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Lejos de la ciencia
E

ntre otros pensadores, Nietzsche, en La gaya ciencia (1882), dio muerte a Dios, como única forma de alcanzar la fuerza, la libertad y la independencia de pensamiento, de mente, de conocimiento, perdidos por los hombres debido al cristianismo. Nietzsche conocía el pasado y los primeros brotes del Renacimiento, especialmente del Cinquecento (siglo XVI), con el surgimiento de una nueva relación con la naturaleza, unida a una concepción realista de la ciencia que fue configurando lentamente el humanismo. La aspiración de acceder a la verdad de la naturaleza no se orientaba más hacía el conocimiento del fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea.

Han pasado mucho siglos y la gaya ciencia la poseen muy pocos aún, y prevalecen en grandes áreas de la geografía planetaria mentes nebulosas, prejuicios sin fin, morales bárbaras, incomprensión de las culturas del mundo, miedo del otro e impulsos por eliminarlo. No es asunto del subdesarrollo ni mucho menos, el mundo desarrollado está repleto de esas calamidades, que allá son de una peor ralea debido a su poder tecnológico, y a la lógica de la dominación política y económica.

Impresiona ver cómo se ha vuelto una nota de intenso revuelo, y cómo son cada vez son más numerosos los programas de la televisión estadunidense en los que ha aparecido el fenómeno Ann Coulter, la intensa, estridente abogada comentarista de televisión, autora de seis libros. A juzgar por su presencia en redes sociales y en la televisión, no es una voz aislada, sino un botón de muestra.

El rotativo Publimetro, que se distribuye en Chile, Colombia, Brasil y Perú y pertenece al holding sueco con sede en Luxemburgo llamado Metro Internacional, hizo acopio sucinto de algunas de las opiniones de esta descollante belcebú que navega en el mar de ignorancia de Estados Unidos: 1) Si quitamos el derecho de las mujeres a votar, no tendremos que preocuparnos por otro presidente demócrata. Es un sueño que tengo; 2) Sobre un discapacitado de Vietnam: por gente como tú perdimos la guerra; 3) Cualquier interés [de Estados Unidos] en el soccer es señal de la decadencia moral de la nación; 4) Sobre Medio Oriente: Debemos invadir sus países, matar a sus líderes y convertirlos al cristianismo; 5) Sobre la depredación de los recursos naturales: “Dios nos dio la tierra. Tenemos dominio sobre las plantas, los animales, los árboles. Dios dijo: ‘La tierra es suya, tómenla, viólenla, es suya’”; 6) Sobre el doctor Kent Brantly: fue un idiota por irse a marinar en una enfermedad medieval del tercer mundo; 7) En una larga declaración: Estados Unidos debería aplicar las mismas medidas que Israel ha puesto en marcha en la franja de Gaza para resolver el problema migratorio, bombardeando a México. En nuestra frontera se han encontrado cientos de túneles en los que pasan: drogas, armas, inmigrantes. Nos están invadiendo; 8) Es inútil ayudar a los enfermos de ébola en Centroáfrica, ya que no merecen ese tratamiento por ser negros. ¿Son chistes cretinos de una grogui delirante, o habría que poner cercana atención a lo que está sucediendo en la sociedad estadunidense?

Eso, en el país que invierte más en la investigación científica y el desarrollo tecnológico. No tendremos futuro si no aceleramos, sin cuartel, nuestro propio espacio de generación de conocimiento para su distribución social.

Hace una semanas el mundo volvió su atención hacia América Latina (AL); en particular hacia Brasil, con motivo del Mundial de Futbol. Pero las visitas de Putin, Xi Jinping, Shinzo Abe, y la reunión del grupo BRICS en Fortaleza, Brasil, revelan que AL comienza a ser una pieza relevante en el juego geopolítico ­mundial.

Nature, una de las más antiguas y más reconocidas publicaciones científicas, también volvió su atención a AL en fechas cercanas, pero no para ver el Mundial, sino el estado de su investigación científica. En Brasil: el gobierno y el sector privado invierten unos 27 mil millones de dólares por año en ciencia, tecnología e innovación (invirtió 15 mil millones de dólares en el Mundial). La inversión en Argentina y Brasil en investigación y desarrollo (I+D) se ha disparado incluso más rápido de lo que han crecido sus economías, pero Brasil es el único que aporta más del 1 por ciento de su economía a este sector. Con 46 mil 306 estudios publicados en 2013, Brasil abarca dos tercios de todas las investigaciones científicas de la región, aunque en términos de artículos per cápita es similar a Argentina, ¡Uruguay! y Chile. De los trabajos académicos, los artículos de Perú son los que tienen más impacto internacional: son los más citados de la región.

Cuatro de los mejores jugadores: sólo Chile ha conseguido tener un papel protagonista en el campo de la astronomía internacional. Sólo la Fundación para el Apoyo a la Investigación de Sao Paulo, institución pública, 
en 2013 invirtió 512 millones de dólares en financiación científica, más que muchas naciones de la región. El Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en el Valle del Cauca, Colombia, miembro de un consorcio internacional de investigación en agricultura, da empleo a 325 científicos y tiene un presupuesto anual de 114.4 millones de dólares. 
El laboratorio del biólogo molecular argentino Alberto Kornblihtt lidera internacionalmente la investigación sobre uno de los mecanismos de modificación del ácido ribonucleico llamado splicing alternativo.

Todo, muy lejos de EU y de México.