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Ver día anteriorMartes 5 de agosto de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ébola
L

a enfermedad por el virus del ébola, la cual tiene una de las mayores tasas de letalidad (de hasta 90 por ciento), está de regreso. Después de un breve periodo de silencio, reaparece con fuerza esta vez en la parte occidental de África, continente en el que al parecer tuvo su origen. Se trata de uno de los más importantes brotes desde que la afección se describió en 1976, pues hasta el pasado 31 de julio se habían confirmado 360 casos (con una letalidad de 63 por ciento) en tres naciones vecinas en las que nunca se había presentado: Guinea, Sierra Leona y Liberia. Hay varias preguntas que surgen por el actual brote de este padecimiento, entre ellas: ¿Cuál es el riesgo de que la enfermedad se disemine a escala global, llegue a América y concretamente a México? Aunque esa es la interrogante que más preocupa a muchas personas, hay otras no menos importantes, como ¿cuáles son sus orígenes? y ¿cuáles las formas efectivas de combatirla?

Gran parte del temor que ha surgido en el mundo por la reaparición de la enfermedad se debe en buena medida al desconocimiento que lleva a conductas irracionales. Esto se debe en parte a la creación de imágenes que no corresponden con la realidad, a las que ha contribuido en parte la prolífica imaginación del cine hollywoodense dentro de un género al que bien podría llamarse terror pandémico, que proyecta a personas altamente contagiosas con ojos rojísimos que expulsan sangre por todas partes y mueren en medio de lastimosos estertores. La enfermedad por el virus del ébola no es exactamente así.

Si bien es cierto que tiene una alta tasa de letalidad (por lo menos la mitad de las personas infectadas mueren), la cual depende del tipo del virus, no es cierto que sea altamente contagiosa. Las personas que se encuentran en mayor riesgo de adquirirla son los trabajadores de la salud (médicos y enfermeras) y los familiares más cercanos, pues se requiere estar en contacto directo con los fluidos corporales del enfermo (sangre, saliva, semen) por medio de las mucosas o de alguna herida. Los síntomas de la enfermedad consisten en fiebre, debilidad y dolor musculares, dolor de cabeza y garganta, diarrea, vómito y sólo en algunos casos hemorragias internas y externas, de ahí que la Organización Mundial de la Salud haya cambiado la denominación inicial de fiebre hemorrágica del ébola por la de enfermedad por el virus del ébola

¿Llegará el virus a América? La respuesta es que ya está en nuestro continente, aunque de forma controlada. Hace pocos días fueron trasladados a Atlanta, Estados Unidos, dos ciudadanos norteamericanos, el doctor Kent Brantly y Nancy Writebol, quienes realizaban trabajo médico y humanitario en Liberia. Ambos están en condiciones de aislamiento sanitario que hacen imposible el contagio y no representan ningún riesgo de diseminación. Sin embargo, quienes para algunos deberían ser considerados héroes, para otros, guiados por la irracionalidad descrita arriba, deberían ser incinerados, es decir, asesinados.

En síntesis, todos estos miedos son hasta ahora infundados y el brote en África occidental no representa un riesgo de diseminación en el planeta, como bien lo ha argumentado Declan Butler en un artículo reciente publicado en la sección de noticias de Nature. Tampoco es un peligro para México, donde no se ha reportado ni un solo caso y la Secretaría de Salud está alerta.

Un aspecto realmente importante es cómo se origina la enfermedad. Tiene que ver con muchos factores. Al parecer se trata de una zoonosis, es decir, resultado del contacto con algunos animales. En el caso del ébola, cada vez hay mayor certeza que en el ciclo de vida del agente viral se encuentran varias especies de murciélago. Durante el inicio del brote, el gobierno de Guinea emitió una prohibición sobre la captura y consumo de estos animales, pero por las condiciones extremas de pobreza el murciélago es una de las pocas fuentes de aporte proteico disponibles para algunas personas.

Y aquí estamos dolorosamente frente a los orígenes del padecimiento: Se trata de una enfermedad de la pobreza. Un artículo de Daniel G. Bausch y Lara Schwarz aparecido apenas el jueves pasado (PLOS Neglected Tropical Diseases 8[7]: e3056), en el que los autores se preguntan por qué se presenta el brote en este momento en un lugar de África donde no había aparecido antes, sugiere que los sitios en los que se presenta hoy la enfermedad en Guinea no son producto del azar, sino corresponden a las zonas en las que la economía y el sistema de salud pública han sido diezmados por años de conflictos civiles y el fracaso de programas de desarrollo: “Los factores biológicos y ecológicos pueden impulsar la aparición del virus de la selva, pero es evidente que el paisaje sociopolítico dicta donde va…”, sostienen los investigadores.

Los efectos devastadores de las guerras civiles en Liberia y Sierra Leona y la sucesión de gobiernos ineficaces y corruptos en esas naciones y en Guinea, el saqueo sistemático y la destrucción del medio ambiente son para los autores factores asociados con el brote. Se trata de algunos de los países más pobres del mundo con una muy baja esperanza de vida al nacer (56 años en Guinea, por ejemplo).

Hasta ahora no existen vacunas ni cura específica para la enfermedad por el virus del ébola, pero el tratamiento y la solución definitiva tienen que pasar por poner fin a la política de saqueo y depredación de los países ricos sobre las naciones pobres de África.