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Movimientos y elecciones en Brasil
L

a polarización que dominó Brasil durante dos décadas, entre el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Fernando Henrique Cardoso y el Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva, quedó hecha añicos con las manifestaciones de junio de 2013. La disputa entre tucanos y petistas dividió al país entre quienes defendían el modelo neoliberal y las privatizaciones y los que proponían cambios de fondo para salir de ese modelo.

Como toda contradicción aguda, fue un principio de orden capaz de alinear a las más diversas fuerzas políticas y sociales detrás de cada una de las propuestas representadas por esas siglas y esos dirigentes. Mientras la década de 1990 fue un periodo de hegemonía del partido de Cardoso, la primera década del nuevo siglo estuvo dominada por los orientados por Lula. Cada una de ellas hizo alianzas amplias para asegurar la gobernabilidad y enfrentó demandas de los diversos grupos de presión.

Con las grandes movilizaciones de junio de 2013, este escenario cambió radicalmente. Era la primera vez que el gobierno del PT enfrentaba demandas nacidas de la sociedad, ya que hasta ese momento las disputas principales habían provenido, en lo fundamental, de diversos sectores empresariales y profesionales, y sólo secundariamente de los movimientos. Los millones de personas movilizadas en 353 ciudades exigieron la anulación del aumento del transporte, demanda que obtuvieron, cosechando un histórico triunfo.

Junio fue mucho más que eso. Fue un grito contra la desigualdad, focalizada en un primer momento en el transporte, y contra la criminalización de la protesta y de los movimientos, ya que la protesta se masificó por la desmedida represión policial. Brasil sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo. Con los tres gobiernos del PT la pobreza disminuyó considerablemente, pero la desigualdad apenas se movió, ya que no hubo cambios estructurales, no se hizo la reforma agraria ni se procedió a la reforma urbana como demandan los nuevos movimientos. Sin cambios en la estructura de propiedad y de la renta, los planes sociales no pueden resolver los grandes desafíos que plantean los sectores populares.

La represión sigue siendo otra cuenta pendiente. Como muestra, ahí está la brutal y sofisticada represión que sufrieron los manifestantes el día que se jugaba la final del Mundial de Fútbol, en la plaza Sáenz Peña de Río de Janeiro. Fueron cercados por un abrumador despliegue policial, sin permitirles salir del cerco durante horas, hasta que finalizó el partido. La Policía Militar se mueve en las favelas con total impunidad, utilizando fuego real contra la población. La organización Maes de Maio, formada a raíz del asesinato de 500 personas inocentes en Sao Paulo en mayo de 2006, luego de acciones criminales del narcotráfico, contabiliza 25 masacres entre 1990 y 2013, a razón de una por año.

Junio de 2013 fue una reacción contra las continuidades entre los gobiernos del PSDB y el PT. Los analistas mediáticos y académicos suelen enfatizar los cambios habidos desde 2003 (cuando Lula llegó al gobierno), pero no mencionan las continuidades. El sociólogo Chico de Oliveira fue uno de los primeros en enfatizar que entre ambos partidos no hay tantas diferencias. En junio fue la calle quien se encargó de mostrarlo. Bruno Cava, uno de los más profundos analistas de Brasil, destacó que lo que está fuera del campo de visión de la izquierda sólo conlleva una carga errática y peligrosa, que debe ser controlada (IHUOnline, 5 de julio de 2013). Siento que la polarización de años entre tucanos y petistas empobreció la capacidad de análisis de estos militantes, razona el sociólogo Rudá Ricci en su blog.

En los últimos días hubo varios pronunciamientos de movimientos sobre la cuestión electoral. Lucas Oliveira, del Movimiento Passe Livre (MPL) que jugó un destacado papel en las manifestaciones de junio, señala que ninguno de los tres principales candidatos apoya la tarifa cero (en el transporte) ni tienen propuestas para reducir el precio del billete. El MPL defiende la movilización permanente, no cree en la vía institucional, de arriba abajo. Si creyéramos en ella, estaríamos contribuyendo a construir alguna candidatura. Y no estamos haciendo eso ( Estado de Sao Paulo, 23/8/14).

El Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) emitió un contundente comunicado en defensa de vivienda libre y reforma urbana. En nuestra presión sobre el Estado, en sus diversos niveles, no nos guiamos por quién esté en el gobierno. Tenemos rigurosa autonomía en relación a cualquier partido político y esencialmente ante cualquier gobierno (MTST.org, 26/8/14). Los sin techo agregan que sus demandas se construyen con lucha y organización popular y no a través de las instituciones. El texto finaliza: Reafirmamos que nuestro camino no es la participación en las campañas electorales. ¡Nuestro voto es el poder popular!

El 2 de septiembre el Movimiento Sin Tierra (MST) publicó un comunicado en el que demanda reforma agraria a los tres candidatos. Desgraciadamente, cada vez más, el poder del capital secuestra la política y las instituciones públicas, impidiendo las transformaciones políticas y económicas que interesan al pueblo brasileño (MST.org, 2/9/14). Luego de detallar un conjunto de demandas hasta ahora incumplidas, finaliza con su compromiso de luchar de forma permanente, en defensa y construcción de la Reforma Agraria Popular y de una sociedad socialista.

Dos días antes del comunicado, el MST había ocupado la hacienda de un senador y candidato a gobernador de Ceará, miembro del PMDB, aliado del gobierno. Las movilizaciones no se han detenido ni siquiera en la recta final de la campaña electoral. Junio de 2013 fue un parteaguas, profundo, irreversible. Un ¡Ya basta! para el que quiera o pueda escucharlo. El ser de izquierda, en este difícil periodo, sobrevive sólo en los movimientos anticapitalistas.