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Galeano: luchar, crecer y transformar la realidad
L

legará un día en el que caminemos juntos, no habrá más patrones y tampoco explotación en nuestra madre tierra, dijo con entusiasmo el tojolabal Alberto en esa tarde de lluvia, cuando se refería a los miembros de la sociedad civil simpatizantes con la lucha. Con inmensa seguridad lo decía este hombre, quien organizó a los pueblos de esa región durante los años previos al 31 de diciembre de 1994.

El asesinato a mansalva de José Luis Solís López, Galeano, maestro de la Escuelita Zapatista, el pasado 2 de mayo, constituye no sólo un ataque a una familia, al caracol de La Realidad y a la región indígena de la Selva Lacandona, sino también al proyecto de autonomía de las comunidades en resistencia de Chiapas y su relación con la sociedad civil nacional e internacional. ¿Cuál es la relevancia y dimensión del asesinato de Galeano? ¿Cuáles serían las implicaciones para la organización y para los estudiantes que han asistido a la iniciativa rebelde?

La emboscada del grupo paramilitar que opera con el nombre de Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos Histórica provocó la suspensión indefinida de los actos programados para mayo y junio, así como la intención de las comunidades en resistencia de compartir, de forma directa, no sólo el proyecto político de la autonomía, sino también del altermundo indígena y campesino. Es decir, la transmisión de la sabiduría indígena que despertó con la concientización, movilización e insurgencia desde 1974, 1984, 1994. Ese esfuerzo que se consolidó con las Juntas de Buen Gobierno en 2003 y que ha completado lo inédito en la región y quizá en el mundo: sostener autoridades ejidales, espirituales, militares y civiles. El maestro Galeano fue un guardián y corazón del pueblo, encargado de resguardar y sembrar la memoria colectiva. En su trabajo tradujo la ‘ab’al, que en tojol’ab’al significa la palabra escuchada, para que los estudiantes y, por tanto, la gente del mundo urbano, aprendieran de la resistencia y la cultura indígenas. Galeano, como los demás maestros, son los puentes del kentik, del nosotros, entre esos dos mundos y que en respuesta a la destrucción social nacional e internacional en marcha, hace al diálogo entre ambas cosmovisiones pertinente y necesario.

Con el asesinato de uno de los corazones de la resistencia indígena de Chiapas se ataca también a los 5 mil alumnos de múltiples culturas y países. Se detiene indefinidamente su proceso de transformación a través del altermundo donde vive y resiste, lo que los tojolabales (y los demás pueblos mayas en cada idioma) llaman el lajan lajan aytik; es decir, el estamos emparejados, el equilibrio en una familia, colectivo, comunidad. Para ellos, es ahí donde se construyen, en la lucha cotidiana, la solidaridad, hermandad, fraternidad que dentro de la comunidad se devela como jlekilaltik, nuestro bien común. Se trata de un proceso único de enseñanza para aquellos que están abiertos y con voluntad de acercarse a una experiencia vivencial en el mundo indígena, no como opción política o suerte de charlatanería, sino como fuente de conocimiento, sabiduría y compromiso.

Para esto, desde hace casi nueve años la organización rebelde preparó a los miembros de sus comunidades y a aquellos de afuera consecuentes con sus acciones y palabras. Eso se llama: La Sexta Declaración de la Selva Lacandona y la otra campaña. Abrir las puertas de las comunidades poco o nada es fácil sin que antes exista un proceso de entendimiento entre indígenas y los que no lo son. Así, quienes no nacimos en la cosmovisión indígena el reto ha sido aprender a escuchar la historia de los rebeldes, a sentir como los campesinos y a respetar su cultura. Ellas y ellos de la ciudad entraron a las comunidades y se dieron cuenta de que para comprender del mundo indígena en resistencia es preciso no sólo abrir los ojos y oídos, sino también la mente y los sentimientos. Un colectivo de alumnos que a pesar de los tropiezos dentro y fuera de las comunidades está dispuesto a adquirir una actitud humilde y crecer en el núcleo de la resistencia, en la realidad. ¿En búsqueda de qué? ¿Para qué? Probablemente existan más preguntas que respuestas; sin embargo, las notas apuntadas en las libretas han sido sólo unas cuantas semillas que empujan un proceso de liberación de la opresión, explotación, dominación y discriminación. Esas larvas, que han sido erradicadas de las familias en resistencia, que siguen viviendo y reproduciendo con distintas máscaras y colores en la sociedad dominante y la que es padecida por la mayor parte de la población mundial: la modernidad del modo de producción capitalista.

Es quitarse la venda y la paja de los ojos, decía Alberto mientras el fuego que hervía el maíz en el fogón le iluminaba la mitad del rostro en esa noche fría y lluviosa de otoño. La metamorfosis, que está ahora pendiente, implica hacer a un lado el mundo urbano por un breve tiempo y sus estructuras cuadradas para hacer inmersión en la vida campesina de los pueblos campesinos mayas. Las experiencias vivenciales en comunidad humanizan, sensibilizan y detonan el cambio radical e irreversible. Sencillamente, las estructuras se rompen, otras nuevas nacen y se moldean a la realidad.

Los próximos homenajes al maestro Galeano el 24 de mayo son la oportunidad para no sólo denunciar el asesinato, nombrar al caído y exigir justicia, sino también para expresar creativamente textos y arte que den testimonio de lo aprendido en la Escuelita. Esas serían las pequeñas semillas que con el tiempo de la lluvia entrante en la realidad abran una vez más las tierras, puertas y corazones de los Galeanos y las comunidades en resistencia de la selva y los Altos de Chiapas. Entonces sí, continuaría en la realidad y en la geografía rebelde ese crecimiento, paz y esperanza que tanto necesita la humanidad.