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Mejor el abuso que coartar la libertad de expresarse

La transición democrática trajo mayor apertura a medios

Recibirá de la Asociación Gardeliana de Buenos Aires la Orden del Porteño, como homenaje a un verdadero amante del tango. En Argentina se le considera como una de las personalidades que más ha investigado la historia del género

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 23 de mayo de 2014, p. 15

Buenos Aires, 22 de mayo.

El próximo 24 de mayo, el mismo día que festeja su cumpleaños 86, el reconocido periodista mexicano Jacobo Zabludovsky recibirá el mejor regalo de su vida –dice– cuando la Asociación Gardeliana de Buenos Aires le entregue la Orden del Porteño, como un homenaje muy especial a un verdadero amante del tango y de su historia.

Zabludovsky está considerado en Argentina como una de las personalidades que más ha investigado la historia del tango, y que ha reunido un archivo extraordinario, donde también se registran materiales incunables de la vida de Carlos Gardel, el cantante argentino que a casi 79 años de su trágica muerte (1935) sigue siendo la figura más universal de esta música y de la intensa poesía de un mundo de arrabales y bohemia.

Visiblemente feliz con esta distinción que lo trae una vez más a esta ciudad que conoce y visita desde hace años, Zabludovsky, descendiente de judíos polacos, parece familiarizado con las magias tangueras de una ciudad que albergó a miles de inmigrantes.

En un encuentro con La Jornada, El Universal de México, y el periódico Perfil de Argentina, habló de sus primeros recuerdos tangueros. “Nací y viví en un barrio parecido al del Abasto (el barrio gardeliano de Buenos Aires), el del mercado de la Merced, donde en las vitrolas y fonógrafos se escuchaban entonces los tangos de Gardel “que lo enamoraron desde entonces, y menciona las grandes orquestas de excelentes músicos y de poetas extraordinarios que componían las letras.

Entre sus recuerdos están entrañables amigos, como Aníbal Troilo, Pichuco, el gran acordeonista que tuvo el Buenos Aires de la bohemia; el cantante Roberto Goyeneche, El Polaco, otra de las inolvidables figuras del tango, o Raúl Lavié, quien estuvo en México y, por supuesto, Ástor Piazzolla, a quien pudo entrevistar largamente, y al bailarín Juan Carlos Copes, entre otros.

Entre los tangos que más lo conmueven cita Mi noche triste, que fue el primer tango con una historia completa narrada en su letra y otros cuyas poesías recita.

Para el periodista y abogado mexicano (profesión a la que no se dedicó), Enrique Santos Discépolo es uno de los grandes poetas del tango con fuerte contenido social.

Pero, sin duda, es Gardel quien lo apasiona, como un personaje universal que llevó el tango al mundo uno de los grandes artistas del siglo XX que más canciones distintas grabó (unas 600) en la historia del mundo. Señala que, además, fue compositor, actor, alguien que se hizo a sí mismo, que no fue una invención de los grandes estudios, que creó una leyenda, una mística del tango, un personaje a pesar de las desventajas del idioma.

Hace más de 50 años Jacobo Zabludovsky vino por primera vez a Buenos Aires acompañando al presidente Adolfo López Mateos, y también estuvo mucho después en una visita que realizó a este país el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

Asimismo, ha recorrido Buenos Aires en visitas personales, sus tanguerías como un porteño y caminado los barrios cercanos al puerto que fueron territorios del 2 por 4 más profundamente ligado a la bohemia, al arrabal.

La entrevista, casi una charla en mesa de amigos o colegas, gira hacia el periodismo, y Zabludovsky, que confiesa su amor por la radio, cree que no ha cambiado sólo han cambiado las herramientas, y sostiene que hay que recordar los tiempos cuando no existía la imprenta, y los cambios sucedidos a mediados del siglo XX, los que producen la radio y la televisión, la comunicación por Internet actualmente en que son muy positivas las redes sociales, a las que todos tienen acceso.

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Jacobo Zabludovsky estima que el periodismo debe respetar las normas, la éticaFoto José Carlo González

Entiende que calumnias e injurias se han conocido en otros tiempos, y recuerda que el término amarillismo estaba referido a los que se expresaban de esa manera, y que el nombre nació de un periódico que se imprimía en hojas amarillas.

En este aspecto, el experimentado periodista con casi 70 años de trabajo en los medios de su país considera que después de etapas donde no hemos podido expresarnos libremente llegaron momentos de democratización. Pienso que es preferible quizás el abuso a restringir la libertad de expresarse.

Al referirse a los periódicos en su país destaca la existencia de La Jornada, como “un nicho dentro de la opinión en México, “y aunque no compartiéramos todos sus puntos de vista es de una conducta profesional intachable,

Menciona la fuerza y la valentía de su directora Carmen Lira, y sin dudar analiza que es el único periódico con definición en México y lo defiende con coherencia.

De la misma manera, Zabludovsky estima que el periodismo debe respetar las normas, la ética, y se entusiasma cuando describe los nuevos tiempos donde los hechos se ven en el mismo momento que están sucediendo. Esa simultaneidad que ubica en el instante en que se produce el descenso del hombre en la Luna, un acontecimiento que vivieron todos en el mundo.

Esto registra uno de los enormes cambios, pero también destaca la transición democrática que se produjo en México, lo que rompió con el dominio del Estado durante largos años, con el control de todos los medios jurídicos y fácticos. La transición trajo apertura democrática que abarcó a los medios, con una posibilidad mayor para expresarse. Se logró una prensa más abierta que contribuyó también a mayor democratización.

Relata sus primeros tiempos de periodista con cierta nostalgia, pero siente que ahora tengo absoluta libertad para expresarme, estoy en la radio y soy el dueño de los contenidos de mi espacio. Por la ventana del hotel se ve un día gris, frío, en el que sólo a ratos asoma el sol.

Tiene aún tiempo para responder que sus mejores recuerdos de entrevistados son sus charlas con Salvador Dalí y su extraordinaria imaginación, y su entrevista con Ernesto Che Guevara en la fortaleza de La Cabaña, en los primeros días de la revolución cubana.

Mirando su barba y su cabello, le dije: “Bueno, y ¿ustedes cuando piensan pelarse? El Che acomodó la calabaza del mate que tomaba” y le contó brevemente la historia de su entrenamiento en México, de la llegada a Cuba, donde casi todos los compañeros murieron, y de ese pequeño grupo que comenzó la lucha contra el dictador Fulgencio Batista. Y le describe la inmensa tarea que tienen por delante para cambiar Cuba, reconstruir ladrillo por ladrillo, cambiar todo o lo que ha dejado la dictadura. Entonces lo mira y le dice, ¿Y tú me preguntas cuándo vamos a cortarnos el pelo?

Así, entre varios temas, terminamos un tiempo que se hizo corto y nos despide con la certeza de que no podría vivir sin el periodismo y la felicidad de que de la mano de Gardel vino en esta ocasión a Buenos Aires, donde la Asociación Gardeliana lo reconoce como un porteño más, un vecino cercano de esta ciudad que ama.