jornada


letraese

Número 216
Jueves 3 de Julio
de 2014


Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Católicas por el Derecho a Decidir

La agenda de Desarrollo Post 2015

Como defensoras de derechos humanos, católicas y feministas creemos que quienes compartimos una visión justiciera del desarrollo, tenemos una oportunidad de oro en la discusión global que se está dando acerca de la agenda para el desarrollo después del 2015.

Este año marca la meta de objetivos de desarrollo acordados por los gobiernos del mundo en el 2000 y de alguna manera, de los objetivos propuestos por el Programa de Acción de El Cairo y la Plataforma de Acción de Beijing, dirigidos a promover modelos de desarrollo basados en el respeto a los derechos humanos, la justicia de género y la sostenibilidad ambiental.

Los gobiernos de todos los países del mundo han firmado acuerdos, tratados, convenciones y se han comprometido a respetar los instrumentos internacionales de derechos humanos. A 20 años de la celebración de las conferencias internacionales convocadas por la ONU, que prometían mejorar las condiciones de vida para toda la humanidad, nos encontramos hoy con un panorama muy lejano a esa utopía descrita en los documentos firmados.

Las brechas de la desigualdad han aumentado: entre países ricos y pobres, entre sectores ricos y pobres en cada país, entre mujeres y hombres, entre adultos e infantes, entre pueblos originarios y poblaciones dominantes. La violencia, la corrupción, la impunidad, el abuso en sus diversas formas, el interés individual por encima del bien común, son los valores dominantes en el mundo actual; el modelo neoliberal, el capitalismo salvaje, la persistencia del patriarcado, la intención de imponer dogmas religiosos violatorios de los derechos humanos, el racismo, la discriminación, encarnan estos valores. Hay excepciones por supuesto, de honestidad, compromiso social y responsabilidad.

Para la agenda de desarrollo post 2015 proponemos que se retome la utopía acordada en El Cairo y ratificada en Beijing. Allí se hizo hincapié en que los derechos son universales y en que todas las personas tienen derecho a un desarrollo justo y humano. La agenda de El Cairo convoca en el fondo a una revolución de valores, a un profundo cambio cultural que lleve a la disolución de los papeles de género que el sistema patriarcal, sacralizado por la jerarquía de nuestra Iglesia, ha asignado a hombres y mujeres.

En El Cairo se reconoció que las políticas de población no pueden desvincularse de las decisiones que las mujeres toman en cuanto a su sexualidad y su reproducción, y que estas decisiones son parte de sus derechos humanos fundamentales. Se admitió que la salud de las mujeres es pieza clave de un desarrollo económico y social sustentable, que busca el equilibrio entre la población y los recursos del medio ambiente, entre las personas y la naturaleza.
El Cairo se caracterizó por impulsar una agenda integral para el desarrollo, que toma en cuenta la necesidad de cambios subjetivos y culturales que faciliten las condiciones del desarrollo paralelamente a los cambios estructurales: eliminar la pobreza, alcanzar la educación universal y cuidar el medio ambiente.

Se afirmó que el empoderamiento de las mujeres es condición de un desarrollo más humano y justo: las mujeres deben contar con las mismas oportunidades que los hombres. El Cairo también llamó a eliminar la discriminación contra las niñas, pues millones de niñas siguen siendo objeto de todo tipo de violencias, desde la selección prenatal del sexo al abuso sexual de padres y parientes. Destacó asimismo, la necesidad de que los hombres se hagan responsables junto con las mujeres, de la reproducción y la crianza de sus hijos e hijas y de las tareas domésticas.

Desde nuestra experiencia de mujeres de fe, sabemos que los propósitos de El Cairo sólo serán posibles en el marco de una ética que construya nuevas normas basadas en la justicia y el respeto; una ética feminista construida a partir de la resistencia de las mujeres al patriarcado que favorezca una vida más plena para todas y todos. Una ética que reconozca y respete los límites entre ciencia, religión y política.

Esta agenda encierra la utopía de un desarrollo sustentable que pone en el centro los derechos humanos de las personas y debe ser tomada en cuenta en la nueva agenda post 2015.


S U B I R