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Novedoso museo
U

no de los proyectos educativos más significativos que se han llevado a cabo en nuestro país fue la creación de la Universidad Autónoma de Chapingo. El antecedente de la institución fue la Escuela Nacional de Agricultura, que se fundó el 22 de febrero de 1854 en el antiguo convento de San Jacinto, que se encontraba por los rumbos de Tacuba.

Ocupó diversas sedes hasta que en 1923 le fue otorgada la ex hacienda de Chapingo y comenzó sus actividades bajo el lema: Enseñar la explotación de la tierra, no la del hombre.

Inicialmente sólo se encargaba de la enseñanza e investigación sobre cuestiones agronómicas en el medio rural ahora ofrece desde educación preparatoria hasta licenciaturas y posgrados. Recientemente ha ampliado sus horizontes e imparte cátedras dedicadas al cuidado y conservación del medio ambiente.

Los estudiantes provienen de todos los rincones del país; actualmente cuenta con estudiantes y egresados de cada uno de los 31 estados y el Distrito Federal, el mayor número de estudiantes proviene de Oaxaca.

En Chapingo los estudiantes reciben hospedaje en los edificios dormitorios, alimentación, lavandería, peluquería, servicios médicos y un apoyo económico. En otros casos sólo alimentos, atención médica, servicios deportivos y culturales, según la posibilidad económica.

Recientemente Chapingo inauguró El Museo Nacional de Agricultura, que muestra instrumentos relacionados con el trabajo agrícola desde la época prehispánica hasta nuestro días. Varios años llevó conjuntar la colección; cuenta el ingeniero Manuel Arceo, maestro e investigador, que les pedían de tarea a los alumnos que trajeran de sus comunidades herramientas y objetos que se utilizan localmente. Esto le da una particular riqueza al contenido del museo, que está conformado por cinco salas que corresponden a ese número de periodos históricos.

Inicia con el mundo prehispánico, continua con el virreinal, la Independencia, el porfiriato y la Revolución. Resulta de enorme interés advertir cómo hasta la fecha se continúan utilizando ciertas herramientas que datan del México prehispánico.

Un maravilloso complemento son las maquetas realizadas por los mejores artesanos del país, que enriquecen los diversos temas de las salas. Para mencionar algunas pues son muchas y de materiales diversos: hay de barro y de cerámica de Ocumicho, Michoacán; de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca; de Tlaquepaque, Jalisco; de Metepec, Estado de México; de Izúcar de Matamoros en Puebla. Hay una maqueta de panícua tejida (tallos de trigo) de Purenchécuaro, Michoacán, que trata sobre deforestación y defensa del bosque. Así podríamos seguir con las de totomoxtle, palma tejida, hierro y muchas más. Esa notable muestra de arte popular que montó el arquitecto Xolot Morett Muñoz vale por sí sola la visita.

La Feria Nacional de la Cultura Rural, que se celebra anualmente, es una buena ocasión para conocer el Museo y demás atractivos de Chapingo, como la Capilla Riveriana. El gran salón recibe ese nombre por estar totalmente cubierto por frescos de Diego Rivera, que realizó entre 1924 y 1927. En ellos plasmó distintos aspectos de la cultura prehispánica y de la Revolución agraria, sin olvidar sus influencias socialistas. Para algunos de los frescos utilizó como modelos a Lupe Marín y a la fotógrafa italiana Tina Modotti.

Durante la feria se realiza una amplia muestra artesanal, gastronómica y cultural de las distintas regiones rurales de México, con dedicatoria a una región cultural diferente cada año.

Si no va en esa ocasión y busca donde comer, en la entrada del cercano pueblo de Tepetlaoxtoc, aproximadamente a 10 minutos de Texcoco, se encuentra el restaurante El Chabacano. Ofrece comida mexicana a precios que le van a sorprender: muy barato y muy sabroso. Los platillos favoritos del ingeniero Arceo, quien es un asiduo: las gorditas de huauzontle y los chiles rellenos.