Economía
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Economía Moral

Agricultura y campesinado en el capitalismo globalizado contemporáneo /I

Cambios recientes afianzan el control trasnacional de alimentos

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n el capítulo introductorio de un excelente libro colectivo, que hoy vuelvo a examinar, Magdoff, Foster y Buttel1 empiezan indicando la falsedad de la opinión de muchos observadores que consideran que ocuparse de la agricultura es esencialmente una tarea de historia política y económica y que uno de los propósitos de su libro (publicado en 2000) es ayudar a compensar el descuido del análisis económico y político de la agricultura en la bibliografía del tardío siglo XX, así como apoyar lo que se está convirtiendo en un poderoso movimiento de resistencia en la materia. Un buen subtítulo alternativo del libro sería: Economía política de la agricultura, la alimentación y la ecología.

Los autores ponen el énfasis, a contrario sensu del acento que en mi escrito Pobreza y persistencia del campesinado en el mundo contemporáneo2 estuvo puesto en la persistencia campesina, en la “ola de concentración y centralización, así como de desposesión rural” que está siendo reforzada por las innovaciones tecnológicas recientes como la biotecnología, lo que estaría llevando a la “proletarización del agricultor (farmer) y a la apropiación de plantas y animales originarios de países del Tercer Mundo. La mercantilización global de la agricultura tiene como contraparte la destrucción de la agricultura campesina y de pequeña escala por todo el mundo” (p.8). Escrito antes de la actual crisis alimentaria, el capítulo introductorio del libro señala también que:

“La agricultura de subsistencia está en declive en el tercer mundo mientras la producción de cultivos de lujo para exportación a los países ricos se está expandiendo como nunca antes. El resultado es un alza en la oferta mundial de alimentos (sic) a la par de un aumento en el hambre mundial… La expansión de los agronegocios ha generado más y más problemas ecológicos al convertir la agricultura tradicional diversificada en una de cultivos especializados: ruptura del ciclo de nutrientes del suelo, contaminación de la tierra y el agua (y los mismos alimentos) con químicos, erosión del suelo y otras formas de destrucción de los ecosistemas agrícolas… Estos desarrollos en la agricultura mundial, sin embargo, no han quedado sin respuesta. Movimientos locales, nacionales y globales orientados a la agricultura sustentable, combatir el hambre, la agricultura familiar de pequeña escala, y evitar la destrucción ecológica, han brotado de las bases populares rurales y urbanas en todas partes. Nuestro propósito al compilar los ensayos para este libro es el de proveer las bases para un análisis coherente de estos desarrollos.” (p. 8)

Los autores señalan que cada uno de los ensayos del libro es una crítica en su sentido clásico de esforzarse en penetrar una realidad contradictoria para desarrollar los medios para trascenderla. A medida que van abordando en mayor detalle algunos temas aparecen matices (a veces implícitos) a algunas de las generalizaciones anteriores. Por ejemplo, señalan que el proceso de concentración y centralización del capital está ocurriendo en la agricultura más tarde que en la industria y que los decenios recientes han sido testigos de un ritmo sorprendente de concentración de proveedores de insumos agrícolas, así como en el procesamiento, distribución y comercio al menudeo de alimentos. Por lo dicho, la concentración no ocurre tanto en la producción agrícola misma, como en sus eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante. Como veremos en la siguiente entrega, la producción agrícola propiamente dicha, incluso en EU, sigue estando ‘desconcentrada’ en millones de granjas (véase gráfica), muy lejos de una estructura oligopólica, aunque tales granjeros están sujetos, cada vez más, al control de unas pocas transnacionales que les proveen insumos o compran cosechas. También pondré en duda el uso del término proletarización para referirse a productores dueños de la tierra y de la maquinaria, pero sujetos a contratos muy rígidos.

Los aspectos ambientales de la agricultura y de la producción de alimentos son centrales en el libro. Los autores empiezan señalando que cómo se producen los alimentos y cómo llegan a la mesa son temas de interés para todos. Destacan los temores crecientes de la población sobre la contaminación de alimentos y sobre la seguridad de los genéticamente modificados. A estas preocupaciones, señalan, hay que añadir la concentración de la propiedad y el control, la seguridad de los trabajadores agrícolas que manejan pesticidas; la fuerte dependencia de recursos no renovables; las consecuencias ambientales del uso amplio de seres genéticamente modificados; la contaminación hídrica con pesticidas y fertilizantes; los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo y vida de los trabajadores en las granjas, y el inadecuado acceso de los pobres a los alimentos (p.10). De la estacionalidad y sus consecuencias (pobreza y vida errante de campesinos y jornaleros, tema central del texto mío antes referido, no parecen tener conciencia.

Magdoff, Foster y Buttel sostienen que, en la agricultura, las ventajas físicas del aumento en la escala (que identifican como uso más eficiente del trabajo y de la maquinaria) “llegan a sus límites bastante rápido. En la mayor parte de los bienes las granjas de tamaño medio son tan o más eficientes que las grandes, ‘más industriales’”. (p.12) Sin embargo, añaden, las unidades grandes pueden comprar más barato y vender a mejores precios. Los autores atribuyen el descenso en el número de granjas en EU a estas ventajas. Los datos que proporcionan muestran que el mayor descenso ocurrió después de la segunda Guerra Mundial y antes de 1970. Ahora el descenso más rápido es en la avicultura y la porcicultura.

Examinan la magnitud de la respuesta a los efectos negativos del control monopólico creciente del sistema agroalimentario mundial. En los países del Tercer Mundo, destacan los autores, ha habido esfuerzos contra el registro de la propiedad intelectual (patentes) de la información genética de las plantas. Como señalan, se trata de la herencia común de los pueblos de la tierra y en buena medida el producto cultural de las poblaciones nativas a lo largo de muchas generaciones. Uno de los signos de la arrogancia del capitalismo salvaje e imperial es el otorgamiento de dichas patentes. Es verdaderamente notable que, jugando a ser dioses, se atribuyan dicha la propiedad intelectual. También relatan las luchas en el Tercer Mundo contra los tratados comerciales y contra la OMC (Organización Mundial del Comercio) que, como acertadamente indican, expone a los países a la fuerza plena del mercado, en el cual los más poderosos ganan y los menos poderosos pierden.

1 Fred Magdoff, John Bellamy Foster y Frederik H. Buttel (Eds.), Hungry for Profit. The Agribusiness Threat to Farmers, Food, and the Environment, Monthly Review Press, Nueva York, 2000. El capítulo introductorio denominado Una visión global está escrito por estos tres autores. La serie que hoy comienzo puede verse como un complemento de la serie de seis entregas publicadas en Economía Moral entre el 27 de enero y el 2 de marzo de 2012 con el título de Agronegocios y biotecnología amenazan naturaleza y campesinado.

2 Documento preparado para el Seminario Internacional (del mismo nombre) realizado en El Colegio de México en marzo del 2012 y auspiciado también por CROP (Comparative Research on Poverty, Universidad de Bergen, Noruega) y por la UAM-X. Una parte de los contenidos de dicho documento (todavía inédito) pueden verse en mi artículo Esbozo de una teoría de la pobreza y sobrevivencia del campesinado. Polémica con Armando Bartra, Mundo Siglo XXI, Ciecas-IPN, N° 18, Otoño de 2009, pp.27-41, disponible.

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