Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 29 de junio de 2014 Num: 1008

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La seriedad del
cronopio Cortázar

Vilma Fuentes

Chico Buarque entre
El arco y la lira

Jorge Luis Casar

La sociedad del futbol
Josetxo Zaldua

Futbol antídoto
Paula Mónaco Felipe
entrevista con Juan Villoro

Futbol: todos los
juegos el juego

Antonio Valle

El gol, nuevo paraíso
Honorio Robledo

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Columnas:
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Ricardo Guzmán Wolffer
Jornada Virtual
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Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
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Paso a Retirarme
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Cabezalcubo
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Prosaismos
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Germaine Gómez Haro
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Patricio Robles Gil: Elogio del jaguar

En el amplio mosaico de los géneros fotográficos que están en boga en la actualidad, el tema de la fauna al natural ha quedado un tanto marginado en el circuito de las galerías y museos y,  por extensión, del mercado del arte. Nada más acertado que lo que señala el especialista en fotografía José Raúl Pérez: “De la mano del ascenso de los intereses vinculados al ecologismo y el conservacionismo, tanto la fotografía de fauna como la de paisaje se han transformado radicalmente en los últimos veinte a treinta años. En el primer caso, a la fotografía documental de animales en su hábitat realizada por fotógrafos-biólogos, en la línea consagrada por George Lepp o por David Attenborough en el campo del video, se han sumado las visiones nostálgicas y ampliamente subjetivadas de especímenes registrados por fotógrafos-artistas con técnicas de estudio o en imágenes retocadas a fin de volverlas más evocativas –James Balog, Gregory Colbert, Nick Brandt o Alexander von Reiswitz–. Transformados, así, en portavoces involuntarios del peligro que corren sus especies, algunos de estos animales se han convertido en verdaderas estrellas mediáticas.” Es verdad que proliferan imágenes que pueden ser atractivas e ingeniosas por la infinidad de recursos que brinda la tecnología, pero resulta raro el caso del fotógrafo “romántico” que está dispuesto a dedicar días, semanas y meses consecutivos, y hasta arriesgar su vida, para captar con verdadera devoción y pasión la belleza y majestuosidad del animal en su hábitat natural y presentarlo sin maquillajes ni retoques. Patricio Robles Gil es uno de estos fotógrafos singulares que ha conseguido despertar en el espectador la emoción de enfrentarse cara a cara con un animal tan soberbio y cautivador como es el jaguar, protagonista de la serie de fotografías que se exhibe actualmente en la Galería Patricia Conde: Las onças pintadas del Mato Grosso.

Patricio Robles Gil es ampliamente reconocido como activista ecológico, campo en el que comenzó a desempeñarse como fotógrafo hace más de dos décadas. Su formación inicial fue como artista plástico, oficio que sigue desarrollando paralelamente a la fotografía. No es casual que se perciba en estas imágenes el ojo sensible y refinado del artista que mira detrás de la lente. Robles Gil es también fundador de las asociaciones Agrupación Sierra Madre y Unidos para la Conservación, y es editor de alrededor de treinta y tres libros sobre naturaleza, biodiversidad y conservación y culturas étnicas.

Su acervo cuenta con imágenes excelsas de muchos animales en peligro de extinción, entre los cuales está el jaguar, quizás el animal más emblemático de nuestro territorio americano desde la época precolombina. Este felino ha sido su pasión desde la infancia y lo persiguió durante años en el sureste mexicano, donde sobreviven apenas unos cuantos. La aventura que dio origen a la exhibición que se presenta actualmente comenzó hace unos cinco años, cuando vio publicadas imágenes de jaguares captadas en el Mato Grosso, en Brasil, en la exuberante selva del Pantanal, donde se les puede encontrar en total libertad. Realizó tres viajes y tuvo ciento ochenta y cuatro encuentros con diversos ejemplares del jaguar que dieron lugar a unas diecisiete mil imágenes del animal en acción y en reposo, cazando, jugando, copulando, nadando… orgulloso de su belleza escultural. Los hermosos felinos en su día a día y en la serenidad de un entorno natural prístino que no ha sido embestido por la presencia humana. Patricio cristalizó el sueño que perseguía desde niño al poder contemplar al felino a unos cuantos metros de distancia y tenerlo al alcance de su lente por largos ratos. Las imágenes que nos presenta –apenas una mínima selección de su acervo que es posiblemente el más profuso del mundo– van mucho más allá del registro documental. Además de su impecable técnica, el ojo de Robles Gil y su infinita paciencia consiguen composiciones de una delicadeza extrema que cautivan por su frescura y naturalidad. El animal en su ámbito paradisíaco, sin trucos ni alteraciones, despierta en el espectador una profunda emoción. Sus imágenes fueron concebidas una a una, lentamente, como obras de arte, y realmente lo son. Celebro que Patricia Conde –cuya prestigiada galería es la única dedicada a la fotografía en nuestro país– haya apostado por el trabajo de Patricio Robles Gil, que bien merece, además de aparecer en las mejores publicaciones, formar parte de colecciones y exhibirse en museos.