Opinión
Ver día anteriorMartes 3 de junio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los parias y el excedente
L

a punta de lanza del desarrollo capitalista desde hace algunas décadas ocurre a través de la creación de startups, nacidas en Sillicon Valley después de un periodo de gestación de algunos lustros. A pesar de que, según The Wall Street Journal, tres de cada cuatro startups financiadas por Venture Capital no consiguen devolver el dinero prestado, una gran cantidad de gobiernos desean su propio Startups Ecosystem, a imagen y semejanza de Sillicon Valley. Ese deseo es tan intenso que se ha metido gran cantidad de dinero público para tratar de hacer despegar aunque fuere menos de 25 por ciento de esas empresas. Hay casos extremos: Canadá actualmente paga hasta 80 por ciento de los altísimos salarios de los ingenieros y técnicos inmersos en la innovación tecnológica de las empresas que intentan convertirse en una startup con futuro, a fondo perdido.

Es lugar común decir que la tecnología es neutra y que de la misma manera sirve para crear prodigios y portentos, que para producir bazofia o atrocidades humanas repugnantes. Así, en abstracto, no suena mal, pero, ¿cuáles son los productos concretos de la innovación tecnológica? Esta pregunta equivale a interrogar sobre cómo se utilizan los recursos con que cuentan los humanos, para satisfacer qué necesidades.

Un indicador es el que se refiere a los productos más vendidos. Esta lista, que proviene de Gurusblog (se ocupa al detalle del mundo empresarial y financiero), dice referirse a los más vendidos en la historia. Ya sabemos, los rankings o las encuestas no suelen ser instrumentos de información fidedigna, sino parte de los aparejos de la guerra comercial. En este caso no importa mucho; las listas de productos más vendidos, de otros informantes, difieren de la que le presento (hay traslapes), pero todas son de la misma índole, de modo que todos abonan a la tesis de que el trabajo social comprado y utilizado por el capital, en gran medida, produce una boñiga que empobrece sin freno las culturas.

Los 10 productos más vendidos de la historia: 1) La Playstation (Sony), una consolita para manejar videojuegos, 344 millones de unidades vendidas de 1995 a 2014; 2) Lipitor (Pfizer), un medicamento prescrito para reducir los niveles de colesterol, habla a las claras de la clase alimentos que ingerimos; 141 millones de dólares en ventas de 1997 a la fecha (ya expiró su patente); desde su lanzamiento en 1997 ningún otro medicamento se ha acercado al nivel de ingresos generado por Lipitor; 3) el automóvil Corolla de Toyota; 40.7 millones de unidades vendidas. Es el vehículo más vendido de todos los tiempos y aún hoy, casi 50 años después de su lanzamiento, la undécima generación del Corolla sigue vendiendo 1.2 millones de unidades al año; 4) la trilogía de Star Wars. En total, las diferentes películas de Star Wars, incluyendo ediciones especiales han generado más de 4 mil 600 millones y Disney, que compró Lucas films, tiene previsto lanzar tres películas más de la saga a partir de 2015; 5) iPad (Apple). A pesar de estar perdiendo cuota de mercado en los últimos trimestres, el iPad aún se mantiene como la tableta más vendida con una cuota de mercado de 32.5 por ciento; 6) Mario Bross, videojuego de Nintendo; 262 millones de unidades vendidas de 1981 a la fecha; 7) Michael Jackson Thriller (video); 70 millones de copias vendidas; 8) Harry Potter, libro de aventuras juveniles, 450 millones de unidades vendidas (no incluye las películas basadas en las novelas); 9) Smartphone (Apple), 516 millones de unidades vendidas; 10) El cubo de Rubik, juguete, 350 millones de unidades vendidas.

Seis o siete son productos de entretenimiento (depende en qué lugar ponga usted al Smartphone, que muy probablemente se le use principalmente como gadget de entretenimiento).

En la página 10tops.loquenosabias.com, hallará parte de los productos referidos, pero con claros propósitos comerciales encontrará usted a Coca-Cola, Marlboro, L’Oréal o Kodak. Productos de la misma índole que la lista primera referida.

Se llama producto excedente, o excedente a secas, a la parte de la producción (podemos pensar en la producción mundial), a la que descontamos el consumo de los productores directos (obreros asalariados y campesinos). A la vista de la inverosímil concentración del ingreso mundial en una proporción minúscula de la población, resulta evidente el crecimiento del producto excedente, esto en una economía productiva que avanza a paso de caracol de camposanto.

Los productos a que he hecho referencia son una muestra insignificante de lo que se contiene en el producto excedente. Ahí están las mansiones inconcebibles de los millonarios del mundo, los automóviles más extravagantes imaginables, las joyas estratosféricamente costosas, y miles y miles de formas de consumismo desbocado e insaciable que conforman el fasto, el boato inmensurable de cómo se utiliza el trabajo social de los productores directos del mundo. La inmensa mayoría de las horas trabajadas por miles de millones se convierten en ese producto excedente. Esta es la inmensa irracionalidad del sistema económico de nuestro tiempo. Entretanto millones perecen de hambre y enfermedad. Esto que ha sido así por siglos, hoy está peor que nunca.

El gran poder, el congelado egoís­mo, el individualismo monstruoso, van de la mano mirando cómo las generaciones de los jodidos cumplen su destino de parias.

Algo más sobre tecnología y ciencia diremos en nuestra próxima ­entrega.