Opinión
Ver día anteriorSábado 24 de mayo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El centro no se está sosteniendo muy bien
C

rece la lista de países con duraderas contiendas civiles que se agravan. Hace muy poco tiempo, los medios masivos mundiales ponían sus reflectores sobre Siria. Ahora iluminan a Ucrania. ¿Será Tailandia mañana? Quién lo sabe. Sorprende mucho la variedad de explicaciones para las contiendas y para la pasión con que son promovidas.

Se supone que nuestro moderno sistema-mundo permite que las élites que sostienen las riendas del poder del establishment debatan unas con otras y luego lleguen a algún arreglo que puedan garantizar. Normalmente estas élites se colocan en dos campos básicos –centro/derecha y centro/izquierda. Hay, de hecho, diferencias entre ellas, pero como resultado de los arreglos el monto del cambio a lo largo del tiempo ha sido mínimo.

Esto opera cual estructura política de arriba hacia abajo, dentro de cada país y geopolíticamente entre los países. El resultado es un equilibrio que lentamente se mueve hacia arriba. La mayoría de los analistas de las actuales contiendas tienden a asumir que los hilos los siguen jalando las élites del establishment. Cada bando asegura que los actores de los niveles bajos de cada bando están siendo manipulados por las élites del nivel alto. Todo mundo parece asumir que, si su lado ejerce la presión suficiente sobre las élites del otro lado, estas otras élites accederán a un arreglo más cercano a lo que quiere su propio bando.

Esto me parece una fantástica lectura fallida de las realidades de nuestra actual situación –una de extenso caos–, como resultado de la crisis estructural de nuestro moderno sistema-mundo. No pienso que las élites puedan ya lograr manipular a sus seguidores del nivel bajo. Pienso que los seguidores del nivel bajo desafían a las élites, hacen sus propias cosas e intentan manipular a las élites. Esto, de hecho, es algo nuevo. Es una política desde abajo en vez de una política desde arriba.

Se alude a una política surgida de abajo cuando los medios hablan de extremistas que se vuelven actores importantes, pero el término extremistas también yerra el punto. Estamos enmedio de una política surgida de abajo, donde hay versiones de cualquier tinte –desde la extrema derecha a la extrema izquierda, pero incluyen también las del centro. Uno podría lamentar esto, como hizo Yeats en una de las líneas del poema El segundo advenimiento, frecuentemente citadas:

“Los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores

Rebosan apasionada intensidad”

Pero noten que Yeats está atribuyendo la categoría de mejores a las viejas élites. ¿Son realmente los mejores? Lo que de hecho es cierto, por mencionar una de las líneas menos citadas de Yeats, es que ya no puede el halcón oír al halconero.

¿Cómo entonces podemos navegar políticamente en tal ambiente? Es muy confuso de analizar. Pienso, sin embargo, que el paso uno es dejar de atribuir lo que está sucediendo a las malévolas maquinaciones de algunas élites del establishment. No son ya ellas las que controlan. Pueden, por supuesto, hacer muchísimo daño físico por sus acciones imprudentes. No son, para nada, parangones de virtud. Pero aquellos de nosotros que intentamos lograr que emerja un mundo mejor de esta caótica situación tenemos que confiar en nosotros mismos, en nuestras múltiples propias maneras de organizar la lucha. Necesitamos, en suma, menos denuncias y más acciones locales constructivas. Las líneas más sabias de Yeats son las dos últimas del poema:

¿Y qué áspera bestia, llegada su hora al fin,

Encorva el paso hacia Belén para nacer?

Conforme nuestro sistema histórico está en el proceso de morir, hay una fiera lucha en torno a qué nuevo sistema histórico le sucederá. Pronto podríamos, de hecho, ya no estar viviendo en un sistema capitalista, sino comenzar a vivir bajo un sistema aún peor –¿una áspera bestia que busca nacer? La opción alternativa es un sistema relativamente democrático, relativamente igualitario, que también está buscando nacer. Cuál es el que veremos al final de la lucha depende de nosotros, desde abajo.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein