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Ver día anteriorLunes 18 de agosto de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Nosotros ya no somos los mismos

Provocadores... de lástima

P

ara salir de este cilicio (dije cilicio, no silicio). Como un detallito de amistad comento a la multitud: el silicio es, después del oxígeno, el elemento más importante en la corteza terrestre. Reduce el colesterol malo y enfermedades cardiovasculares, fortalece músculos, tendones, dientes y muchas cosas más. En cambio, con c, se refiere a un áspero sayal que vestían algunos monjes fanáticos (del table dance, para desagraviar al Señor después de sus excesos) y que les dejaba sus partes nobles y otras, no tanto, bastante averiadas. O séase es un tormento, como el cepo, los desgarradores de senos, la doncella de hierro, la cuna de Judas y muchos más, que los antecesores intelectuales de don Germán Martínez Cázares usaban, durante la Santa Inquisición, para ayudar a sus semejante a rencontrar el buen camino y alejarlos de las posesiones demoniacas. Claro que tenían que recurrir a estos extremos por la sencilla razón de que no tenían a la mano los discursos y artículos de don Germán, que si no.

Recibí una breve colaboración relacionada con la anterior columneta que a la letra dice: incluye en tu relación de provocadores esta otra categoría: los provocadores… pero de lástima. Agregaba: supongo que no vas perder el tiempo en contestar las diatribas e insolencias de este ciudadano, que tiene todo el derecho de exhibirse y develar (y también desvelar, en sus dos acepciones) su pobre calidad de mexicano. Ni se te ocurra referirte a Lázaro Cárdenas como autor de la segunda Independencia de México: la económica. Sábete que el despacho del abogado Martínez Cázares sirve, según su propio dicho, a algunas empresas trasnacionales. Abstente de recordar que cuando los líderes mundiales rehuían enfrentarse al fascismo salvaje que comandaba Mussolini, el gobierno mexicano cardenista, ante la incuria de los franceses, el apoyo irrestricto de Alemania y la mirada vuelta hacia otro lado de Estados Unidos, brindó su digno y solitario apoyo a Etiopía y a la República Española. Muy caro pagarían Norteamérica y los 27 países europeos que firmaron el acuerdo de no confrontación con el nazi/fascismo no haber tenido la inteligencia, la conciencia y el valor de someter a Frankenstein en sus inicios. Ya Rafael Barajas, implacable en su costumbre de Fisgon-ear por todos lados, hace poco nos demostró la proclividad de prominentes panistas hacia el nacionalsocialismo y la superioridad aria. Si Cárdenas fue antimperialista y antifascista, defensor acérrimo de la soberanía de la nación, es totalmente explicable y justo que los rescoldos, los tenejales del conservadurismo más recalcitrante, los nietos del Tercer Reich, lo increpen.

Me dice en su correo una anciana maestra: Cárdenas dio un impulso a la educación pública, popular, gratuita y laica sin paralelo. Mi padre, como mi esposo, fueron maestros rurales. Al primero, un cura bueno (digo yo: juro que no son muchos, pero lo hay, he sido y soy amiga de algunos) lo salvó de ser desorejado por los cristianos cristeros. El alfabeto llegó a los lugares más apartados, incomunicados, insalubres del territorio. Hasta a esas escuelitas miserables llegó también el Presidente de todos los mexicanos.

Tú y yo fuimos compañeros en una casa de asistencia regenteada por una señora yucateca, doña Edelmira, doña pelos, le decíamos –me comenta, electrónicamente, un ingeniero–, no tuvimos mayor trato porque me parecías demasiado protagónico y frívolo (no recuerdo al inge pero, con esa descripción, obviamente sí compartimos buhardilla). Yo era uno de los gaviotas del internado del Poli que lideraba Nicandro Mendoza. Miles, miles de mexicanos salidos de las clases más humildes logramos formarnos en el IPN y cumplir la consigna de la institución: poner la técnica al servicio de la patria. El Poli surgió de la pasión de Cárdenas por el desarrollo del país y la superación de su pueblo. No se te olvide tampoco: a Cárdenas se deben las escuelas normales rurales y los internados para hijos del Ejército y para hijos de los trabajadores, pero también la educación en las zonas fronterizas y la incorporación al ámbito educativo de las mujeres y, por supuesto, de los diversos grupos indígenas, permanente marginados, despreciados en su propia tierra. Y termina el sincerote ingeniero: no creo que volvamos a vernos, pero si expones estas y otras muchas verdades, pueque reconsidere mi opinión inicial sobre ti.

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México jamás hubiera podido acceder a la etapa del desarrollo industrial, y es evidente también que ni el abatimiento del latifundismo ni la reforma agraria ni la expropiación de los bienes propiedad de la nación se hubieran llevado a cabo sin la visión y acendrado patriotismo del general Lázaro CárdenasFoto archivo del periodista
español Luis Suárez

Aunque no resulte fácil de creer, tengo dos que tres amiguitos calificables de intelectuales y hasta de tecnócratas. Uno me instruyó: el Instituto Nacional de Antropología surgió de una maravillosa, histórica conjunción entre el Poli, el Museo Nacional y la UNAM: el Politécnico, dice la crónica, aportó la carrera que ya tenía organizada; el museo, las instalaciones, y la Universidad sus cátedras y catedráticos. El decreto de su creación fue firmado por el presidente Lázaro Cárdenas el 3 de febrero de 1939.

¿Y El Colegio de México, surgido de la iniciativa cardenista que dio origen a La Casa de España, que luego, al paso del tiempo, se convirtió en una de las más importantes instituciones académicas y de investigación en ciencias y humanidades de los países de habla hispana? Aquí fue fundamental la participación agradecida de los republicanos españoles, a la solidaridad que el pueblo mexicano les había brindado durante la desigual batalla librada por la república libertaria y democrática (Siqueiros, Octavio Paz, Gilberto Bosques) y al amparo brindado por el gobierno mexicano a los españoles del éxodo y del llanto. Hablar de El Colegio de México es hacer referencia a grandes mexicanos: Alfonso Reyes, Cosío Villegas, Silvio Zavala, Víctor Urquidi y muchos, muchos más, que hasta la fecha siguen respondiendo a la convocatoria cardenista.

El amigo tecnócrata apunta: podemos afirmar que sin los excedentes del trabajo campesino y el enorme caudal de recursos que el petróleo nacionalizado proporcionaron al país, México jamás hubiera podido acceder a la etapa del desarrollo industrial, y es evidente también que ni el abatimiento del latifundismo ni la reforma agraria ni la expropiación de los bienes propiedad de la nación se hubieran llevado a cabo sin la visión y acendrado patriotismo del señor general Cárdenas.

Era yo estudiante de secundaria en el Ateneo Juan Antonio de la Fuente cuando el general Sainz y Sainz, jefe del estado mayor de la sexta Zona Militar y vecino de mi casa, no blasonada pero sí solariega, mientras me enseñaba a desarmar y armar una escuadra o un revólver con los ojos cerrados, me relataba: hace poco más de 10 años, un 7 de diciembre, la aviación japonesa, sin mediar declaración de guerra, lanzó un ataque devastador contra la base naval estadunidense de Pearl Harbor, en Hawai. Al día siguiente Estados Unidos declaró la guerra al imperio japonés. La situación para México era en extremo delicada. En ese mismo mes el presidente Ávila Camacho consideró que el único mexicano que tenía la estatura moral, política y de reconocimiento público nacional para enfrentar tanto a los simpatizantes nazi/fascistas autóctonos, como a las exigencias del poderoso vecino del norte, era el general Cárdenas. Conociéndole, le solicitó que aceptara el cargo de comandante de la Región Militar del Pacífico. El general, con la gallardía y el patriotismo que siempre fueron costumbre de su espada, asumió la responsabilidad. Lo primero que hizo fue oponerse y rechazar tajantemente la pretensión estadunidense de que técnicos y tropas de ese país penetraran al territorio nacional a instalar, operar y proteger las estaciones de detección que el jefe del Estado Mayor Presidencial había autorizado. La pugna llegó a tal grado que Cárdenas desplegó sus tropas en la línea fronteriza para impedir, por la fuerza si era necesario, la entrada a México de los elementos del Comando Oeste y el 4º Ejército de Estados Unidos. Se doblaron una vez más los poderes hegemónicos, como en la expropiación del 38. Es cierto: Poco puede el espíritu contra la espada, pero la espada blandida por el espíritu es invencible. Un año después, Cárdenas asume el cargo de secretario de la Defensa Nacional y su acción blinda a México, temporalmente por supuesto, contra las asechanzas y las acechanzas del imperio.

Último correo. Me dice Javier Molina: no te acojas al fácil expediente de replicarle nada al señor Germán Martínez. Él, como tú, son lasallistas. No estudiaron historia patria, sino historia sagrada. Recuerda al maestro Mateo que nos enseñó etimologías griegas y latinas en la prepa: Lázaro Cárdenas no requiere defensas contra un prófugo de Liliput: Aquilas non capit muscas.

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