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Reportaje /Del caballete a la morgue

Cada vez se requieren más profesionales que identifiquen cada arista de la muerte

Se dispara la violencia y crece un nicho laboral: el peritaje forense

Ante las necesidades del MP y procuradurías del país, la ENAH ofrece nueva especialidad

Desde el calderonismo hubo empleo para artistas plásticos, que ahora requieren certificación

Ante las apabullantes cifras oficiales de desapariciones y ejecuciones en el país, la capacitación profesional en especialidades forenses se ha convertido en una demanda y en un nuevo mercado de trabajo

 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de junio de 2014, p. 2

En un país donde el desempleo castiga también a pintores, dibujantes, fotógrafos y científicos sociales, de manera paradójica, los días violentos que padece México han abierto en los recientes años un estremecedor pero amplio mercado laboral para antropólogos y artistas: el peritaje forense.

Las instancias de gobierno necesitan cada día más expertos dibujantes de personas desaparecidas y fotógrafos de cadáveres, así como avezados especialistas que ayuden a identificar las muecas de la muerte: restos en tumbas clandestinas de seres humanos asesinados, con huellas de tortura, fallecidos en diversas situaciones delictivas.

Ante las urgentes peticiones de agentes del Ministerio Público de todo el país, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) abre este año su especialidad en antropología forense, la cual se suma a la licenciatura en ciencia forense que desde el año pasado ofrece la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y al diplomado en Arte Forense que la Facultad de Artes y Diseño (FAD), también en la UNAM, implementó en 2006, como una opción para titulación, cada vez con mayor demanda.

La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior en México (Anuies) ha llamado a sus asociadas en recientes reuniones para que generen programas educativos en el área forense, por la necesidad que hay, explica el director de la ENAH, José Luis Vera, en entrevista con La Jornada.

El peritaje forense, añade, “es un espacio de trabajo muy delicado, ante ese contexto, mejor dar respuesta con profesionales formados en el área. Si bien desde hace 20 o 25 años algunos egresados del plantel comenzaron a trabajar esa subespecialidad de la antropología física, ahora se necesitan más, por motivos obvios.

Era un sector que no estaba profesionalizado y la ENAH ha recibido reiteradas solicitudes de los ministerios públicos también para generar procesos de certificación para sus peritos.

Vera explica que un médico forense determina la causa de la muerte de una persona en situaciones delictivas, en auxilio a jueces y tribunales para la administración de justicia, mientras un antropólogo forense busca identificar al fallecido.

En una tumba clandestina debe decir quién es esa persona, si tiene parientes o no. Los deudos a veces sólo quieren saber si han encontrado a su familiar para poder enterrarlo y cerrar su historia emotiva. Ese fue el escenario en el que muchos antropólogos de la ENAH, incluso aún siendo estudiantes, desde hace varios años empezaron a trabajar en el área forense, pero hoy que está muy en boga el asunto del peritaje y la certificación, deben profesionalizarse, reitera el director.

Cuando la UNAM anunció el año pasado la apertura de su nueva licenciatura en ciencia forense argumentó que en México el índice delictivo crece año con año. En septiembre de 2011 la Procuraduría General de la República reportó un total de un millón 690 mil 958 denuncias registradas en las diferentes agencias del Ministerio Público del país, de las cuales 750 mil 590 fueron robos (con y sin violencia), 211 mil 821 lesiones (dolosas y culposas), 37 mil 423 homicidios (dolosos y culposos), 14 mil 978 delitos sexuales y mil 327 ilícitos relativos a la privación de la libertad, entre otros.

Ante esas apabullantes cifras oficiales, la capacitación profesional en especialidades forenses es una demanda en casi todas las universidades, insiste Vera, quien narra que a la ENAH llegan muchos jóvenes solicitándolas, también porque han visto series de casos forenses y piensan que haciendo antropología física se convertirán en el súper detective de la televisión.

Pero, sobre todo, ahora se acercan por cuestiones que tiene que ver con el mercado laboral: se sabe que el país está en una situación tal, que hay una proliferación de grados y posgrados en antropología forense. Este 2014 ingresaron a la primera generación de la especialidad de antropología forense entre 20 y 25 alumnos. El programa fungirá un poco como un proceso de certificación para peritos. Estamos en prueba piloto.

De la belleza al horror

Muchos artistas a punto de egresar en la licenciatura de artes visuales en la FAD, cuyos temas pictóricos pueden ir de los paisajes a los sueños, pasando por el goce del color y las líneas del cuerpo humano, varios en franca búsqueda de la belleza, luego de cuatro años de estudio, cuentan con la opción, desde hace ocho años, de titularse al cursar los diplomados en arte o fotografía forense.

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La Anuies ha llamado a sus asociadas a generar programas educativos, por la necesidad que ha surgido de la escalada de violencia en el país. Arriba, imagen captada en un recorrido por una de las clases de antropología forense, nueva especilidad de la ENAHFoto María Meléndrez Parada
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Desde 2006, la FAD da como opción para titulación el diplomado de Arte Forense. Algunas de sus prácticas consisten en acudir a la morgue a mirar y reproducir el color, la textura y las muecas de un cadáver durante su disección, como se observa en las imágenesFoto Mónica Mateos-Vega

Algunas de sus prácticas implican acudir a la morgue de la Facultad de Medicina a mirar, durante horas, la disección de un cadáver: examinan el color grisáceo de la piel; las heridas secas, si las hay; los huesos rotos, a veces; los músculos con varios cortes, casi siempre. Luego, plasman con lápices de colores en sus cuadernos todo eso que a muchos horroriza o causa náuseas.

La maestra Silvia Rodríguez Rubio, iniciadora de esos diplomados en la Academia de San Carlos, narra que ella misma cursó la especialidad en arte forense en la Academia de Ciencias Periciales, con el interés de profundizar en el conocimiento del rostro humano.

Mi examen final fue dibujar a un presunto delincuente con base sólo en su descripción. Fui la que más se acercó a la fisonomía de esa persona. A partir de esa experiencia consideré que era muy importante para los alumnos de nuestra escuela que supieran elaborar una imagen de memoria, sin tener frente un modelo, recuerda.

Añade que el primer curso que impartió con esos propósitos en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ahora FAD), de la que también es egresada, fue solamente de dibujo del rostro humano, pero no tuvo mucho éxito; entonces se me ocurrió pedir la colaboración de Bruno Ramírez Ornelas, un perito de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), pues en ese entonces, finales de 2005, hubo una racha en varias instituciones educativas por impartir cursos de retrato hablado. Los estudiantes de dibujo estaban interesados en ellos, pues en esos tiempos también se estaban abriendo más plazas para peritos dibujantes; empezaba a crecer la demanda.

Llegó el sexenio de Felipe Calderón y al mismo tiempo la oportunidad laboral para artistas plásticos y diseñadores como peritos forenses se disparó, no sólo en la ciudad de México sino en diversos puntos de la República.

Tan sólo de 2006 a la fecha, la matrícula en el diplomado en arte forense de la Facultad de Arte y Diseño aumentó poco más de 50 por ciento, y está comenzando a suceder que aspirantes se quedan fuera por falta de cupo porque está abierto también al público en general. Entre los alumnos que lo han cursado se encuentran también periodistas, cirujanos plásticos y abogados, entre otras profesiones.

Si en un principio los estudiantes ingresaban a nuestro programa académico básicamente por el gusto por el dibujo, ahora lo hacen también pensando en las opciones reales de trabajo, porque se necesita más peritos preparados, con licenciatura, dice la maestra Rodríguez Rubio.

Antes se llamaba de las procuradurías de justicia a los amigos que sabían dibujar. Las cosas han cambiado, continúa. “Hoy día, sin dejar de dedicarse a su obra o proyectos personales, la labor como peritos que realizan los jóvenes artistas se ha convertido en buena fuente de ingresos.

Además, si en principio el diplomado fue una propuesta académica para ampliar conocimientos, ahora, con la situación que vive el país se ha convertido en una necesidad, por eso también se ha abierto la temática e impartimos un diplomado en fotografía y video forenses.

Por supuesto, puntualiza, más allá de las necesidades laborales, “hay a quienes les gusta dibujar muertos. Se requiere cierta predisposición para este trabajo, pues se debe tener la cabeza fría frente a un cadáver para poder plantear las formas, no se trata de un modelo cualquiera.

Con la incursión de artistas profesionales al peritaje se ha ganado que los reportes y expedientes sean cada vez más fidedignos, con un fundamento de conocimiento que aquí aprenden y, por supuesto, que las investigaciones ministeriales sean más rápidas.

El año pasado, cuando la UNAM abrió su licenciatura en ciencia forense afirmó que en México los hechos delictuosos no sólo se habían incrementado en número, sino que habían evolucionado en su complejidad organizacional y tecnológica.

Ante este escenario nacional, el sistema actual de procuración y administración de la justicia requiere de instrumentos, técnicas y métodos científicos y tecnológicos para contender con el delito de manera contundente. Sin embargo, no cuenta con suficientes profesionales calificados que reúnan las características científicas para la investigación de un hecho delictuoso. La carencia de estos profesionales conlleva a que la investigación del lugar de los hechos y del hallazgo sea deficiente debido a la falta de rigor, reconoció la máxima casa de estudios.