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Faltan gestos significativos de acercamiento en la izquierda

No estamos en favor del país que quieren los dominantes, dice

El hecho de que Morena y el PRD caminen por rutas separadas no hace lógico ni acertado que se olvide la discusión de los grandes temas nacionales que están ahí para todos

 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de agosto de 2014, p. 9

El diseño de Rafael López Castro (un enmascarado con la hoz y el martillo en la frente) remite a la campaña de Adolfo Sánchez Rebolledo, candidato a diputado federal en los años en que la izquierda tenía una participación casi testimonial en las elecciones. La máscara, con las siglas del Partido Socialista Unificado de México, está en la tapa del nuevo libro de Fito Sánchez Rebolledo, La izquierda que viví, volumen en el que se funden el militante y el analista, y que transita las sinuosas veredas de la siniestra etapa de 1961 a nuestros días.

Somos lo que hicimos y pensamos, incluyendo los sueños de otros tiempos y el derecho a cambiar sin traicionarnos, escribe Fito en la introducción del grueso volumen que reúne, ordenada por temas y ciclos de la izquierda, una selección de la vasta obra periodística de su autor, que se remonta, por los temas que aborda, a los años en que colaboró en Solidaridad, el órgano del sindicato electricista de Rafael Galván, y Punto Crítico, referente indispensable de la izquierda de los años 70, revista que el autor dirigió entre 1972 y 1977.

Sánchez Rebolledo aborda algunos pasajes de su libro –el encuentro es largo, pero apenas alcanza para rozar algunos episodios– para aterrizar, frente a su espléndido jardín, en la hora actual de la izquierda:

Lamenta que no haya ningún gesto significativo de acercamiento entre las ahora llamadas izquierdas (él insiste en usar el singular): Se dejan ahí dos propuestas, como si el asunto fuera la consulta (sobre la reforma energética) en sí, y no el asunto de qué tipo de país queremos desde la izquierda. Ya sabemos más o menos qué tipo de país quieren las fuerzas dominantes de México, y no estamos en favor. Pero necesitamos discutir el país que queremos, y hacerlo con un debate distinto al que hemos tenido. Si van a hacer una consulta, debe ser con vistas al futuro, o sea, qué queremos cambiar, cuándo y cómo hacerlo, desde la izquierda.

El hecho de que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y el PRD caminen por rutas separadas, piensa Sánchez Rebolledo, no hace lógico ni acertado que se olvide la discusión de los grandes temas nacionales que están ahí para todos. Si se va a discutir qué hacer, hay que hacerlo sobre la base de qué tipo de país queremos. No es posible seguir pensando que el programa de la izquierda es un matiz dentro del programa general de gobierno de quien sea, no es un matiz.

En La izquierda que viví, el autor va de la Revolución Cubana al 68, de la primavera sindical de los años 70 a las secuelas de la elección de 2006, en un recorrido que es tanto personal como colectivo, ya que Sánchez Rebolledo participó activamente en movimientos, sindicatos y partidos.

Genaro y Lucio, autodefensas

–En alguno de los artículos refiere la represión de 1971, etapa en que se acuñó aquella frase de Echeverría o el fascismo.

–La verdadera discusión, más que sobre Echeverría, era sobre la naturaleza misma del 68, sobre qué significaba el 2 de octubre, ahí sí hubo una serie de diferencias muy importantes.

La radicalización de sectores del movimiento, sostiene Sánchez Rebolledo, no se dio en automático, pues la guerrilla ya tenía sus antecedentes históricos, ideológicos, y debates muy concretos en el seno de las organizaciones de izquierda, como la Juventud Comunista, y en otros espacios donde ya existían los movimientos de Genaro Vázquez, de Lucio Cabañas y la huella de Madera.

–Si leemos esa etapa a la luz de la actualidad, diríamos que Genaro y Lucio eran autodefensas.

–De hecho sí. La idea de autodefensa está muy generalizada en América Latina. Marulanda y toda esa gente en Colombia surgieron como autodefensas campesinas que se oponían a la represión de los terratenientes. En México, Lucio Cabañas se remonta a la sierra a raíz de la represión. Se forma propiamente un grupo de autodefensa. El caso de Genaro es todavía más sintomático, porque a él lo hacen preso por sus planteamientos públicos, sociales, abiertos. Es liberado de la cárcel por sus propios compañeros y se remonta a la sierra, donde prácticamente no tiene actividad militar. Es más bien testimonio vivo de una decisión, de una resistencia.

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El más reciente libro de Adolo Sánchez Rebolledo, La izquierda que viví, será presentado mañana a las 18 horas en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura EconómicaFoto José Antonio López

Los olvidados y los formadores

Aunque su libro no fue concebido para eso, Sánchez Rebollar incluyó en sus páginas varias semblanzas escritas al vuelo para rendir homenaje a personas como Óscar González, Pablo Pascual, Julio Pliego, José Revueltas, Rafael Galván, Carlos Fernández del Real (una figura que merece ser recordada por la izquierda), Othón Salazar y Arnoldo Martínez Verdugo (a quien hay que discutir, pero con la perspectiva de la época, no como si estuviéramos sentados frente a frente ahora).

Su padre, el notable filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, está presente todo el tiempo, al igual que su compañero de ruta intelectual Carlos Pereyra. El listado no estaría completo sin Carlos Monsiváis, a quien considera una de las grandes figuras formativas.

“Monsiváis merece ser leído todavía hoy, porque muchos de sus trabajos son precursores y otros son de una lucidez asombrosa, porque él pudo unir esa perspectiva moral con una actitud política militante.

En la medida en que la izquierda se parcializa o se ocupa de un solo aspecto de la vida pública pierde densidad, riqueza. Creo que el desiderátum de la izquierda es convertirse (como decía Gramsci) en una alternativa moral y cultural. Estamos dando la pelea por parcelas, pero no vemos la necesidad de vincular todas esas luchas con una sola visión de conjunto, no una sola concepción, pero con una idea de que cultura, política y acción política militante son vasos comunicantes.

–Monsiváis expresaba cierto desencanto por el divorcio entre la izquierda partidaria y la que veía viva y actuante en los movimientos y los espacios culturales.

–También lo describo en distintos momentos. Un desencanto, sí, pero sin abandonar la plaza, porque si simplemente nos desencantamos de los partidos, de la acción política, de nuestra debilidad en ocasiones, pues entonces lo único que hacemos es perdernos, dejar de actuar o de reflexionar en sentido crítico. A Monsiváis ese desencanto siempre lo llevaba a plantear nuevas cosas, a descubrir nuevos elementos contra el mismo desencanto.

–En los últimos años de su vida participó directamente en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador.

–Pero siempre logró mantener una distancia crítica.

–Como ejemplifica la carta en la que firmaron criticando el plantón en Reforma (signada por Monsiváis, el entrevistado, Rolando Cordera y Jenaro Villamil).

–Fue una decisión muy difícil firmar esa carta. Carlos estaba en ese momento en una cercanía absoluta con el candidato. Pero era necesario decir algo que estaba pensando mucha gente que apoyaba a Andrés Manuel, y no porque lo dijera Televisa.

Unanimidad, no, decía Carlos.

–No es acertada la unanimidad. Monsiváis decía que nos estaba quitando gente en vez de atraerla.

–Bueno, ustedes tenían autoridad desde el flanco de la izquierda.

–Nunca creí que tuviera autoridad. Es más, no la tengo, pero sí tenía un deber. Creía que era un error, que era algo que estaba perjudicando. Tampoco quiero hacer de la crítica una carrera; a mí me interesa que avance la izquierda en su conjunto, respetando las posiciones de cada quien. Para mí esa es un cuestión clave, que haya respeto de las diferencias, pero que avance el conjunto.

La izquierda que viví, de Adolfo Sánchez Rebolledo, se presenta este jueves a las 18 horas en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. Participan, además del autor, Roberto Escudero, Alejandro Encinas, Rolando Cordera y José Woldenberg.

Una versión extensa de esta entrevista se puede leer en La Jornada en línea.