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Temas nucleares
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etomo el repaso de las cuestiones nucleares. En 1945 el mundo cambió para siempre. La Segunda Guerra Mundial llegó a su fin, los aliados victoriosos se repartieron Alemania, dividieron Europa y crearon la Organización de Naciones Unidas (ONU) para mantener la paz y la seguridad internacionales. Además, Estados Unidos ocupó Japón. Pero lo más significativo de ese año fue la aparición de las armas atómicas o nucleares.

Ese año Estados Unidos fabricó los primeros artefactos nucleares, ensayando uno en julio y lanzando en agosto sendas bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Washington tenía el monopolio de las armas nucleares pero sabía que otros las adquirirían. Propuso evitar esa proliferación y, a la vez, promover el uso de la energía nuclear con fines pacíficos bajo un sistema de control internacional.

Llevó a la ONU su propuesta en 1946, pero rehusó eliminar su pequeño arsenal nuclear. La Unión Soviética insistió en un desarme total, pero algunos en la administración del presidente Harry Truman optaron por mantener ese arsenal. Se desperdició así una oportunidad única de lograr un mundo sin armas nucleares.

En esos años empezaron a aparecer serias diferencias entre Moscú y Washington, sobre todo en cómo tratar a ciertos países europeos. Esas diferencias fueron exacerbadas por la actitud un tanto beligerante de Truman, actitud triunfalista que el presidente George H. W. Bush repetiría casi medio siglo después tras la caída del Muro de Berlín.

Cabe recordar que la alianza militar de Londres, Moscú y Washington había resultado en la victoria sobre Alemania. Pero hay que tener muy presente que ese triunfo sólo fue posible debido a los esfuerzos y sacrificios del ejército soviético. Un dato: la Segunda Guerra Mundial resultó en la muerte de unos 50 millones de seres humanos, de los cuales más de la mitad fueron soviéticos.

La cooperación entre los tres principales aliados terminó con la rendición de Alemania. La guerra contra Hitler los había unido y la paz en Europa los convirtió en rivales. Surgió la guerra fría, que se lucho en varios frentes.

Para empezar, la guerra fría fue una contienda ideológica; cuando menos así lo indicaba la encendida retórica del campo socialista y del campo capitalista. Salvo en contadas ocasiones (Berlín en 1948 y la crisis de los misiles en Cuba en 1962), Washington y Moscú nunca estuvieron frente a frente en un conflicto. Eso sí, fueron muchos los conflictos en los que se pelearon por conducto de terceros países (Corea y Vietnam, entre otros). También intervinieron militarmente para mantener el statu quo (Hungría y Checoslovaquia), o con dinero para evitar la llegada al poder de algún partido político (Italia en 1948).

Pero el componente más peligroso de la guerra fría sin duda fue la desenfrenada e irracional competencia armamentista, incluyendo las armas nucleares, entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En agosto de 1949 la URSS se convirtió en el segundo Estado en adquirir una capacidad nuclear, al detonar un artefacto cuyo diseño fue casi idéntico al del primer ensayo estadunidense. El espionaje dio resultados concretos.

Para esas fechas Washington ya había decidido crear un sistema de seguridad paralelo al previsto en la Carta de la ONU. Establecida en abril de 1949, la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) tuvo como finalidad la defensa de Europa occidental ante una posible invasión soviética. Sus miembros se comprometen a defenderse mutuamente, incluyendo el uso de fuerzas armadas y de armas nucleares.

Tras la incorporación de Alemania Occidental a la OTAN en 1955, la Unión Soviética estableció su propia alianza militar, el Pacto de Varsovia. Para entonces el Reino Unido ya había ingresado al club nuclear (1952) y Francia lo haría en 1960. Ambas potencias tuvieron que ensayar sus artefactos fuera de sus fronteras: Londres en Australia y París en Argelia.

Esas agrupaciones militares socavaron el papel de la ONU, intensificaron la competencia entre Este y Oeste y asignaron un papel preponderante a las armas nucleares. Además, no pocos observadores insistieron en que debilitaban la política adoptada por Washington hacia Moscú, la contención de la URSS.

Esa política fue sugerida por George F. Kennan, el encargado de negocios de la embajada estadunidense en Moscú, en febrero de 1946 en un largo telegrama al Departamento de Estado. Diplomático de carrera, hablaba ruso y era estudioso y admirador de la cultura rusa. Conocía como pocos diplomáticos la mano dura y los excesos de José Stalin (estuvo en esa misma embajada 15 años antes), pero conocía también la historia de ese país y las guerras que tuvo que luchar contra sus vecinos occidentales.

Según Kennan, la URSS no era por naturaleza expansionista, aunque sus dirigentes a veces se dejaban llevar por la ideología comunista. Lo importante era tratar de disuadirla de emprender aventuras extranjeras, mediante una política firme de contención.

No debe sorprendernos que Kennan se opusiera a la creación de la OTAN y luego a su expansión en 1955. Kennan también estuvo en contra de la guerra de Vietnam, del militarismo del presidente Ronald Reagan y de la ampliación de la OTAN hacia Europa oriental (Hungría, Polonia y la República Checa) que decidió el presidente Bill Clinton en 1997. Aunque hay versiones contradictorias, dicha ampliación parece haber violado un acuerdo entre Washington y Moscú de que la OTAN no reclutaría a nuevos miembros en Europa oriental. Kennan consideró esa ampliación de la OTAN como una provocación innecesaria y peligrosa.

Todo esto y mucho más lo describe el historiador John Lewis Gaddis en su magnífica biografía de Kennan que se publicó en 2011. En 1981, cuando Kennan tenía 78 años, acordaron que Gaddis escribiría la biografía en el entendido que se publicaría tras la muerte de Kennan. Pero éste tenía 102 años de edad cuando falleció en 2005. En más de una ocasión le pidió a Gaddis que le disculpara su longevidad.

Las ideas de Kennan nos ayudan a entender la actitud de Rusia hacia Ucrania y la OTAN.