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La Jornada en Brasil 2014

Son rivales irremediables, es parte de la genética futbolística de ambos países

Brasil y Argentina están seguros de que ganarán la final de la Copa

Cristiano Ronaldo despierta más atracción que Alemania, uno de las cuatro favoritos

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Neymar, un rubio extravagante, durante la práctica de su equipo en TeresópolisFoto Ap
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 16 de junio de 2014, p. 9

Río de Janeiro, 15 de junio.

Brasil despertó con ansiedad dominical y novedades en su selección. La ansiedad se debió al debut de tres equipos fuertes, Francia, Bosnia y, principalmente, Argentina. La rivalidad con los argentinos cuando se trata de futbol es parte de la genética de ambos países.

Al menos en teoría existe la posibilidad matemática de un partido final entre argentinos y brasileños. Es lo suficiente para que tanto ellos como nosotros tengamos certeza absoluta de que ese partido ocurrirá, y que ganaremos, claro (el ganaremos, claro vale para los dos lados, con idéntica convicción).

Ya las novedades de la selección brasileña no tendrán mayor impacto en la estrategia para el juego del próximo martes, cuando enfrentaremos a México: Neymar apareció con mechas rubias en un singular corte de pelo, y Daniel Alves optó por mechas grises. Así, y a menos que cambien de idea (y de color de tintura), tendremos en la cancha un rubio extravagante y un canoso precoz.

Brasil entró, definitivamente, en clima de Copa y de fiesta. Este domingo, ha sido un día de sol, pereza y futbol.

A la una y media de la tarde, en el cerro de los Placeres, en una favela lindera con el bucólico barrio de Santa Teresa, el bar Uga-Uga dispuso dos inmensos y poderosos parlantes para ampliar al máximo el sonido de un televisor. Así, no sólo los habitantes de la favela, sino muchísimos de los moradores del barrio acompañaron (queriendo o no…) las emociones del encuentro entre Suiza y Ecuador.

Anécdotas extra futboleras

Al contrario de lo que ocurre en toda la ciudad, el Uga-Uga, en respeto a su público cautivo, no aumentó los precios de la cerveza. Pero el gesto no ha sido suficiente para atraer más que a una docena de clientes. Ninguno de ellos, a propósito, parecía muy interesado en lo que ecuatorianos y suizos hacían en la cancha. Guardaban fuerzas para el partido de la noche, entre argentinos y bosnios. Ninguno sabía exactamente cómo es el futbol de Bosnia, y menos dónde queda el país. Pero los argentinos son rivales irremediables, y asistir al partido es un deber ineludible de cualquier brasileño.

En su cuarta jornada, la Copa ya colecciona historias curiosas, como la de William Meynard, un policía francés de 27 años. Paseaba monsieur Meynard por el barrio bohemio de Lapa, en el centro de Río, alrededor de la una y media de la madrugada del domingo, cuando no se le ocurrió mejor idea que prender un cigarrillo de mariguana delante de un par de policías locales. Al ser abordado, tuvo una segunda idea brillante: ofreció a sus colegas de oficio un billete de 50 euros. Llevado a la comisaría, se mostró sorprendido. Dijo que en Francia había sido cuidadosamente orientado para, en caso de ser abordado por algún colega, de inmediato ofrecerle dinero.

Dijeron que es un hábito local, argumentó. Bueno, es verdad: la policía brasileña está lejos de ser un ejemplo ético y moral. Pero hay muchas excepciones, y monsieur Meynard tuvo la mala suerte de tropezar con dos de ellas. Terminó acusado de portación y uso de droga y por intento de soborno.

En Manaos, el venezolano Fabio Pizzi también se sorprendió, pero por otras razones. Al llegar con su esposa y su hijo de 16 años al hotel Millenium, donde había reservado habitaciones por Internet, notó que había algo raro. Por los pasillos circulaban muchachas en trajes íntimos, y las parejas que esperaban en el lobby del hotel parecían bastante impacientes. El venezolano se dio cuenta en el acto que había reservado –y pagado por anticipado sonoros 160 dólares por noche– habitaciones en un motel de paso. La explicación del gerente ha sido cándida e irrefutable: al observar que sólo habría plazas en los hoteles de lujo (tarifas a partir de 340 dólares la noche), decidió ofrecer habitaciones que normalmente alquila por un periodo de dos horas. Resultado: 17 extranjeros (mexicanos, italianos y venezolanos) reservaron y pagaron por el derecho de poder dormir mientras en las habitaciones vecinas los clientes se turnaban sin cesar. Ganaron un bono extra: el desayuno exclusivo, pues el establecimiento normalmente no ofrece ese servicio a sus clientes fugaces.

Ya en Salvador de Bahía, los huéspedes de un hotel cinco estrellas también tuvieron su sorpresa: para combatir el calor sofocante, Lovren, Modrid y Srna, de la selección croata, decidieron zambullirse en el agua de la piscina. Sería una actitud normal, si no fuese por un detalle: nadaron y se divirtieron completamente desnudos. El martes Croacia enfrenta a Camerún en Manaos, una ciudad de temperatura más elevada aún que la de Salvador. Se espera que no intenten entrar a la cancha como lo hicieron en la piscina bahiana…

En Río, los bosnios transformaron un bar de Copacabana en su cuartel general. Al compás de cantidades industriales de cerveza y caipiriña, despegan banderas y lanzan gritos de guerra y canciones de tono heroico (es una suposición, ya que nadie entiende una palabra de lo que cantan). El sábado por la tarde, cinco argentinos despistados, vistiendo camisetas de su país, cometieron el desatino de entrar al bar. Fueron expulsados a los gritos. Tampoco entendieron una sola palabra, pero quedó bien claro de qué se trataba.

De todas formas, los argentinos no tienen razón alguna para quejarse, a no ser por los precios exorbitantes. Para sorpresa general, inclusive de los cariocas, han sido cálidamente recibidos en todas partes. Si los bosnios instalaron su cuartel general en un bar de Copacabana, los argentinos se adueñaron de todo el barrio. La avenida Atlántica, al borde del mar e imagen esencial en uno de los paisajes brasileños más conocidos en todo el mundo, estuvo, desde el sábado, cubierta por una marea de camisetas azules y blancas. Hubo, es verdad, el encontronazo con la policía militar en la tarde del sábado, con derecho a spray de pimienta y otros cariños. Pero ha sido algo circunstancial, que no disminuyó el entusiasmo de quienes enfrentaron hasta 3 mil 500 kilómetros para llegar a Río sin reserva en hotel ni ingreso para los partidos. Con tal de ver a Messi y compañía en Maracaná, aunque sea por la tele de algún bar, todo vale la pena.

Hoy habrá tres partidos: Alemania enfrenta a Portugal, con el estreno de Cristiano Ronaldo en este Mundial. A pesar de que Alemania está entre los cuatro favoritos, la gran atracción será el portugués. La expectativa alrededor de su presencia es tan grande, que en el primer entrenamiento que Portugal realizó aparecieron nada menos de 10 mil personas.

En los otros dos, Irán enfrenta a Nigeria, y Ghana al equipo de los Estados Unidos. O sea, nada que teóricamente podrá despertar mayores entusiasmos entre los brasileños.

Teóricamente. Porque luego de días y días de indiferencia, el país entró a fondo en el clima del Mundial. Hasta mi santa madre, a sus 89 años, me llamó ayer por teléfono, para elogiar la valentía de los ecuatorianos frente a los suizos. Nunca supe que ella se interesaba por futbol. Ha sido toda una revelación.