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Muerte en el laboratorio
E

n abril de 2011, un grupo de investigadores encabezado por Yoshiki Sasai sorprendió al mundo al lograr el desarrollo tridimensional de la copa óptica (retina primordial), a partir de células troncales de ratón. El logro del equipo científico del Centro Riken de Biología del Desarrollo, asentado en Kobe, Japón, se publicó en la revista inglesa Nature e hizo surgir esperanzas bien fundadas sobre la posibilidad de contar en el futuro con tratamientos eficaces para enfermedades de la visión e incluso para algunos tipos de ceguera en humanos. Tres años más tarde, la gloria se convirtió en tragedia, pues Sasai, con 52 años, considerado uno de los más brillantes científicos del orbe en su campo –y en mi opinión lo es–, apareció muerto el martes pasado, colgando del barandal de una escalera en el departamento que dirigía dentro del Riken.

Todos los datos dados a conocer por Satoru Kagaya, portavoz de ese centro de investigación avanzada, y los informes policiacos publicados en diferentes medios (por ejemplo el Japan Times 5/8/14), coinciden en que se trató de un suicidio. La exitosa carrera de Yoshiki Sasai se vio interrumpida por el escándalo surgido en torno a dos trabajos publicados en enero de este año en Nature –la misma publicación en la que adquirió su mayor fama–, firmados por la doctora Haruko Obokata como primera autora y en los que Sasai aparece como coautor.

Los artículos presentaban una técnica novedosa y simple para transformar células adultas en células pluripotenciales (llamadas STAP), capaces de diferenciarse en todo tipo de células especializadas, lo que de confirmarse representaría uno de los avances más importantes en el campo de la biología del desarrollo. Sin embargo, luego de la publicación, varios grupos en el mundo intentaron sin éxito reproducir los resultados reportados por el equipo del Riken.

Es imposible saber cuáles son las razones que llevan a una persona a quitarse la vida, por lo que se corre el riesgo de ingresar a un terreno puramente especulativo. No obstante, hay varios hechos verificables y al menos coincidentes con la muerte de Sasai. Uno de ellos es la exacerbada reacción de la comunidad científica internacional, que se torna feroz cuando olfatea las posibilidades de llevar al descrédito y destruir al otro (especialmente si no tiene origen anglosajón). Las acusaciones de fraude aparecieron mucho antes de que se hubiera realizado una investigación seria.

Otro elemento presente fue la aparición de una especie de nacionalismo (igualmente exacerbado). La prensa japonesa trataba en las conferencias de prensa a los científicos involucrados peor que a delincuentes. Obokata, por ejemplo, fue acosada de forma inclemente y sufrió varias crisis nerviosas; tenía que acudir a las reuniones con los medios de comunicación en compañía de un abogado. En una ocasión, los jueces determinaron que efectivamente se habían violado sus derechos humanos. Como si estuvieran en juego el prestigio y el honor de una nación entera… o de la ciencia japonesa.

En efecto, otro elemento presente fue la severidad de la investigación realizada por el centro Rinke, como si su enorme prestigio, ganado a lo largo de muchos años y del que nadie duda, se hubiera ido irremediablemente a un abismo por las células STAP, cosa que por supuesto es falsa.

Las conclusiones de la investigación realizada por encargo de ese centro son tremendas. Para la doctora Obokata, la primera autora, se afirma no sólo que tuvo una conducta impropia e inaceptable en su investigación (por la alteración de algunos datos y hasta el desorden presente en sus cuadernos de protocolos). Se afirma además que la joven investigadora carece del sentido de ética en la investigación, así como de integridad y humildad como científica. De este modo su carrera queda destruida.

Pero la severidad de los juicios se extiende también a algunos de los investigadores de alto nivel que participaron como coautores, entre ellos el propio Sasai y Tehuriko Wakayama, quienes de acuerdo con la indagación no comprobaron los datos de la investigación y, si bien no se les adjudica una mala conducta o fraude, se les cita por sus nombres y se les acusa de tener alta responsabilidad en este episodio.

Finalmente, una vez concluida y publicada la investigación de Rinke, los autores de los dos trabajos decidieron retractarse de los mismos mediante una carta publicada el pasado 3 de julio en Nature, en la que reconocen errores adicionales y señalan: Pedimos disculpas por los errores incluidos en nuestros artículos. Estos errores múltiples perjudican la credibilidad del estudio en su conjunto y no podemos decir sin lugar a dudas si el fenómeno de las células STAP es real. Los estudios en curso están investigando este fenómeno nuevo, pero, dada la naturaleza extensiva de los errores actualmente presentes, consideramos adecuado retractarnos de los dos artículos.

Es muy interesante, pues se retractan de los artículos publicados, pero afirman que todavía hay estudios en curso para averiguar el fenómeno. En otras palabras, quizá las células STAP todavía tengan algo que decir. Pero desafortunadamente en toda esta historia se perdió algo muy valioso: el genio de Yoshiki Sasai.