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Lamentan que el caso haya tomado importancia hasta que se denunció en Texas

Desde 1995 El Colegio de Sonora detectó graves abusos contra menores migrantes
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de agosto de 2014, p. 12

Matamoros. Tamps. 26 de agosto.

Cargado de esperanzas y con algunos dólares, Gilberto Francisco abandonó su casa en una remota provincia guatemalteca con el deseo de encontrarse con su hermano en el norte.

A finales de mayo viajó escondido en camiones hasta que cruzó la frontera. En el sur de Texas, una redada de la Patrulla Fronteriza capturó al coyote que lo asistía y lo dejó a su suerte. Murió de hambre y de sed. Tenía 15 años de edad.

Como él, otros miles de niños procedentes de Centroamérica y de la República Mexicana se exponen a todo tipo de riesgos físicos y emocionales, que no superan al cruzar la frontera, pues en Estados Unidos siguen siendo una clase vulnerable e indefensa.

Esa es la conclusión de especialistas, académicos y funcionarios públicos que participaron ayer en el foro Realidades y alternativas en la migración de niñas, niños y adolescentes en las frontera de México, convocado por El Colegio de la Frontera Norte (Colef).

Óscar Misael Hernández Hernández, anfitrión del Colef, enumeró en su ponencia los seis peligros principales para los menores en tránsito: salir sin compañía, cofraternizar con los traficantes de ilegales, vivir en las casas de seguridad –donde enfrentan abusos y hacinamiento–, cruzar el río Bravo con el riesgo de ahogarse, caminar por el desierto estadunidense y ser capturados por la Patrulla Fronteriza.

A éstos se suman el riesgo de ser enganchados por los grupos criminales que los utilizan para cruzar paquetes de droga, así como convertirse en víctimas de una red de explotación sexual y/o laboral.

El sufrimiento de los niños migrantes no es nuevo, pues los primeros casos empezaron a documentarse desde 1995, aseguró Gloria Valdez Garrea, de El Colegio de Sonora.

La ponente dijo que es cuestionable que sólo hasta después de que se revelara cómo los menores permanecían hacinados en centros de reclusión en Texas, se comenzó a poner atención a la problemática en México.

Óscar Hernández recordó que una serie de 33 entrevistas con niños y adolescentes extranjeros, internados en el Centro de Atención al Menor Fronterizo de Matamoros, le permitió identificar los riesgos en su camino hacia Estados Unidos y conocer los motivos por lo que abandonaron sus casas.

El principal tenía que ver con lograr la reunificación familiar, para encontrarse con uno o los dos padres, para contribuir en el gasto del hogar, para lograr independencia económica y porque en algunas partes es una tradición cultural el salir al norte, detalló.

La subsecretaria estatal de Derechos Humanos, Mariana Rodríguez, afirmó que en Tamaulipas, a diferencia de Texas, se trata con respeto a los menores migrantes y se canalizan recursos suficientes para su atención.

Gilberto Francisco regresó en un ataúd a Guatemala. Me arrepentiré siempre de haberlo dejado ir, dijo entre lágrimas su madre, Cipriana Juárez, al pie de la tumba en el cementerio de San José las Flores.