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Autlán: años de contaminación
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uienes viven en Molango y municipios vecinos del estado de Hidalgo se han quejado desde hace muchos años de la contaminación y los daños a la salud que les ocasiona uno de los negocios mineros más importantes del continente americano: Autlán. En esa región, a 250 kilómetros de la ciudad de México, se saca la mayor parte del manganeso del país, utilizado para la elaboración de pilas y fertilizantes. El manganeso se encuentra generalmente en la naturaleza unido al hierro y, en menor grado, con carbón mineral y petróleo crudo. Se extrae del subsuelo y a tajo abierto. De todas las formas en que se presenta en la naturaleza la más tóxica son sus óxidos, pues poseen una capacidad mayor de dilución en el organismo. Sus silicatos y carbonatos son también peligrosos.

En febrero pasado, el corresponsal de La Jornada, Armando Cruz, dio cuenta de la protesta más reciente de quienes habitan en las comunidades de Naupa, Zacuala, Tehuizco, Chicalango e Ixcotla. Expusieron los efectos nocivos de la minera en la salud pública y la naturaleza, en caminos y viviendas por la utilización de explosivos para extraer el citado mineral. Como en protestas anteriores, no se contó con el respaldo de las autoridades locales, señaladas de estar en connivencia con la empresa.

La empresa Autlán lleva más de medio siglo explotando la mina Molango. Es la segunda en su tipo a escala mundial. Cabe destacar que Hidalgo sobresale por su rica tradición minera de más de 4 siglos, pero le ha ocasionado severos daños a la salud pública y al ambiente y distorsiones en la vida social y económica. Los distritos de Pachuca-Real del Monte y Zimapán sobresalieron por la explotación de plata y en menor medida oro, cobre, zinc y plomo. Hoy el reinado lo ocupa el manganeso.

La exposición crónica a este mineral ocasiona daño irreversible del sistema nervioso central, produciendo un síndrome parecido a la enfermedad de Parkinson. Inhalado en forma más aguda genera un cuadro neumónico denominado neumonitis mangánica. En las exposiciones prolongadas se le vincula con diversas alteraciones somáticas y sicológicas, como hiposexualidad, fatiga extrema, cambios de la personalidad, alteraciones de la visión y pérdida de la memoria.

Si el estado de Hidalgo contribuye con más de 90 por ciento del manganeso producido en México, y si su extracción ocupa el segundo lugar como fuente de ingresos de actividades mineras (sólo lo supera la de plata), debía ofrecer calidad de vida a los pobladores de la región de Molango. Sin embargo, en un detallado estudio realizado hace 20 años por el Centro de Ecología y Desarrollo (y que estuvo a cargo de los doctores Lilia Albert y Julio Flores) se muestra que no ha habido tal cosa, sino daños a la salud pública y al entorno natural, social y económico en que viven. El estudio fue ordenado por quien entonces gobernaba la entidad, Jesús Murillo Karam, hoy procurador general de la República. Al conocerlo expresó la necesidad de cambiar ese negativo panorama en beneficio de la gente.

Los especialistas citados mostraron crudamente los efectos que ese metal ocasionaba a la salud de los trabajadores de las minas, a las poblaciones cercanas a ellas, la flora y la fauna, a los recursos naturales (en especial el agua) de una amplia región que sobresale por sus carencias. Esos problemas han sido expuestos muchas ocasiones en la prensa nacional como también las promesas incumplidas de la empresa de modernizar sus sistemas de control para no perjudicar con sus desechos y polvos. Alarma que entonces y hoy las estadísticas epidemiológicas no mencionen daños a la salud de la población por causa del manganeso y sus procesos asociados. Casi un paraíso que la realidad desmiente. Los institutos nacionales de Salud Pública, Neurología y Enfermedades Respiratorias deben tener evidencias de que ese metal ocasiona graves daños en la región citada. Y si no las tienen, urge que inicien estudios interdisciplinarios al respecto. Y si, como suelen prometer los altos funcionarios, el desarrollo del país no se obtendrá a costa del medio ambiente y el bienestar ciudadano, bien harían en poner orden en tan poderoso complejo minero que tanto daño causa a miles de personas.