jornada


letraese

Número 215
Jueves 5 de Junio
de 2014



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




Héctor Domínguez Ruvalcaba

Sobre la masculinidad mexicana contemporánea

A través del análisis de diversas manifestaciones culturales mexicanas, el especialista en cultura queer Héctor Domínguez Ruvalcaba cuestiona y busca definir a la masculinidad en nuestro país como un producto del particular contexto sociocultural mexicano, reflexión que arrojó como resultado el libro De la sensualidad a la violencia de género.

¿Cómo es la masculinidad en nuestra sociedad?
Se puede entender, desde los estudios de género más contemporáneos, como una colonialidad; no como un pasado colonial, sino como el intento de la reproducción de algunos valores de otros lugares como la idea del hombre consumista europeo preocupado por la moda y otras cosas muy alejadas de nuestra sociedad.

Esta colonialidad nos impone cierto tipo de inferioridad que nos hace sujetos de querer ser algo que nunca se puede llegar a ser por diferentes circunstancias culturales, políticas y económicas. Esto produce un vacío que se compensa con el machismo, entendido como un performance de reiteración de una conducta exigida a los hombres para ser más que las mujeres, o de aquellos hombres que no consideran que son hombres.

Para nosotros, el hombre es el que toma mucho, el que tiene muchos hijos, el que pelea, el que tiene muchas mujeres, y esta disociado de otras definiciones de hombres que son los grandes científicos de las universidades europeas, los grandes empresarios que dominan al mundo u hombres racionales, trabajadores, responsables, emprendedores e independientes.

Por tanto, hay un gran vacío con respecto a lo que se entiende por hombre en otras sociedades y para compensarlo se genera un performance cargado de machismo y violencia.

¿Comprender la construcción de la identidad masculina ayuda a comprender a una sociedad?
La construcción de la masculinidad esta imbricada con la construcción del Estado mexicano. Cuando construimos a los héroes nacionales, no son sólo esos hombres que nos dieron patria y libertad, son esos hombres cuyas biografías estudiamos desde niños. Nos los plantean como modelos del hombre de poder. Muchos están asociados a la religión católica, son ministros de culto. Entonces el Estado construye una masculinidad católica y construye la identidad con base en el modelo de la culpa, el castigo, la misoginia y la homofobia.

Por esta razón, el hombre mexicano siempre busca culpables, igual que la Iglesia católica. La causante de la violencia siempre es la mujer y por eso cuando se comete un feminicidio se justifica bajo el dicho de que ella se lo buscó. E igual pasa con la violencia hacia los homosexuales, a quienes se debe castigar, bajo esta perspectiva. Todas las instituciones respaldan esta visión. Están hechas para no respetar los derechos humanos porque éstos se contraponen al discurso hegemónico.

¿La producción cultural de una sociedad termina por reforzar dicho discurso de masculinidad?
MSí, porque muchos autores terminan por repetir esta ideología en otros ámbitos. Por ejemplo, muchas películas del cine mexicano de la llamada Época de Oro, financiadas por el Estado, retratan al macho mexicano vestido de charro, borracho y peleonero, y por otro lado, a la mujer abnegada.

¿Cómo se puede pasar de la sensibilidad a la violencia de género?
La sensibilidad tiene que ver con los sentidos. El arte mexicano solía representar al hombre indígena como lo hacía Saturnino Herrán, de una manera, incluso hermosa, y poco a poco fue pasando a representar los íconos del cine mexicano que eran seres muy violentos y gritones, que reforzaban la cultura machista y utilizaban la violencia como una medida de su afirmación como sujeto.
En esa época todavía hubo un control. En los años noventa, con transiciones políticas y sociales, el Estado se quiebra y todo aquel que dependía del corporativismo queda frágil y el crimen organizado comienza a sustituir al Estado. Estos hombres, se convierten en un ser más cruel que se desentiende de su familia, surgiendo el lumpen-machismo, donde no se ama pero se usa los cuerpos para la satisfacción propia y luego se desechan.
(Leonardo Bastida Aguilar)

 


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