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Monarquía en crisis

En 2012 mientras los españoles padecían la crisis, el rey derrochaba dinero en un safari

Los escándalos del monarca devienen en deterioro de imagen de la casa real

El desvío de fondos públicos a empresas de su hija Cristina y su yerno aún no se castiga

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Esta imagen de abril de 2012 marcó el principio del fin del reinado de Juan Carlos I, ya que mientras los españoles enfrentaban serios problemas económicos, él cazaba elefantes en BotsuanaFoto tomada de Internet
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 3 de junio de 2014, p. 4

Madrid, 2 de junio.

La abdicación del rey Juan Carlos de Borbón se produce en el momento más delicado de la corona de España como institución, secuela de escándalos en lo que el monarca y sus familiares se vieron involucrados.

El punto que marcó el ocaso de Juan Carlos fue el descubrimiento de que el rey se había ido de cacería en plena crisis económica de España, en abril de 2012.

Atrás había quedado aquella positiva imagen de Juan Carlos pronunciándose en contra del intento de golpe de Estado de Antonio Tejero, el 23 de febrero de 1981.

La llegada al poder de Juan Carlos, nacido el 5 de enero de 1938 en Roma, fue de entrada polémica. Su nombramiento fue gracias al apoyo y beneplácito del dictador fascista Francisco Franco, que gobernó con mano de hierro España de 1939 a 1975, después de haberse levantado en armas contra el régimen legal de entonces, que era la segunda república.

Juan Carlos, que junto a su padre vivía en un exilio dorado, regresó poco a poco a España, se convirtió en el delfín de Franco y logró tras su muerte convertirse en su sucesor.

De hecho, en su discurso de Navidad de 1975, a sólo unos meses del fallecimiento del dictador Franco, el monarca, rodeado de su familia, lanzó un mensaje a la nación en el que dijo lo siguiente:

El año que finaliza nos ha dejado un sello de tristeza que ha tenido como centro la enfermedad y la pérdida del que fue durante tantos años nuestro generalísimo. El testamento ofrecido al pueblo español es sin duda un documento histórico, que refleja las enormes cualidades humanas y los sentimientos llenos de patriotismo sobre los que quiso asentar toda su actuación al frente de nuestra nación. Tenemos las bases muy firmes que nos legó una generación sacrificada y el esfuerzo titánico de unos españoles ejemplares. Hoy les dedico desde aquí un homenaje de respeto y admiración.

El alineamiento del rey Juan Carlos al llamado movimiento nacional y los preceptos ideológicos del régimen totalitario impuesto por Franco se olvidó en el país gracias a su función durante la transición a la democracia.

Juan Carlos sirvió de garante de un complejo proceso que permitió la legalización de partidos políticos prohibidos y convocó a una consulta ciudadana que aprobó la nueva Constitución española, que estableció la monarquía parlamentaria.

El tiempo logró que el rey y su familia gozaran del reconocimiento de una amplía mayoría de la sociedad. Incluso los partidos de izquierda, como el Partido Comunista Español (PCE) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), defendieron y elogiaron la función del monarca, declarándose, más que monárquicos, juancarlistas.

La caída en desgracia del rey y de su familia con una parte de la opinión pública española –tanto de perfil conservador como progresista– fue producto de numerosos casos de corrupción y hasta turbios escándalos de alcoba, que tenían por trasfondo operaciones empresariales que el propio monarca tutelaba desde la jefatura del Estado.

La etapa más convulsa de sus 39 años de reinado fue, sin duda, el último trienio, en el que se supo de un caso de corrupción en el Instituto Nóos, la empresa creada por su hija la infanta Cristina y su yerno, Iñaki Urdangarin.

Además, la opinión pública española y mundial tuvieron noticia de la polémica cacería de elefantes en Botsuana, que asimismo permitió saber de su amistad íntima con la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, también comisionista de sus negocios con empresarios influyentes del mundo árabe.

Eso provocó que en cada aparición pública los miembros de la familia del rey hubiera grupos, cada vez más numerosos, que en lugar de aplausos y vítores los recibían con increpaciones y exigencias de dimisión.

El inicio de la crisis de la familia se sitúa en octubre de 2011, cuando tras el estallido del caso Nóos se detectó en la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas que una amplia mayoría de la sociedad española desautorizaba al jefe del Estado y a su familia.

A partir de ahí la caída fue continua, en parte porque se ahondó la investigación del caso Nóos y se descubrió que Iñaki Urdangarin tejió, con beneplácito de su suegro, una red de empresas y asociaciones supuestamente filantrópicas para realizar proyectos de gobiernos autonómicos y municipales, la mayoría del Partido Popular.

Así, Urdangarin logró jugosos contratos que nunca cumplió, entre ellos algunos destinados a combatir la desnutrición infantil en países pobres como Nicaragua o El Salvador.

Tras los hallazgos de la policía, el juez instructor del caso, José Castro, decidió imputar al yerno del monarca y citar a declarar a la hija del rey, lo que supuso un hito en la historia de la monarquía española y un escándalo que dio la vuelta al mundo.

El proceso está todavía abierto y en fase de instrucción. Varios juristas declararon hoy a la prensa española que el rey perderá su derecho a no ser imputado judicialmente en caso de que cometa algún delito, una vez que deje ser jefe de Estado. También plantearon la posibilidad de que se prolongue su inmunidad judicial y abrieron la interrogante sobre cuál será la denominación oficial del rey, una vez retirado.

En abril de 2012 ocurrió un episodio que marcó los últimos tiempos del reinado de Juan Carlos: su viaje secreto a Botsuana para ir de cacería de elefantes, mientras España estaba al borde del rescate financiero y aumentaba desmedidamente el desempleo.

La noticia del viaje se dio a conocer por un hecho fortuito, una caída accidental durante la noche, lo que obligó a sus acompañantes a organizar un viaje urgente de regreso a España para que fuera operado.

Este hecho evidenció ante la opinión pública que el rey era asiduo a la cacería de animales exóticos y en peligro de extinción; que vivía alejado de los problemas y necesidades del país, al viajar con el dispendio habitual, en un momento de escasez.

El rey se vio obligado a ofrecer por primera vez en su vida una disculpa pública, al afirmar: Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir.

Y, por último, la aparición en la vida pública de un personaje hasta entonces secreto, la princesa Corina zu Sayn-Wittgenstein, a quien la mayoría de los medios de comunicación europeos y españoles situaron como la amiga íntima del monarca, que además gozaba de una vivienda en el propio Palacio del Pardo y de los privilegios de la familia real.

Después se supo que Juan de Borbón heredó varios millones de euros a Juan Carlos, su hijo, de los cuales nunca se aclaró si había pagado los impuestos respectivos y si ese dinero había estado la mayor parte del tiempo en una cuenta secreta en Suiza.

Juan Carlos I se convirtió al final de su reinado en un personaje que, además de esporádicos aplausos, también recibía calificaciones de corrupto y criminal ecológico, y llamados a la dimisión.