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Muchos me ven como pesimista incurable y sólo soy un realista incurable, dice a La Jornada

No me pregunten qué diría Mafalda del premio; hoy no sabría contestar: Quino

No sé si me aman como el padre del personaje o por mí mismo, expresa el humorista gráfico

Casi todos los temas que la indignaban y conmovían siguen siendo actuales después de 50 años

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Una de las obras artísticas de Joaquín Salvador Lavado, Quino. Publicada con autorización de la editorial
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 22 de mayo de 2014, p. 3

Buenos Aires, 21 de mayo.

A 50 años de haber aparecido Mafalda, visiblemente emocionado, el humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado, Quino, a los 81 años, recibió hoy la noticia de que había ganado el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014 y lo hizo expresándose con la misma sencillez y humildad que siempre lo caracterizaron.

“No me pregunten qué diría Mafalda en este momento porque no podría contestar”, dijo sonriendo con su buen humor. No me reconocen muchos que creen que soy un pesimista incurable, cuando sólo me considero un realista incurable, dijo a La Jornada.

Hijo de andaluces, Quino nació en Mendoza, provincia fronteriza pegada a la cordillera de los Andes, limítrofe con Chile, en 1932 y admite con alegría que Mafalda dio la vuelta al mundo, aunque le preocupa por una parte, que se impuso un poco sobre otros de los que considera buenísimos y muy queridos dibujos suyos, a lo largo de los años, y luego que haya pasado medio siglo y sigue siendo vigente. No imaginaba esto en los años 60. El mundo debería haber cambiado mucho más.

Traducida a más de 30 idiomas y llevada al cine y la televisión, Mafalda sigue siendo la mirada más profunda y a la vez enternecedora de los adultos a  través de los ojos de una niña. Confiesa Quino que ama al grupo de amigos de Mafalda pero su preferido es Felipe, tan especial, con cierto cinismo conmovedor.

A los premios llega uno ya cansado, sería mejor que te los dieran cuando eres joven, pero siempre son halagadores, siempre son importantes y acompañan.

En los días pasados estuvo especialmente activo, después de tomarse un descanso un tiempo  por problemas de salud. Su presencia inaugural, en la reciente Feria del Libro en Buenos Aires, volvió a conectarlo directamente con un público que –como dice él– lo sorprende siempre por el afecto, tanto adultos como niños, “No sé si me aman como al padre de Mafalda o por mí mismo” dice sonriente.

Raíces andaluzas

Durante una conferencia de prensa Quino se mostró halagado por recibir este premio de España que lo lleva a sus raíces andaluzas y al recuerdo de sus padres que nunca dejaron de hablar en andaluz. Yo también lo hacía, dijo y rememoró cómo recuerda la poesía de aquellas tierras.

Influido por ese ambiente, en la Mendoza de los viñedos, en un mundo de inmigrantes, siempre ha pensado que fue su padre una gran influencia en su vida como dibujante y en el lenguaje de sus hijos amigos de Mafalda, en los planteos de los padres de la niña que conquistó el mundo y a la que muchos adjudican un rostro de fuerte matrona andaluza.

Ese mundo de la inmigración le permitió mirar con esa doble mirada del inmigrante y de su entorno en los años de infancia.

Ya habían comenzado muchos buenos momentos para Quino –este año el homenaje en la Feria del Libro, exposiciones, y conferencias que se extenderán a lo largo de 2014–, cuando recibió este impactante anuncio.

La decisión la tomó un jurado en Oviedo, España, presidido por el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, y allí se decidió el galardón para el dibujante argentino, que también tiene nacionalidad española desde 1990, después de los años en que fue al exilio en aquellas tierras cuando la dictadura militar (1976-1983) diezmaba a Argentina y se perseguía muy especialmente a los intelectuales, artistas y a todos aquellos con un pensamiento progresista o de izquierda como fue el caso de Quino.

Quino lamenta con cierta nostalgia, como lo expresa, que no pensaba jamás que Mafalda iba a estar vigente en estos tiempos de revoluciones tecnológicas y muchas involuciones culturales y sociales, y especialmente conmovido por las guerras siempre evitables y la violencia.

Durante nueve años dibujó a Mafalda (1964-1973), pero admite que nunca terminé de aprender a dibujarla; tenía que calcarla y le admira que esa Mafalda se haya convertido en la tira latinoamericana más vendida en el mundo, en cinco décadas y que sigan siendo actuales casi todos los temas que la indignaban o conmovían.

Después de Mafalda, Quino no volvió a publicar un personaje fijo de historieta.

Admite que tiene un enorme cariño por la niña iracunda por todo lo que le ha dado en su larga trayectoria. Un personaje que  nació para una campaña publicitaria que fracasó y luego comenzó a publicarse en serie en 1964 en el semanario Primera Plana en Buenos Aires.

Protestona y cascarrabias

El nombre de Mafalda fue tomado de la película argentina Dar la cara, en la que había un niñita con ese nombre, que causó mucha gracia al dibujante. “Adapté la tira publicitaria. A la nena le puse Mafalda. Y arranqué con la historieta sin el menor plan. Ya que no tenía que elogiar las virtudes de ninguna aspiradora, la hice protestona, cascarrabias. Fue una revancha inmediata”, aclaró sobre el nacimiento de Mafalda en 1964, considerada aquí entre las 10 personas argentinas más famosas del siglo XX.

Dejó de publicarla en 1973 como lo hizo en otros medios, porque estaba cansado de hacer siempre lo mismo y más aún la decisión pasó hasta por historias conyugales, porque mi mujer estaba cansada de no saber si podíamos ir al cine, invitar gente a cenar, porque yo estaba hasta las 10 de la noche con las tiras, recordó.

Se recuerda aquí que los países donde Mafalda es más famosa, fuera de Argentina, son México, España e Italia.

Creo que la temática es común a todos los grupos familiares humanos, estén en China, Finlandia o América Latina, dijo Quino, quien posó en estos días, junto a una pequeña y divertida estatua de Mafalda sentada en un sillón de jardín, en una esquina del popular barrio de la Boca, adonde llegan miles de turistas para fotografiarse con la niña iracunda como la mencionó Umberto Eco. Una niña que no puede dejar de ser hija de Quino ya que transmite la misma ternura que se ve en los ojos del dibujante quien sigue esperando un mundo digno y justo, donde la paz deje de ser un sueño eterno.

Quino ya recibió la medalla de Oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 2012 y fue nombrado Caballero de la Orden Isabel la Católica en 2005, así como otras distinciones en Argentina, entre ellas en la Universidad de Lanús el año pasado. Pero en estas horas ha vuelto a rencontrarse con esa niña rebelde, con ese grupo de niños tan queridos, que en todo caso son él mismo demandando a todos una justicia que tarda en llegar.