Opinión
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México SA

Consumidores indefensos

De aumentos y ordeñas

Profeco: no hay quejas

E

l atraco a los consumidores no es nuevo. De hecho, es uno de los sellos característicos de buena parte de los productores y comerciantes nacionales, quienes impunemente lo cometen ante la vista cada día más gorda de una supuesta autoridad que debe evitar tal práctica y defender los intereses de quienes dice representar.

Clásico es que el consumidor pague por un litro de, por ejemplo, gasolina, y a cambio le despachen 700 mililitros, porque la bomba está arreglada; que cubra el precio completo por un kilogramo de tortillas y a cambio reciba, envuelto en bonito papel revolución, apenas 800 gramos del producto; que el camión del gas pase la factura por un tanque de 30 kilos, cuando en realidad en el interior del cilindro apenas va la mitad.

No es nuevo, cierto, como tampoco que ninguna autoridad haga algo para corregir tales prácticas, que constituyen un verdadero robo en despoblado para los consumidores. El problema es que ante la falta de supervisión por parte de un gobierno que dice representar los intereses y defender los derechos de los ciudadanos, el atraco tiende a generalizarse sin mayores consecuencias… salvo para el bolsillo de los consumidores.

La información publicada ayer por La Jornada (Susana González) revela que “sin modificar el tamaño de sus empaques ni avisar a comerciantes minoristas ni a consumidores, empresas de alimentos industrializados han reducido el contenido de sus productos, pero los venden al mismo precio por el que meses atrás daban más gramos, aseveraron dirigentes de Cámara Nacional de Comercio en Pequeño (Canacope), de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes y de la organización El Poder del Consumidor.

“El director de la Canacope precisó que reducir contenidos sin modificar empaques y vender al precio anterior no es una práctica nueva en la industria alimentaria, pues comenzó desde el sexenio de Vicente Fox con los aceites comestibles, detergentes en polvo o líquidos, suavizantes de ropa e incluso bolsas de arroz, que antes se vendían en presentaciones de un litro y medio litro o de un kilo y medio kilo, pero ahora hay empaques de 900, 845 y 450 mililitros, así como de 900 y 450 gramos.También ha sucedido con los jabones de tocador, que se redujeron de 150 a 130 gramos o de 200 a 170 gramos, ‘pero como la nueva cantidad o peso está asentado en la etiqueta, no puede considerarse un engaño’, dijo el dirigente de Canacope, y admitió que los proveedores se abstienen de notificar a los abarroteros y mucho menos a los clientes.

“Incluso los letreros de las tiendas indican cantidades superiores a las impresas en los empaques, como este diario pudo constatar en botanas y pastelitos de Sabritas y Bimbo: un panqué de nuez Bimbo pasó de 270 a 255 gramos, los Pingüinos Marinela de 120 a 80, un paquete de cacahuates Mafer de 105 a 100 y los Fritos de Sabritas de 70 a 60 gramos.Otra modalidad es que a ciertos productos les colocan una tira con la leyenda de que incluyen “10, 13 o 15 por ciento más de contenido como regalo pero al mismo precio, pero contienen los mismos gramos de siempre.Otra modalidad es que a ciertos productos les colocan una tira con la leyenda de que incluyen ‘10, 13 o 15 por ciento más de contenido como regalo pero al mismo precio, pero contienen los mismos gramos de siempre´”.

Pues bien, súmele el producto que se le ocurra, y estará en lo correcto: oficialmente el precio no se altera, pero el contenido registra una merma considerable. Así el consumidor paga la misma cantidad de dinero por menos contenido, ergo, el precio sí aumenta. Y esto es algo que no tiene registro en los indicadores inflacionarios del Inegi (encargado de tal medición), porque éste recopila precios, no contenidos. Oficialmente, en los primeros cinco meses de 2014 el índice nacional de precios al consumidor (la inflación, pues) se incrementó 0.91 por ciento, lo cual a todas luces no es indicativo de la realidad, máxime si se considera la práctica descrita.

Días atrás, en el noticiero de Jacobo Zabludovsky entraron al aire un sin fin de llamadas del auditorio (especialmente amas de casa) para denunciar lo descrito: mismo precio, menor contenido, y los ejemplos (todos ellos documentados) abarcaron un buen número de productos, cuya ordeña llegaba a representar 25 o 30 por ciento del contenido original, o lo que es lo mismo, aumentos disfrazados de la misma proporción. Pero en el Inegi defienden la tesis de que la inflación sólo ha crecido 0.91 por ciento en los primeros cinco meses del año.

Si el precio de un producto es, por ejemplo, de 10 pesos y a lo largo de un mes o de un año no se altera, pues ese es el indicador que considera el Inegi para elaborar el índice inflacionario. La institución no registra si por esos 10 pesos el consumidor obtiene menos producto, si el productor o el comerciante le redujeron el contenido, si la merma fue de 20 o 50 por ciento. Sólo atiende el precio, de tal suerte que la ordeña queda totalmente fuera del registro.

Es de todos conocido y padecido que a menor ingreso, mayor gasto en alimentos, de tal suerte que la práctica de no alterar el precio pero sí reducir sustancialmente el contenido es un golpe adicional al de por sí mermado ingreso de la mayoría, la misma que ni de lejos puede obtener aumentos por arriba de la inflación oficial (porque los salarios están anclados a ese tope), pero sí les ordeñan lo poco que pueden comprar y nadie mueve un dedo. Y lo mejor del caso es que en estas prácticas aparecen, como siempre, empresas como las del Grupo Bimbo, perteneciente a la siempre pía y católica familia Servitje.

¿Y dónde está la siempre vigilante autoridad? Pues bien, “en la Procuraduría Federal del Consumidor no se han recibido quejas y, aunque el subprocurador de verificación, Salvador Ambriz, sostuvo que no hay violación si el producto contiene el peso marcado en el empaque (que no es el caso), la titular de la dependencia, Lorena Martínez, no descartó abrir una investigación. Sin embargo, acotó que debe revisarse caso por caso, y aunque no se encuentren elementos para sancionar a las empresas se les puede llamar para que corrijan porque ‘parece una intención de engaño‘”.

Entonces, como no se reciben quejas, lo mejor es no hacer nada (salvo trabajar en pos de la candidatura tricolor para el gobierno de Aguascalientes) y que el consumidor se rasque como pueda.

Las rebanadas del pastel

Por cierto, a partir de hoy el precio del gas LP se incrementa a 13.55 pesos por kilo en el Distrito Federal. Y prepárense que el próximo sábado llega el séptimo gasolinazo del año.

Twitter: @cafevega