Opinión
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Aprender a morir

Creatividad y vejez

“L

a imagen social del anciano –continuaba Mauro Rodríguez Estrada– nace de la ideología que prevalece en cada sociedad, donde se conjugan diversos factores. La vejez gris y desolada de principios del siglo XXI, ajena a la productividad y a la creatividad, no es un hecho natural, sino efecto cultural reciente. Es reversible: si somos capaces de dar lugar a la creatividad, ésta será capaz de pintar de colores brillantes los años otoñales, pues la creatividad es flexibilidad y novedad, apertura, aventura, asombro, audacia, imaginación y vitalidad autoestimulada. Nada mejor como la actividad creadora para frenar el envejecimiento triste.

“Mucho tiempo la cultura decidió que la función de la inteligencia humana era conocer. Los educadores no repararon en que lo que se conoce es la realidad y que quedarse en la realidad no es progresar. Por el contrario, innovar y crear es ir más allá de lo existente. Desde la filosofía griega se creyó y se decidió que la tarea de las escuelas y de los docentes era enseñar lo ya sabido, transmitir conocimientos, hacer estudiar los programas prestablecidos para los cursos prescritos, y casi nadie vio que con esto se relegaba el poder creador de la mente.

“Se ignoró que a los humanos nos toca afrontar dos tipos de situaciones: las cerradas y las abiertas, las que buscan algo ya conocido y las situaciones que demandan un diseño posible, una respuesta insólita. Por eso no se promovían actividades para desarrollar la imaginación y la fantasía, bases de la creatividad, sino que se cultivaba el pensamiento convergente, más que el divergente; el pensamiento lógico, no el analógico; la ortodoxia y no vertientes de la heterodoxia.

Pero ante las innovaciones y la competencia ya fue imposible seguir ignorando la función de crear. Se empezó viéndola como un rasgo de carácter que había que cultivar o como una técnica o un mecanismo para inventar cosas. Pero la creatividad es una actitud personal ante la vida, un estilo de ver y de relacionarse con el entorno, una filosofía de la existencia humana, una dinámica poderosa y profunda que da sentido a la naturaleza del sujeto. A diferencia de los animales, el hombre es animal cultural que busca trascender en dos medios: la natura y la cultura. La esencia del hombre, a cualquier edad, es seguir aprendiendo y creciendo, siempre que el aprender conlleve el emprender o decidirse a un hacer consciente y creativo.