Sociedad y Justicia
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Crisis de la naturaleza, por el modelo económico
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de junio de 2014, p. 40

La naturaleza está en crisis, y esta realidad socioambiental es resultado de un modelo económico que arrasa con las fuentes de vida e impone a los pueblos latinoamericanos y del mundo un esquema que no responde a sus proyectos culturales de vida, en un proyecto que coloca al centro el dinero y vuelve todo mercancía, trasladando los costos más altos a los territorios y culturas de los agricultores e indígenas, aseguró Francisco Moreno Barrón, obispo de Tlaxcala.

En el Día Mundial del Medio Ambiente, que se conmemoró ayer, recordó que en la quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en 2007, los obispos reconocieron en el documento de Aparecida, Brasil, en su numeral 84, que en las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas son tratadas como si fueran mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias.

El jerarca católico refirió que una señal de esta crisis la vivimos todos los días con el calentamiento global provocado por gases de efecto invernadero, los cuales son emitidos a la atmósfera por industrias desrreguladas, el uso de químicos en la agroindustria, la deforestación, el sistema industrial de alimentos y el uso indiscriminado de fuentes no renovables de energía, como el petróleo.

También esta semana, Carlos Garfias Merlos, segundo vocal del consejo de presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano señaló que la Iglesia católica comparte plenamente la preocupación por los problemas ambientales que crecen en los diversos contextos geográficos.

Moreno Barrón indicó que es urgente evitar que en nombre del desarrollo se impulsen megaproyectos carreteros, ciudades industriales, unidades habitacionales y planes energéticos, a veces por encima de la voluntad de las comunidades que ocupan los territorios donde se pretenden construir, contaminando la tierra, el agua y el aire, y dañando la salud de los habitantes.