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Gerona, viernes 13
E

l pasado viernes 13 de junio, en coincidencia con el cacareado 75 aniversario de la llegada de un barco llamado Sinaia al puerto de Veracruz, con el primer desembarco de mil 599 refugiados republicanos españoles, la universidad catalana de Gerona llevó a cabo una sentida actividad en homenaje al pueblo mexicano y al gobierno del general Lázaro Cárdenas.

Fue una buena ocasión para consumar algo que se había venido pensando y gestando hacía tiempo: agradecer a nuestro país su solidaridad y respaldo para el gobierno legítimamente constituido y derrocado por una insurrección militar y, lo más importante, la ayuda y asilo a quienes tuvieron que abandonarlo todo para salvar sus vidas.

La culminación de la ceremonia se produjo en el momento en que el rector de la universidad, ante el alcalde de la ciudad, develó una placa con la leyenda siguiente, rubricada por el emblema de dicha casa de estudios:

Al pueblo mexicano y al presidente Lázaro Cárdenas por su solidaridad con los republicanos exiliados (1939-2014).

Dicha placa, muy elegante por cierto, quedó instalada junto a la puerta de la biblioteca del área de Historia y Letras, en la fachada principal de la construcción, en una plazoleta que lleva el nombre del famoso filósofo catalán José Ferrater Mora, ilustre exiliado.

Antes, en el Salón de Grados de la Universidad, que estaba por completo repleta de gente, se impartió una conferencia sobre México y la República Española que destacó diversas acciones mexicanas solidarias, como la protesta ante la Sociedad de Naciones por el respaldo nazifascista a los golpistas y el abandono de las supuestas democracias occidentales, los voluntarios mexicanos en las Brigadas Internacionales, el envío de alimentos, etcétera.

Pero se hizo especial hincapié fue en las gestiones legales y en las acciones que no lo fueron tanto para rescatar de las garras de Franco, Hitler y Mussolini a casi 150 mil personas que estuvieron a punto de estarlo, independiente de los 40 o 50 mil que, a la postre, no sólo hallaron asilo seguro en México, sino que además encontraron grandes facilidades para desarrollarse en las actividades de su preferencia o de su competencia y ofrecerles mejores condiciones de vida a sus hijos.

Obviamente, también se aludió a que la inmensa mayoría de los asilados resultaron sumamente positivos para México, por fortalecer su clase media y coadyuvar al llamado milagro mexicano de los años 50, además de fortalecer el desarrollo cultural en todos los órdenes.

Lo lamentable fue la ausencia absoluta de alguna autoridad mexicana. Ni la embajada en España ni el consulado en Barcelona hicieron acto de presencia, ni fue destacada persona alguna desde México a un acto que lo ameritaba de sobra. Al parecer, el gobierno español actual, de cierta filiación franquista, no vio con buenos ojos el gesto de Gerona y de alguna manera evitó que hubiera representantes mexicanos.

Lo que resulta doloroso es que se le hubiera hecho caso, tratándose, como se trató, de un acto académico.

Tal parece que la actual política exterior de México se sigue pareciendo más a la de Vicente Fox y de Felipe Calderón, que tanto nos avergonzó y denigró, en vez de hacer un esfuerzo por recuperar aquella otra que tanto prestigio y significado internacional nos dio antaño y de la que tan orgullosos nos sentimos aún la mayoría de los mexicanos.