Opinión
Ver día anteriorLunes 9 de junio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a morir

¡Esas son papadas!

A

poco más de un año de su ascenso al pontificado, Francisco se caracteriza por su sencillez y fraseología, con frecuencia dogmática, pero siempre ocurrente, desde: Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres, o Ahora, comenzamos nuestro camino: obispo y pueblo (no al revés, ojo)... Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros, hasta: Como muchos de ustedes (periodistas) no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios, o El afán de poder y de tener no conoce límites, etcétera.

Entusiasmado con su labia, este pontífice –primero no europeo en 2 mil años de Iglesia aunque hijo de inmigrantes italianos– decidió desandar lo discursivamente andado y en la misa privada dominical del 1º de junio en la capilla de la residencia vaticana de Santa Marta, en la que participaron unas 15 parejas entre 25 y 60 años de casados, todos presuntamente europeos, criticó a los matrimonios que han decidido no tener hijos y prefieren atender animales de compañía, lo que atribuyó, antes que al libre albedrío y la libertad responsable, a la cultura del bienestar que se ha propagado en los últimos 10 años (sic).

Francisco agregó persuadido: Al final, estos matrimonios llegan a la vejez en la soledad, con la amargura de la mala soledad. No son fecundos, no hacen lo que Jesús hace con su Iglesia: la hace fecunda. Y sentenció: los tres pilares que desde el punto de vista de la fe deben sostener el amor de los esposos son la fidelidad, la perseverancia y la fecundidad. Para concluir: Hay parejas que miran a Jesús y toman fuerza de la fecundidad que él tiene en su Iglesia. Mientras, al contrario, hay cosas que a Jesús no le gustan (sic), o sea, los matrimonios estériles por elección.

¿A qué obedece esta obsesión papal por la reproducción y su pretensión de equiparar al ser humano con el resto de las especies, que sólo se ayuntan para procrear? ¿La Iglesia que se quiere renovada impone a la pareja la propagación sobre la libre opción de los creyentes? ¿Sólo a los religiosos se les dispensa reproducirse? ¿Si aumenta la natalidad crece la responsabilidad? ¿Más nacimientos frenarán el incremento de divorcios y el caos económico? Y ya metidos en ocurrencias, papadas es apócope de Palabras Papales Desafortunadas.