Opinión
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México SA

Videgaray no convence

Merrill Lynch: recesión

BBVA: Astros alineados

E

n su desesperada misión de convencer a propios y a extraños de que todo marcha muy bien y que él es el bueno, el ministro del año no pierde foro ni micrófono para defender las migajas y repetir que a este heroico país le espera un futuro venturoso gracias a un modelo económico que ha fallado, año tras año, a lo largo de tres décadas y pico.

Insiste, por ejemplo, en que si bien crecer a una tasa de 2.7 por ciento es abiertamente insuficiente, la buena noticia es que esa raquítica proporción resulta un poco mayor a lo que hemos crecido en promedio en los últimos 30 años, que ha sido de 2.4 por ciento, o crecer un poco más de lo que hemos crecido en los últimos 13 años, donde el crecimiento ha sido de 2.3 por ciento. Entonces, según él, 0.03-0.04 puntos marca la diferencia y delinea ese futuro maravilloso que le espera a los sobrevivientes de esta República de discursos. ¿En serio?

Pero más tardó Luis Videgaray en celebrar lo que, según él, se avecina que el Bank of America Merrill Lynch en ponerle otro clavo al ataúd: la economía mexicana todavía está en recesión; es decir, exactamente lo contrario de lo presumido por el ministro del año, quien acumula varias semanas intentando, sin lograrlo, desmentir todo lo que le lleve la contraria, comenzando por la realidad.

De acuerdo con la financiera estadunidense, “nuestro indicador de recesión señala que durante la mayor parte del primer trimestre México estuvo todavía en recesión. Igualmente, con las series revisadas, nuestro indicador ahora señala que la recesión podría haber empezado en el cuarto trimestre de 2012, lo que significaría que la economía mexicana pudo haber estado en recesión por seis trimestres… la probabilidad de que se mantenga el ciclo en esta trayectoria durante el segundo trimestre de 2014 es de 85 por ciento” (La Jornada, Roberto González Amador). Acto seguido, recortó su proyección de crecimiento económico en el país a 2.5 por ciento, aún inferior al de por sí reducido pronóstico de la Secretaría de Hacienda.

Cómo olvidar que un par de semanas atrás y durante su feria mediática Luis Videgaray aseguraba que la economía mexicana definitivamente no está en recesión. No lo estuvo en 2013 y estamos creciendo este año. Sería abiertamente incorrecto hablar de que una economía que está creciendo, y creciendo de manera más acelerada que el año pasado, estuviera en una recesión (el coro fue por cortesía del secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida: la economía mexicana está lejos de tener una recesión y sus perspectivas de crecimiento en el segundo semestre del año son alentadoras). Pues bien, muy pocos –cada vez menos– comparten la alegría del ministro.

De cualquier suerte lo anterior es lo de menos, porque al final de cuentas no hay diferencia real si la economía mexicana crece 2.7 por ciento, como lo supone Videgaray, o 2.5 por ciento, como lo estima Merrill Lynch, en el entendido de que se requiere mínimo 6 por ciento sostenido para comenzar a salir del profundo hoyo en el que cayó la economía nacional hace ya bastantes ayeres.

El ministro del año intenta convencer a una sociedad cada vez más golpeada por el modelo económico que él defiende a capa y espada (al igual que sus antecesores en Hacienda durante los cinco gobiernos anteriores al de Enrique Peña Nieto), el mismo que a lo largo de tres décadas y pico ha demostrado fehacientemente que sólo ha servido para hundir al país. Si bien ha sido altamente productivo para el grupúsculo en el poder, para la clase político-empresarial, ni de lejos ha sido útil para la mayoría de los mexicanos que ya no sienten lo duro sino lo tupido.

En el contexto del continente americano, la Cepal y el FMI ubican a México en el escalón número 18 de 33 posibles, pero ayer Videgaray repitió la fábula: “esperamos en el gobierno federal, en la Secretaría de Hacienda un mejor crecimiento en los siguientes trimestres del año…. creceremos más que la mayoría de los países europeos, más que Estados Unidos, más que algunas de las naciones importantes de América Latina, incluyendo Brasil, el Fondo Monetario Internacional pronostica para Brasil un crecimiento de 1.8 por ciento”.

Pero más allá de la jácara, ¿realmente cree el ministro del año” que crecer 2.7 o 3 por ciento marca la diferencia con el pasado? Si se cumpliera el más reciente pronóstico de Luis Videgaray, en el primer bienio del gobierno peñanietista la tasa anual promedio de crecimiento sería de 1.9 por ciento. En cambio, si la proyección de Merrill Lynch es la buena, entonces dicha tasa sería de 1.8 por ciento. He allí la notoria diferencia entre el discurso del éxito promovido por el ministro del año y el análisis de la institución financiera estadunidense.

Pero bueno, el propio ministro del año mostró dónde está la salida: la gran pregunta es ¿qué estamos haciendo en México para elevar nuestro crecimiento económico de manera sostenida para los próximos años, para las próximas décadas? Porque si queremos que México crezca a una tasa diferente, a un ritmo distinto, tenemos que hacer las cosas de manera diferente. México se tiene que atrever a cambiar. Y ahí es donde sí tenemos una gran noticia los mexicanos, que ha generado una gran expectativa a nivel internacional, porque en México nos estamos atreviendo a cambiar.

En el pasado inmediato, Vicente Fox y Francisco Gil Díaz calificaron de ligero atorón la caída económica registrada en su arranque sexenal; Felipe Calderón y Agustín Carstens aseguraron que el terremoto económico de 2008-2009 no pasaría de ser una gripe o un catarrito, y ahora Luis Videgaray califica de coyuntural el desbarajuste. Y si vamos hacia atrás constataremos que todos los inquilinos de Los Pinos junto con sus respectivos titulares de Hacienda repitieron que México va por el camino correcto y dijeron, como ahora, cualquier cantidad de tonterías para justificar el modelo económico impuesto desde hace 30 años.

Las rebanadas del pastel

Desde luego que los del sector público no son los únicos en decir sandeces. En el sector privado algunos destacan, como Francisco González Rodríguez, presidente del Grupo BBVA, quien consultó su bola de cristal y alegremente anunció: los astros se han alineado y hay una gran oportunidad histórica para el país. Todo, para justificar un pinchurriento 2.7 por ciento de crecimiento, si bien va.

Twitter: @cafevega