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Andanzas

La fille mal gardée, CND

E

l 14 de este mes, la Compañía Nacional de Danza (CND), con la dirección de Laura Morelos, en el Palacio de Bellas Artes, se adjudicó un éxito más con la presentación del ballet La fille mal gardée (La chica mal educada o mal guardada), del siglo XVIII, que arrancó risas y aplausos ensordecedores de un público familiar lleno de chiquillos con la sonrisa a todo meter.

La obra, que narra los pormenores de una intriga amorosa de tres jóvenes en conflicto, estrenada en Burdeos, Francia, en 1789, curiosamente en plena revolución, es considerada una de las más antiguas del repertorio del ballet clásico tradicional.

La fille mal gardée se distingue por el uso, en boga en aquella época, de la pantomima teatral, que el ballet asimiló en casi todas las obras hasta el siglo XIX, incluso del siglo XX. Este ballet, de gran arraigo en el mundo, ha sido tratado musical y coreográficamente en infinidad de ocasiones a lo largo de dos siglos, sin perder su frescura y aceptación, y guardando siempre su tema central.

La música ha sufrido cambios y transformaciones, afortunadamente para mejora de la unidad de la obra. La partitura original se perdió hace mucho tiempo, pero quedaron fragmentos y permaneció hasta el presente la música de Herold, Lanchberry y Hertel. El ballet se restrenó en 1828 con música de Ferdinand Herold y coreografía del célebre bailarín y coreógrafo Jean Dauverbal, en la Ópera de París.

Esta versión se presentó en Nueva York en 1838, y en 1842 fue interpretada por la famosa Fanny Essler como Lisa, en la función de su despedida del escenario, con un éxito apoteósico. En 1864, de la mano maestra de Marius Petipa y Lev Ivanov, con la música de Peter Ludwig Hertel, empleada en una coreografía repuesta totalmente con el título de Inútiles precauciones, se usaron adiciones musicales de Leo de Lives, Minkus, Cesare Pugni, Drigo, etcétera, y el éxito formidable parece haber dejado esta versión de Petipa como la más favorecida de los posteriores coreógrafos y compañías del siglo XX, excepto la del inglés Frederick Ashton para el Royal Ballet.

Lisa fue también el papel preferido de Ana Pavlova, quien mantenía la obra en el repertorio de su compañía viajando por todo el mundo durante años, donde Enrico Cechetti, frecuentemente interpretaba a mama Simone, papel para varones desde el origen de la pieza.

Infinidad de compañías importantes han interpretado La fille mal gardée en todo el mundo, como la compañía de Mordkin, o Lucia Chase y Dimitry Romanoff, con el Ballet Theatre, contando con diversas revisiones y cambios de artistas, como Broinislava Nijinska. En 1940 también la bailaron Nana Golnner, Igor Youskevitch, pareja inseparable durante años de Alicia Alonso; nuestra querida estrella mexicana/chilena Lupe Serrano, Janet Reed, etcétera, con el más grande éxito de la época.

Ahora, en la CND tocó el turno al exitoso coreógrafo mexicano José Luis González con su versión de tan famoso ballet donde usa precisamente la música de Herold, Lanchberry y Hertel, así como un fluido movimiento y secuencias donde los varones del conjunto se hacen notar agradablemente por su presencia impactante, técnica sólida, proyección y salto de altura, y sincronía perfectas, que les valió aplausos indiscriminados y la admiración del público.

La compañía luce bellamente, disciplinada y cumplidora; las chicas del conjunto no poseen esa dinámica y proyección, la danza del maypole es floja y cansona, pero con hartas posibilidades de emparejarse a los varones a su modo y sin peligro de caída alguna; el vestuario con ese lazo o listón a media falda con insuficiente tela, no es necesario, cuelga.

Agustina Galezzi, la Lisa mexicana, espléndida bailarina y actriz consciente de la pantomima, preciosa y limpia en su técnica, ganó con mama Simone, cuyo nombre tampoco aparece en el programa de mano, fuertes aplausos, gritos y entusiasmo. Simone tuvo una noche feliz; ovaciones colmaron esta versión.

Así, se reafirma la vocación de la CND por las reposiciones de ballets tradicionales, pues ya tiene bastantes, y le va bien con ellos. Sin embargo, parece inminente el trabajo por hacer hacia el desarrollo del carácter, la personalidad del más importante grupo oficial del país, al que representa dondequiera que va, con un prestigio y solidez establecida, pero se antoja ya un ballet contemporáneo moderno, con obras de calidad probada en los escenarios del mundo, utilizando el academismo técnico y sus virtudes limpias, para bailar el mundo de hoy, donde hay tanto que decir, pues hay juventud, talento, escuela y, sin duda, muchas ganas. ¡Bravo y suerte!