Opinión
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México SA

Histórico pago de intereses

La deuda pública galopa

¿Problema resuelto?

A

llá por febrero de 1990, el entonces inquilino de Los Pinos –al que nunca le gustó la política ficción– celebraba con bombos y platillos que en México el problema de la deuda pública quedó resuelto. Terminaban, decía, años de angustia financiera y se erradicaba cualquier posibilidad de registrar problemas de pago, lo que, paralelamente, desvanecía el temor de los acreedores y policías financieros internacionales, disfrazados de organismos multilaterales.

Años después –13 para ser exacto– Vicente Fox repetiría el numerito salinista y diría exactamente lo mismo que aquel personaje en 1990. Con el correr de los años se ha constatado que el gobierno mexicano nunca más dejó de cumplir sus compromisos de pago, por mucho que esa puntualidad se haya recargado, como siempre, en el bienestar de los mexicanos, quienes sin chistar desde entonces han visto cómo la carga en sus espaldas se ha multiplicado por 12, sin recibir nada a cambio.

Resulta que la información estadística asociada al segundo Informe de gobierno revela que más allá del terrorífico saldo que reporta la deuda pública (6 billones 300 mil millones de pesos, en números cerrados), en los 24 años transcurridos desde que el problema del débito quedó resuelto el pago de intereses de ese mismo débito se multiplicó por 12, y a estas alturas (2014) la erogación anual por ese mismo concepto es tres veces superior a, por ejemplo, lo que el gobierno federal erogará en varios años por la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, anunciado días atrás por el inquilino de Los Pinos.

Qué bueno, pues, que el problema quedó resuelto desde entonces, porque sólo en este 2014 de raquítico comportamiento económico, de las arcas nacionales saldrán, si bien va, más de 380 mil millones de pesos para cubrir los intereses de la deuda del sector público presupuestario. Si alguien lo recuerda, en marzo de 2008 Felipe Calderón, entonces inquilino de Los Pinos, anunció la construcción de una nueva refinería (la Bicentenario), dada la urgente necesidad de reducir las importaciones de combustibles.

Pasaron los años, concluyó su sexenio, todo el mundo fingió demencia, y de la Bicentenario no colocaron ni un tornillo. Arribó Enrique Peña Nieto y de esta refinería sólo se supo que se llegaría a construir sólo si algún grupo privado se interesaba en el proyecto tras la privatización del sector energético. ¿Por qué? Pues porque el gobierno no tiene dinero para desarrollarlo. Y claro, tenían razón, porque lo prioritario es pagar los intereses de la deuda pública.

Así, con el monto que por el concepto referido erogará el gobierno federal durante 2014, se podrían construir no una sino tres refinerías como la etérea Bicentenario que el Felipillo prometió seis años atrás y volvió a prometer en cuando menos cuatro ocasiones adicionales. A estas alturas, ni un tornillo de ella, pero la importación de combustibles está a todo lo que da.

En 1990, cuando el problema de la deuda pública quedó resuelto, de las arcas nacionales salieron alrededor de 30 mil millones de pesos para el pago de intereses de dicho débito, monto equivalente a cerca de 10 mil millones de dólares al tipo de cambio de la época. Pues bien, 24 años después, sólo para el presente año se tiene presupuestado el pago de 380 mil 365 millones de pesos por el mismo concepto, que al tipo de cambio actual equivalen, más o menos, a 30 mil millones de dólares, es decir, tres veces más que en 1990.

Lo mejor del caso es que el Congreso, a propuesta del gobierno peñanietista, aprobó sumar a la deuda pública los pasivos laborales de Pemex y la CFE, que rondan los 2 billones de pesos, con lo que de un plumazo el saldo del débito oficial superará los 8 billones y, obviamente, incrementará el de por sí voluminoso pago de intereses.

Como se menciona, al cierre de junio pasado el saldo histórico de la deuda del sector público (el débito de los gobiernos estatales se contabiliza aparte) fue de 6 billones 300 mil millones de pesos. Sin ánimo masoquista, hay que subrayar que en esos 24 años de las arcas nacionales salieron aproximadamente 4 billones 500 mil millones de pesos para el pago de intereses de esa misma deuda.

Lo anterior resulta escalofriante: en casi cinco lustros los mexicanos pagaron el equivalente a 71 por ciento de la deuda pública (4.5 billones), pero ésta se incrementó a 6.3 billones, y contando, porque el gobierno de Enrique Peña Nieto metió el acelerador a fondo y en apenas 21 meses de gobierno a esa cuenta ha sumado más de un billón, sin considerar los citados pasivos laborales.

Así es, con el nuevo inquilino de Los Pinos crece rápidamente el saldo de la deuda, con lo que el pago de intereses se incrementó en alrededor de 25 por ciento entre diciembre de 2012 y la fecha. Ello, con un promedio anual de crecimiento económico que si bien va rondará 1.7 por ciento en el bienio. Entonces, con lo que hoy se paga en intereses, antes se cubría en una década, y lo que ahora se destina a tal concepto equivale a la construcción de tres mega aeropuertos como el citado, y todavía nos darían cambio.

Lamentablemente no es así, y si en realidad el gobierno federal respeta el monto originalmente presupuestado y aprobado por la Cámara de Diputados, en 2014 los mexicanos estarán pagando de sus bolsillos mil 70 millones de pesos por día sólo para el puntual pago de intereses de una deuda que, como Salinas, ni los ve ni los oye, pero eso sí, les cobra y cada día más caro.

Lo peor del caso es que el vertiginoso crecimiento de la deuda pública no se ve reflejado (justificado, pues) en lo económico y lo social. En 2013 la economía creció 1.1 por ciento y para el presente año, si bien va, tal avance llegaría a 2.4 por ciento, para un promedio bianual de 1.75 por ciento. Por el lado social, sin empleo, con salarios de hambre y creciente desocupación, las cifras de la pobreza se mantienen en ascenso. Sin embargo, el saldo de la deuda pública se incrementó en más de un billón de pesos en el mismo periodo.

¿Do está el oro?, preguntarían algunos. ¿Dónde los beneficios del vertiginoso endeudamiento? Pues quién sabe, pero lo cierto es que todo se carga en las de por sí arqueadas espaldas de los mexicanos. Total, nunca reclaman.

Las rebanadas del pastel

Entonces, tranquilos, mexicanos pagadores, que el problema quedó resuelto desde 1990. Lo demás es un mito genial.… Un enorme abrazo y buen viaje, Gustavo Cerati.

Twitter: @cafevega