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Su mamá la busca, igual que varios padres que han perdido a sus hijos

A Lilly Sánchez se la llevaron a jalones de un supermercado ante varios testigos
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de mayo de 2014, p. 19

Lilly Samarí Sánchez Sánchez tiene 16 años. Es delgada, de ojos grandes y lleva un piercing en la oreja izquierda. Es todavía una niña, dice su mamá, Lourdes Lilia Sánchez, quien sostiene un cartel con la foto de su hija, en el que se lee que desapareció el pasado 7 de febrero en la ciudad de México.

Las últimas personas que la vieron en un supermercado dicen que un sujeto forcejeó con ella y a jalones se la llevó. Nadie sabe más. Su mamá estuvo este 30 de abril, Día del Niño, junto con otros padres y familiares de niños robados y desaparecidos, en el Ángel de la Independencia. Es nuestro regalo para ellos; para que estén presentes aunque están ausentes, dijo María Elena Solís, fundadora de la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos, quien organizó la reunión.

A la nieta de Solís la hurtaron cuando tenía dos años. Lograron recuperarla luego de que quien la robó la vendió a una familia de Xochimilco y ésta la bautizó. Ahora ella, quien tiene 21 años y también se llama Elena, colabora con la organización, que no sólo ayuda a buscar a menores de edad, sino también a adultos y personas mayores, debido a que ha registrado un aumento en el número de reportes que recibe sobre la desaparición de adultos y jovencitas, señala la fundadora del organismo.

Se perdió su rastro el día que iban a mudarse al DF

Un caso es el de Horacio Castillo Reyes (47 años) y su hijo Horacio Castillo Herrera (24 años). Vivían en Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde se perdió su rastro el pasado 15 de abril, justo el día en que iban a mudarse al DF. Su hija y hermana –que han recibido amenazas al buscarlos, razón por la que pide que su nombre no se cite– han intentado sin éxito contactarlos por teléfono e Internet. Después de insistir con llamadas telefónicas, un hombre contestó el celular de su padre. Dijo que había encontrado el aparato. Volvimos a llamar y dijo que dejáramos de estar chingando o que también nos iban a matar.

Las autoridades del estado de México no han recibido su denuncia porque argumentan que debe levantarse en Tamaulipas.

El pasado 7 de febrero, la mamá de Lilly fue por ella a la escuela a la ahora de la salida. Su hija le dijo que habría una clase extra y que debía quedarse. Todos los alumnos estaban saliendo del colegio para avisar a sus padres, luego de lo cual podrían reingresar a las instalaciones. Lilly, quien ya estaba afuera, quería ir al baño, así que fue con una amiga al Superama que se encuentra en Maximino Ávila Camacho, en la delegación Benito Juárez, frente a la escuela. La mamá cuenta que sólo regresó la amiga, pálida, así que fue al centro comercial a buscar a su hija. No encontró a nadie, pero hubo testigos que le dijeron que un sujeto se llevó a Lilly usando la fuerza.

No paraba de vomitar, de estar nerviosa, de llorar todo el tiempo, de intentar recordar con quién se podría haber ido, quién se la podría haber llevado, relata Lilia, madre soltera, quien tiene otro hijo, de 10 años. Trabaja con un arquitecto y está estudiando una carrera.

Debemos apoyarnos todos los padres de familia que estamos en esta situación. En esta ciudad, en la que pasan tantas cosas, la gente no quiere arriesgarse y no se involucra. Yo lo entiendo. Es mi responsabilidad como madre, dice Lilia, y se queda otro rato bajo el sol con su cartel, que forma parte de un collage de fotos sostenidas por otros padres y hermanos que buscan a los suyos. Unos son del DF, otros de Tlaxcala o del estado de México. Unos traen zapatos, otros huaraches y otros bastón. A todos les falta alguien y no dejan de buscarlo.