Opinión
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Crítica: explicación no pedida
H

ará unos tres meses me entrevisté por última vez este año con Carmen Gaitán, directora del Museo Nacional de San Carlos, a propósito de un texto que había entregado y que necesitaba alguna acotación. Fue entonces, no sé si de modo precautorio, que con amabilidad me comentó verbalmente su proyecto de simposio sobre crítica de arte, de algún modo advirtiéndome que se nos haría un reconocimiento, lo cual no equivalía a invitación a participar como ponentes. Al parecer se refería directamente a Raquel Tibol, a quien habíamos homenajeado Renato González Mello, Armando Ponce y yo, entre otros, en la sala Ponce del Palacio de Bellas Artes con motivo de su 90 aniversario.

Acabé comprendiendo que ni yo ni otras personas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), v.gr. como Rita Eder estaríamos invitados a participar. No es que el Instituto de Investigaciones Estéticas o el Museo Arte Contemporáneo (Muac) tuvieran veto participativo, eso de ningún modo, simplemente ni yo ni otras personas que practicamos el género crítica de arte estábamos consideradas en la visión del colega José Manuel Springer (a quien también conozco y guardo reconocimiento, igual que a Carmen Gaitán).

Lo que no me resultó evidente en ese momento fue que tampoco se nos consideraría como público digamos especializado o de alguna manera idóneo, ni siquiera en una de las sedes que en mi caso ha sido, por decirlo de algún modo, mi casa, me refiero al Museo de Arte Moderno que dirigí por 11 años consecutivos. A todo se me invita y no sólo eso, mis visitas al recinto son muy bienvenidas por la directora Sylvia Navarrete y por su equipo.

No sólo no se nos invitó como público, sino ni siquiera recibimos aviso de notificación, lo cual pudiera ser mero capricho de la red. No obstante, es un hecho que ninguna de las personas de la camada de Investigaciones Estéticas o de la Facultad de Filosofía y Letras fuimos invitadas no ya como público digamos que entendido, sino como público en general. Hago excepción de dos personas, ambas ligadas a la facultad: José Luis Barrios y Luis Rius Caso, profesores, críticos de arte y curadores.

Rius Caso actualmente dirige dos museos de la red INBA, como es bien sabido. José Luis es profesor muy apreciado en el posgrado de historia del arte y como curador. Me pareció en verdad muy raro que no se nos notificara directamente siquiera como público. Acerca del coloquio, debo aclarar que situaciones similares, una que concierne a museos, se han dado hasta en las mejores familias con todo y que se supone que estamos intentando vivir una época que se ha denominado de la transparencia, una transparencia en el caso de este coloquio más bien opaca. Bueno y santo que cada quien invite a quien considere pertinente, incluso teniendo en cuenta factores generacionales, pero dar a conocer un proyecto cuando se gesta y sobre todo darle visibilidad y posibilidad sería un deber. Es decir, pudo habérsenos convocado a escuchar las ponencias,

El 19 de julio, una colega con quien he compartido un mismo libro, ambas como autoras independientes, me refiero a Magali Tercero, publicó una nota en conocido diario capitalino aludiendo al coloquio ideado por Carmen Gaitán. La cito: como sucede siempre, faltaron muchos: Raquel Tibol, Teresa del Conde, Cuauhtémoc Medina, Blanca González Rosas, Avelina Lésper y seguramente otros.

Añado que excepto Tibol, quien en los tiempos recientes no ha colaborado en Proceso por razones de salud, las demás personas mencionadas practicamos diríase que con asiduidad la crítica en periódicos y dígase lo que se quiera, les guste o no, el medio por antonomasia de la crítica (de cualquier crítica, incluida la crítica política o la crítica cinematográfica, ya no digamos la que concierne al campo que por antonomasia que le es propicio, el de las letras, ha sido, a lo largo de siglos, el periódico. Y si hay objeción a la crítica que así se ejerce, bien podemos recordar no sólo que escritores como Baudelaire, tan citado en el coloquio, o como los más connotados críticos que han existido y existen en todos los órdenes del conocimiento, desde John Berger hasta Javier Marías o Vargas Llosa, se han expresado en publicaciones diarias y periódicas en cualquier latitud.

Por eso termino mi quejumbre consciente de que tiene visos de herida narcisística con las siguientes palabras de Clement Greenberg: Del arte no se puede esperar nada excepto sus cualidades. Y a la vez no es posible establecer condiciones específicas respecto a lo cualitativo. Tú (o usted) tienes tus propios prejuicios, tu aprendizaje y tus inclinaciones. Pero (en este terreno de la crítica) estás obligado a reconocerlas como tales y a impedir que interfieran. Con lo que quiero decir que el primer Coloquio Iberoamericano de Crítica de Arte (CICA) queda cuestionado en cuanto a nivel de exclusiones por acertadas que puedan haber sido todas las inclusiones.