Opinión
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Desde el Otro Lado

Consecuentes en el reclamo

L

as organizaciones defensoras de los derechos humanos en Estados Unidos han insistido en denunciar la forma en que cuerpos policiacos y autoridades migratorias detienen a muchas personas para pedirles documentos de identidad e interrogarlas por el hecho de ser o parecer de origen latino. Gracias a esas denuncias y a las previsiones al respecto en la legislación federal, esta situación es cada vez menos común en ese país.

Algo similar ocurre sistemáticamente dentro de nuestras fronteras. Son comunes las denuncias en la prensa sobre el maltrato que cuerpos policiacos y autoridades migratorias dan a los migrantes que provienen de Centroamérica. Al parecer las denuncias no han tenido el efecto deseado y el maltrato continúa. Personalmente me tocó presenciar un hecho que debiera desterrarse, si insistimos en presentarnos como un país en que se respetan los derechos humanos.

En un viaje de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, hacia el puerto de Veracruz, aproximadamente una hora después de haber partido, el autobús en que viajaba fue detenido por personal de Migración. Un agente de esa corporación subió al autobús y solicitó los documentos, no de todos los pasajeros, sino de las personas cuyo perfil correspondía a los migrantes que provienen de Centroamérica. Dos adultos con esas características fueron obligados a abandonar el autobús. Pregunté a uno de ellos si conocía el motivo de su detención, y su respuesta fue negativa. El hecho es que ya no regresaron al autobús y no volvimos a saber de ellos. Cabe pensar que eran ciudadanos de algún país centroamericano quienes se internaron al país sin los documentos migratorios correspondientes.

No se discute que las autoridades mexicanas responsables de proteger las fronteras cumplan con su deber. El problema radica en que esa forma de proceder es precisamente lo que ha originado el justo reclamo de las organizaciones defensoras de derechos humanos, y del propio gobierno mexicano, a las autoridades migratorias de EU por un trato similar a los migrantes mexicanos. Obligar a las personas a abandonar un autobús a medianoche y en medio de la carretera no es la mejor forma de proteger nuestras fronteras. La pregunta que se antoja es: ¿no hay otras formas de hacerlo? Por ejemplo, evitar que los pasajeros aborden el autobús previo a su partida o previo al momento de comprar su pasaje. Sería una forma de ser consecuentes con nuestro reclamo a las autoridades estadunidenses.