Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 14 de septiembre de 2014 Num: 1019

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Cabriolas
Carlos Martín Briceño

El defensor del ruido
Paula Mónaco Felipe entrevista
con Mario Lavista

Dos filmes sobre el
golpe de Estado chileno

Marco Antonio Campos

Adolfo Bioy Casares
cumple cien años

Harold Alvarado Tenorio

Las edades narrativas
de Bioy Casares

Gustavo Ogarrio

Carta a Descartes
Fabrizio Andreela

El espejo
Miltos Sajtouris

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Imaginemos que un tal Luca conoce
a Silvestre Revueltas

Imaginemos que se llama Luca. Imaginemos que tiene veinticinco años y que es italiano. Imaginemos más. Nació en Verona pero vive en Roma como diseñador industrial. Toma clases de piano desde hace once meses. No quiere ser profesional sino tocar en casa y para los amigos. Su música favorita es el jazz aunque admira a numerosos compositores clásicos. Hace unos días su amigo Joächim, ingeniero de sonido alemán, le dijo que el 12 de septiembre (sí, antes de ayer) en la Sala Santa Cecilia del Auditorio Parco della Musica donde trabaja los viernes, podría escuchar a la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México, dirigida por Jan Latham-Koenig. Eso llenó de curiosidad a Luca, pues hace mucho tiempo que busca sonidos nuevos. Se organizó para ir pasara lo que pasara, incluso en solitario si su novia salía de viaje por trabajo. Imaginemos.

Es verdad que en su país hay grandes conjuntos orquestales, pero la idea de presenciar en directo una aproximación latinoamericana a Sofía Gubaidulina lo emocionó sobremanera cuando revisó el programa por internet. Se trataba de ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo? para flauta y clarinete (estrenada en México la semana pasada). Conoció la música de la compositora tártara luego de un viaje en tren a Rusia, imaginemos, mientras leía Cuatro Cuartetos de T. S. Eliot. Alguien le dijo que ella los había musicalizado y que sus atrevimientos eran polémicos en la vanguardia de Europa del Este. Eso fue suficiente para que buscara sus discos al llegar a Moscú. No se decepcionó. Claro que a Luca también le interesó lo que harían los músicos mexicanos con las Danzas polovetsianas de El Príncipe Igor, de Borodin, con la Suite no. 2 de El sombrero de tres picos, de De Falla y, por supuesto, con Adiós Nonino para saxofón y Homenaje a Lieja para flauta y guitarra, de Piazzolla. Lo que nunca calculó, imaginemos, fue su conmoción al escuchar el Homenaje a Federico García Lorca del único autor desconocido para él: Silvestre Revueltas.


Silvestre Revueltas

Hoy, cuarenta y ocho horas después del concierto, Luca sigue conmovido. (En Roma ya es de noche. Para usted, lectora, lector, no todavía, lo que carece de importancia debido a la singularidad del Tiempo.) ¡Cómo es posible que alguien se atreviera a semejante mezcla de géneros, sonoridades y ritmos en 1936!, se pregunta Luca paseando por la Vía dei Condotti bajo una lluvia ligera. Imaginemos. Algo parecido le sucederá a la señora Dominica Molinaro en el Teatro dal Verme de Milán hoy mismo, domingo 14; al geógrafo Tulio Calabrese en el Teatro Ebe Stignani en el Festival Emilia Romaña de Imola el próximo martes 16; al cocinero Marco Bianco en el Teatro Kursaal durante las Semanas Musicales de Merano el jueves 18 y, finalmente, a la niña prodigio (shhh, sus padres aún desconocen sus capacidades) Lucía Gobbo en el Auditorio Oscar Niemeyer cuando la Ofunam culmine su giro italiano en el Festival de Ravello el sábado 20.

Mientras tanto, paso a paso, Luca trata de recordar cómo la orquesta comenzó el Homenaje a García Lorca con un largo lamento en la trompeta para, abruptamente (“la palabra se queda corta”, así le dijo a su melómano padre por teléfono), explotar con una suerte de ostinatos rayanos en lo ridículo, en la belleza intrínseca del juego, en el eco de una patria que a base de trombón y tuba deja conocer sus contradicciones y carácter festivo, rural. Siendo justos, empero, Luca recuerda eso, pero no fue la introducción ni tampoco la tercera y última parte de la pieza (“El son”) la que cambió su vida. Fue durante la zona intermedia, el “Duelo”, cuando tomó tres decisiones impulsadas, tal vez, por el grito del gong tras los dolorosos llantos del aliento sobre los arpegios de piano.

Primera decisión de Luca: visitaría México en cuanto pudiera. Segunda decisión de Luca: investigaría más sobre este poeta español muerto en la Guerra civil y, sí, sobre Silvestre Revueltas. Tercera decisión de Luca: aprendería español. Tipo persistente, aún no lo sabe pero esos derroteros ocasionarán que en 2016 llegue a nuestro país para, entre otras cosas, conocer a Silvia (hoy novia de Manuel), la futura madre de sus hijos. Asimismo, en ese viaje conocerá las obras de José, Fermín y Rosaura Revueltas, hermanos de Silvestre, y comenzará una relación ambivalente con el tequila y el mariachi. Pero esa es otra historia.

Hoy sólo imaginamos posibilidades gracias a que un grupo de músicos mexicanos recorre Italia llevando lo que otro soñó gobernado por la inspiración. Porque todo es posible cuando los gobiernos trabajan en pos del arte en lugar de sobajar símbolos como el Zócalo de Ciudad de México al nivel de estacionamiento para la más rampante y asquerosa ignorancia. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.