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¿Por qué lo único que se escucha del partido son pleitos?
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Festejo de los contendientes panistas con familiares e integrantes de sus respectivos equiposFoto Cristina Rodríguez y Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de abril de 2014, p. 16

Con las reformas del país en vilo por sus disputas internas por el poder en Acción Nacional, los aspirantes a la presidencia del partido, Ernesto Cordero y Gustavo A Madero, se confrontaron, casi sin tregua, en el único debate de la contienda.

Fue un encuentro en el que ambos, en sus afanes de presentarse como panistas casi inmaculados, siempre hicieron presente al PRI, citado casi como maldición y fuente de todos los males partidistas.

Sin embargo, los adversarios se empeñaron en recordarse sus vínculos priístas. Apenas en los albores del debate, Cordero le recriminaba a Madero, sin concesión alguna, encabezar una propuesta de continuidad de una dirigencia alejada de su militancia, de un partido sin rumbo que no se distingue del PRI; la continuidad de una dirigencia que se avergüenza de su historia.

Madero, con el rostro descompuesto y casi furibundo, increpó a su contrincante: Cuando tú fuiste secretario de Hacienda doblaste el presupuesto de los gobernadores, en especial el de Peña Nieto, le doblaste un 100 por ciento, de 90 mil a 180 mil millones de pesos. Lo grave no fue eso, sino que se hizo sin restricción de transparencia ni rendición de cuentas, pavimentándole el camino para que el señor pudiera anunciarse en todos lados y ganar la Presidencia.

Llegaron al debate en medio de una danza de encuestas que auguran un final de la campaña más polarizado. Llegaron también con un candidato opositor (Cordero) amonestado por la comisión electoral por presuntas prácticas de guerra sucia.

Ya desde antes de celebrarse, el jefe de campaña panista, Max Cortázar, deslizaba suspicacias porque no se había hecho lo necesario para garantizar las transmisiones, pues les habían denegado su propuesta de contratar una hora de satélite.

Quienes lo vivieron, los viejos panistas, auguran que la disputa interna ha alcanzado tal polarización que sólo tiene precedente en aquellas luchas del Foro Doctrinario, en los años 80, o cuando fue imposible postular candidato presidencial en 1976, por la confrontación interna.

El debate sólo corroboró que la disputa por el poder en el PAN será sin concesiones. Y en aras de alcanzarlo no ahorraron imputaciones a su adversario, eso sí, siempre como el matiz de pugnar por la unidad partidista.

Hay visiones patrimonialistas a las que nos hemos opuesto; hemos desmantelado esos cacicazgos, esos supuestos dueños del partido que son los custodios del Santo Grial para democratizarlo, reivindicó como logro Madero.

Esa perspectiva del partido fue descalificada por Cordero: ¿por qué lo único que se escucha del PAN son pleitos, riñas, conflictos internos? Porque la unidad se rompe cuando tenemos una dirigencia que no respeta a su militancia; cuando no se respeta ni la palabra ni los estatutos; cuando la dirigencia permite que se manipule el padrón con afiliaciones masivas para ayudar a sus amigos o cuando se defiende más al PRI de Peña Nieto que a los gobiernos del PAN.

Tampoco hubo concesiones en el contraste de cifras sobre la situación electoral del partido. Los números lo mismo servían para hablar de una etapa desastrosa electoralmente en los pasados años, a decir de Cordero, o una recuperación consistente que permite proyectar el retorno a la Presidencia en 2018, según Madero, quien de plano desempolvó su árbol genealógico para presentarse como demócrata de pura cepa.

Para Cordero, su contrincante es un panista entregado al gobierno: Aquí, en la casa de los panistas, pues sí somos muy enjundiosos y decimos que queremos desmantelar al PRI, pero afuera decimos que Peña sí cumple, que Peña nos cautivó...

Son los tiempos del PAN en su disputa por los despojos partidistas que les heredó perder la Presidencia.