Opinión
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La politización de la Corte
A

juzgar de un número creciente de especialistas, la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos ha jugado un papel preponderantemente político en los últimos cinco años, con decisiones cuyo alcance han puesto seriamente en cuestión el prestigio y la supuesta neutralidad de esa institución.

Desde su creación en 1789, la Suprema Corte fue pensada como ‘instrumento para dirimir controversias en el ámbito constitucional entre el ejecutivo y el legislativo”. De acuerdo con la Constitución, los ministros de la Corte son nominados por el Presidente y confirmados por el Congreso. Es difícil, por tanto, que la selección de sus miembros carezca de cierto barniz ideológico y sean totalmente imparciales en sus decisiones. A pesar de ello, desde su creación, la Corte ha logrado cumplir con sus objetivos de equilibrar las decisiones de gobierno con el espíritu de la Carta Magna, procurando no inclinarse en sus juicios con la ideología de uno u otro partido político.

Los presidentes nominan a los ministros de la Corte, no sólo a partir de sus cualidades como juristas, sino también por consideraciones ideológicas. Sin embargo, la experiencia ha sido que una vez en la Corte los ministros no necesariamente han sido sumisos en sus decisiones a la ideología del presidente que los nominó. Ha sido frecuente que jueces designados por presidentes conservadores fallen decisiones liberales y viceversa.

No obstante, es evidente que en los últimos años, principalmente los ministros conservadores han antepuesto la ideología a la realidad social. Hoy la Corte es un reflejo de la marcada polarización en el Congreso, y consecuentemente algunos de sus fallos más recientes son una calca de la profunda división que en especial caracteriza a la Cámara de Representantes. Invariablemente los cinco jueces conservadores votan en favor de todo aquello que favorezca, provenga o se parezca a las iniciativas promovidas por legisladores del Partido Republicano. En consecuencia, los cuatro jueces liberales alinean su voto con las causas representadas en el Congreso por el partido Demócrata. La relativa independencia de la Corte se ha perdido, y los veredictos de los jueces invariablemente han estado en la línea ideológica de quien los nominó. Dos ejemplos recientes: la decisión de los cinco jueces conservadores de abrir las compuertas del dinero sin límite a las campañas políticas y la de exigir diversos documentos a la hora de votar, cuyo último fin es restringir el voto de afroestadunidense y latinos, estuvieron a tono con la ideología de los presidentes republicanos que los nominaron. Según diversos constitucionalistas, esas decisiones han sido un craso error que pone en entredicho la estructura democrática del Estado.

Al final del camino, el asunto importa porque los fallos de la Suprema Corte no sólo dirimen controversias en el ámbito constitucional, sino porque delinean el perfil social, cultural y económico del país que prevalece durante muchos años, por no decir generaciones.