Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 27 de julio de 2014 Num: 1012

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Víctima colateral
Víctor Ronquillo

Poesía reciente
de Michoacán

La vida o la bolsa:
ser parisiense o morir

Vilma Fuentes

El zombie como representación
Ricardo Guzmán Wolffer

Historias al margen
del Segundo Imperio

Andreas Kurz

Breve, por favor.
La minificción

José Ángel Leyva

Leer

Columnas:
Galería
Ingrid Suckaer
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


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Jorge Moch
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Proverbial estulticia

Acabo de ver en las redes sociales una ilustración de ésas que todo mundo sube a Twitter o Facebook y que curiosamente refleja una verdad profunda: un matraz llenecito de ignorancia es calentado con un mechero que en lugar de gas quema miedo; esa ignorancia calentada con miedo destila en una retorta una depurada dosis de odio. La mecánica del gráfico es, aunque simplista, bastante efectiva porque explica cómo funciona la estupidez humana que luego nutre fanatismos, guerras y en general los muchos incordios con los que se destruye a sí mismo el hombre. Pero quizá faltó en la ilustración un elemento filtrante: distracciones o, como es el caso en México, la mala maña informativa para utilizar la materia noticiosa como elemento de distracción y aviso disuasorio (¿ya viste lo que te puede pasar si protestas o te opones?). Entre verdades y montajes se reparte una atención dispersa, vuelta deficitaria a golpes de efecto: mientras la situación futura de nuestro país se vuelve endeble a pesar del celofán de las promesas gubernamentales de que ora sí, ya merito, esta es la buena (mismas que venimos oyendo sexenio a sexenio al menos en mi caso desde hace unos ocho), pero al mismo tiempo se debilita flagrantemente la potestad de nuestra riqueza, se vulnera nuestra soberanía y se nos condena a venideras décadas de servidumbre al mercachifle trasnacional obscenamente ávido de riqueza al costo que sea, se consolida el andamiaje político y social que parecería diseñado exclusivamente para la simulación, la escenografía (lo que explicaría de una vez por todas por qué el primer mandatario de México parece salido de un casting de televisión). Se aprovecha al máximo el estímulo distractor foráneo siempre en sucesión a galope, como el reciente torneo mundial de futbol, y se reciclan las viejas estrategias intramuros del escándalo o el suceso por venir. El jaloneo mediático sobre las actividades, encomiables o dignas de condena, de una anciana que dirige un presunto hospicio en Michoacán fue suficiente para que el grueso de la gente siguiera sin interesarse gran cosa en lo que se arrebata (porque en realidad no se discute) al pueblo de México por medio de esos cabilderos que se dicen legisladores. Si no se trata de la señora Verduzco entonces las redes –que no los noticieros televisivos o buena parte de los medios, esos operan en otra dinámica– estallan con las atrocidades que comete el Estado de Israel contra el pueblo palestino en Gaza, o al unísono con el avión de pasajeros misteriosamente alcanzado por un misil en Ucrania. Asesinatos políticos allá con los que se mitiga el ruido a los asesinatos políticos de acá. La información se vuelve movediza, agua revuelta, turbiedad de la que al parecer solamente sale beneficiado el poder. Ahí la noticia del chamaco de trece años lesionado fatalmente por la policía en Puebla –el gobierno estatal y sus personeros mediáticos apurados niegan que la policía emplee balas de goma, precisamente cuando las utilizan en actos represivos avalados por la llamada Ley Bala, emplazada y promulgada por el gobernador Rafael Moreno Valle a pesar de copiosas detracciones–, porque el monopolio de la violencia nunca ha sido sólo de cárteles y grupos criminales: el gobierno siempre ha estado allí. ¿Qué empresarios son proveedores de las fuerzas estatales de seguridad en Puebla, por ejemplo?, ¿alguno es pariente o allegado a la familia del gobernador o de alguno de sus colaboradores más encumbrados? Como digo, la turbiedad beneficia a unos cuantos.

En el fondo de todo lo que alimenta esta multitudinaria ciclotimia nuestra está la pura estupidez. La estupidez colectiva que se nutre de la publicidad y la propaganda desatadas, de una masa acrítica construida a raudales de telenovelas, albures, facilismo y guapachoseo musicales, una pésima educación primordialmente cívica que se multiplica después en una pésima cultura general, un pésimo gusto, un redivivo intento de reivindicación nacionalista a partir de todas las premisas equivocadas, falsas, hechas de plástico o importadas masivamente de China desde el mito guadalupano hasta los héroes nacionales. Una estupidez colectiva y una masa acrítica alimentadas con refrescos embotellados, ríos de cerveza y comida chatarra. O sea, el paraíso para muchos empresarios sin escrúpulos.

Pero no importa, que ya viene el Papa, o la champions, o un bombardeo en el Cáucaso o un carnaval, y quizá si los mexicanos no fuéramos estúpidos, seríamos harto menos felices. O consecuentes, qué horror.