeche de 1862 a 1909, casi medio siglo que se detiene en los albores de una Revolución mexicana que dejó intacto el mundo en esa latitud.


Escena de Los grandes muertos

Los grandes muertos es una recolección de historias que “mi madre siempre me contaba –dice en entrevista–. Al cambiar el siglo, ya en 1999, sentí que ese material no debía perderse, porque tiene un fuerte valor emotivo y también informativo. No he seguido las historias como ocurrieron, rescaté el carácter, el valor de muchas acciones, los sentimientos de las personas y, claro, el ambiente”.

Refiere que toda su familia es campechana, aunque la distancia y el tiempo son los filtros de su mirada: “fui a Campeche muchas veces antes de mis veinte años, antes de 1948, debería decir, y una sola vez en 1949. Después regresé en 1969 y luego, hasta este siglo, en varias ocasiones. “Se dice que Campeche, hasta los años sesenta, vivía en un atraso de doscientos años. Siendo así, no es difícil escribir sobre el siglo XIX. Las casas no cambiaron, las familias tampoco, sólo la gente iba desapareciendo. Quise, a mi manera, hacerles un homenaje de recuerdos para que vivan siempre.”

José Caballero ha puesto en escena seis de un total de once, con total libertad. La autora considera que su mirada literaria debe quedar en manos de la imaginación escénica. Signo de identidad de la dramaturga que ha dicho muchas veces que escribe por encargo. Efectivamente le encargan obras (que no escribe para cualquiera) dotadas de esa vida propia que consiste en ofrecer espacios de libertad para que el director pueda imaginarlas y, por qué no, reescribirlas. Incluso los actores tienen esa licencia, como se hace con una prenda que no da la talla. Aunque dicen que hace obras a la medida de los actores que las interpretarán.

Aparentemente todo es muy sencillo para ella y ahí radica el misterio. Una creación potente, de gran diálogo con la tradición de pensamiento, filosófica y literaria, no sólo en nuestra lengua, que dota a sus obras de una familiaridad que hace reconocibles a los autores clásicos. Ese aire de familia distingue a sus obras.

Logró combinar la docencia con el desarrollo de una teoría teatral, que incluye como base los trabajos de Eric Bentley y Kitto, así como componer con enorme maestría para la escena y sobre la escena, además de lograr un desarrollo en la narrativa que no ha tenido el reconocimiento institucional y de público que merece, dado que en el ámbito académico y de la crítica literaria se reconocen sus alcances y el interés permanente de titularse en los postgrados de Letras con algún análisis sobre su vasta ficción. Cuesta trabajo creer que de las veintisiete novelas que ha escrito, diez permanecen inéditas.

Este fin de semana, previa reservación porque el cupo es limitado, se podrá ver el conjunto de estas obras y hasta el 4 de mayo, en la Sala Héctor Mendoza en Coyoacán. El orden de los cinco montajes no altera el producto final. Los horarios están en la página web de la CNT. Después se van a Campeche, del 16 al 18 de mayo.