Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 1 de junio de 2014 Num: 1004

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La otra obra
de Carballido

Edgar Aguilar entrevista
con Héctor Herrera

El nombre de las piedras: memoria y diversidad
Esther Andradi

A la vista de todos: negación y complicidad
Ricardo Bada

Esquirlas trágicas de
la literatura alemana

Juan Manuel Roca

El murmullo del frío
Carlos Martín Briceño

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
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Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
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Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
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La Jornada Semanal

 

Orlando Ortiz

¿Realismo o prejuicio ideológico?

A pesar de las turbulencias, sacudimientos y brutalidades que estamos viviendo por todas partes –en el mundo entero, no sólo en el país– siento que políticamente estamos en el ojo de la tormenta. (Aquí cabe aclarar que, en contra de la idea más difundida y creencias de los más, el ojo de un ciclón o tormenta no es la parte más agitada y devastadora, sino lo contrario: es un momento de mucha calma, es el tiempo que hay entre la primera parte del huracán, cuyos vientos, por decirlo de manera simple, van de izquierda a derecha, y la segunda parte, cuyos vientos van de derecha a izquierda.)

En otras ocasiones he escrito que está haciendo falta un nuevo Carlos Marx, que llegue a redefinir y sentar las bases de una nueva teoría socioeconómica. En su momento lo hizo Lenin en Rusia, que debió adecuar los planteamientos de Marx –dirigidos a una sociedad industrializada, con una clase obrera amplia y combativa– para que fueran aplicables a una sociedad como la rusa, cuya formación social era campesina.

Podrían responderme que México ya no es un país rural. En efecto, pero tampoco somos un país industrializado ni nuestros obreros son una fuerza organizada y combativa –el Estado ha sabido controlarlos y hasta someterlos a través de cooptación y corporativización–, de ahí que no correspondería a los planteamientos marxistas originales. Y la idea de un partido de clase como vanguardia es, a estas alturas, algo obsoleto, pues la gangrena del capitalismo ha rebasado al proletariado y alcanzado otras clases. Por otra parte, la marcada dependencia económica respecto de Estados Unidos sería un factor más que debería incorporarse a los análisis, así como también tendrían que tomarse en cuenta las cuestiones ecológicas, el papel de la delincuencia organizada y, en fin, todas las situaciones y elementos nuevos que inciden en la vida económica y en la sociedad actuales. Sólo de esa manera se partiría de una realidad concreta. Y tampoco debe descartarse el grado de democracia, poca o mucha, que se haya alcanzado o –para no andarnos por las ramas– que no se ha alcanzado en México.


Ilustración de Juan G. Puga

La urgencia es evidente, pues de pronto la sociedad politizada se está quedando “agarrada de la brocha”, pues, aunque hay quienes opinan lo contrario, el capitalismo clásico y el neoliberal han sido incapaces de solucionar los problemas; únicamente han polarizado a la sociedad, incrementado la concentración de la riqueza, acentuado de manera superlativa la explotación, el hambre y la miseria. Cada vez son más los pobres más pobres y menos los ricos más ricos. Objetivamente, podría decirse que el capitalismo, sea salvaje o neoliberal, ha fracasado escandalosamente. Esto es lo que no se quiere ver, que el capitalismo no ha demostrado ser superior o mejor que el socialismo. En cambio, no faltan los comentaristas que denuncian voz en cuello que el socialismo ha fracasado definitivamente. Que en ningún país que sea o haya sido socialista se han resuelto los problemas económico-sociales. En los que se llegó al poder a través de un movimiento armado, el fracaso se debió a una práctica totalitaria, y los que llegaron por la vía democrática, no han superado los problemas porque el socialismo es una utopía, algo que no se puede alcanzar.

Lo que salta de inmediato es la duda. ¿Esos gobiernos socialistas no han salido adelante o no los han dejado salir? Planteo esto porque no se puede negar que desde Rusia hasta Cuba han debido enfrentar hostigamientos múltiples, guerra fría, bloqueos, embestidas de las agencias de espionaje, zancadillas, en fin, argucias de todo tipo para impedir que la sociedad socialista pudiera demostrar su capacidad para lograr una mejor y más equitativa distribución de la riqueza.

Para concluir, me gustaría decirles que actualmente son numerosos los que piensan –y opinan, con sorna mal disimulada, en los medios– que el socialismo ya caducó, pues nunca pudo constituirse con éxito, desde que en febrero de 1848 apareció el Manifiesto del Partido Comunista. Lo da por muerto antes de que cumpla los doscientos años. El surgimiento del capitalismo es anterior y tampoco podría decirse que ha resuelto los problemas de nuestra sociedad. Es más, llevando el razonamiento a otro plano, pero desde mi punto de vista válido: el cristianismo lleva más de dos mil años y tampoco ha logrado constituir alguna institución verdaderamente cristiana. ¿Por qué, entonces, descalificar una “utopía” que podríamos decir apenas está en pañales? De ahí que me pregunte si la descalificación es una actitud realista o una cuestión ideológica.